Museo del papel de Basilea

El museo del papel de Basilea (ilustración de época, que se corresponde con la ubicación actual y que muestra que la fuerza del agua era utilizada para otros fines, como molinos harineros).
Como complemento a la entrada anterior referente a Basilea, no puedo evitar seguir con las clases de Historia del Libro y hablar un poco del Papiermühle que visité en Basilea en un antiguo molino de papel, convertido en un auténtico museo de todo lo referido al papel, su historia, su fabricación, herramientas para conformar libros de distinto pelaje y un montón de curiosidades que trataré de ilustrar con algunas fotografías.


El edificio es una vieja casa del siglo XV que aprovecha las aguas de un riachuelo que pasa junto a ella y que mueve una inmensa rueda de molino de agua, situada junto a una pequeña compuerta que reconduce la corriente según los intereses de la fábrica.

El eje de la rueda exterior traslada su movimiento a otra interior, que encaja con una dentada y perpendicular que proporciona movimiento a distintos mecanismos: los martillos de un batán, en primer término, que machaca y desfibrila los restos de telas, algodón, recortes de papel inservibles, que se hallan en una pila, sumergidos en líquido para que se ablanden.

También mueve el pesado rodillo que está en el interior de la pila holandesa, inventada en el S.XVII, y que cumple la misma función desfibriladora de la materia prima, pero en menos tiempo. Esta máquina supuso un gran adelanto para su época.

Y mediante unas correas, siempre movidas por la gran rueda principal, se consigue activar dos enormes piedras de molino, del estilo aceitunero, pero de granito, que convierten en pulpa todo lo que cae bajo su peso.

*Aquí tal vez estaría bien que echarais un vistazo al vídeo que grabé in situ y que muestra las instalaciones y los utensilios empleados en la fabricación del papel.

Toda esta pulpa va a para a una gran tina, donde se deja macerar, removida de vez en cuando para que no se deposite en el fondo por su peso.

El operario sumerge la forma, en el caso que yo vi, con la marca de agua de la ciudad, la empuñadura del obispo, y que quedará grabada en la hoja de papel que de ahí se saque.

Después la hoja se escurre del agua sobrante colocándola entre láminas de saco que son prensadas con un torno mecánico.

O bien se colocan colgadas en un secadero, donde se puedan orear y secar al aire, tarea que se desarrollaba normalmente en los altillos de los molinos, por ser las partes más aireadas de la casa.

Además de poder presenciar este interesantísimo proceso, se trabaja de forma continuada en el museo, ya que lo es, permite visitar en sus cinco plantas una auténtica historia del libro en sus distintas formas y a través de diferentes épocas y culturas.

Llama la atención, por ejemplo, este ejemplar de libro elaborado con piel de la cultura batak, en Indonesia; la piel se plega en dobleces que permiten escribir por los dos lados y coserlas por el borde. El que aquí se muestra está incluso ilustrado.

Más sorprendente resulta aún esta prueba de impresión sobre papel con tipos móviles y mediante caracteres chinos, que pone de manifiesto de dónde tomó Gutenberg la idea y los árabes el invento del papel. En este caso, y como corresponde, la disposición de los tipos es vertical, como sucede en la escritura china y japonesa.

O este formato de rollo que han empleado los hebreos para redactar su texto y en el que se perciben perfectamente las marcas separadoras de ls distintas "páginas", o unidades de lectura.

Gracias a esta piel tensada en un bastidor se aprecia cómo el curtido y secado de las pieles de ovino sobre todo permitió el paso del rollo al códice en la vieja ciudad de Pérgamo, de donde tomó su nombre: pergamino.
En una vitrina se pueden observar los distinos utensilios necesarios (pluma de ave, lapicero, lentes para vistas cansadas, pinceles, cortaplumas) para la copia de un códice del S.XV, bellamente iluminado y con la posibilidad de emplear diferentes colores en las tintas o el pan de oro en los fondos "iluminados".

Y por fin llegamos al "invento": la prensa de torno uno de los componentes de la imprenta de Gutenberg. Una vez compuesta la página con los tipos móviles fundidos por el orfebre, se colocaban a pares de modo que, una vez entintados, se obtuvieran dos páginas con cada presión ejercida por el torno. Al fondo de la foto se ven las mazas usadas para entintar.

Esta foto de época que se muestra en el museo ofrece el testimonio de la llegada de la industrialización al mundo de la imprenta.

Mergenthaler, emigrante alemánn nacionalizado estadounidense, inventó en 1886 la linotipia, máquina que permitía componer desde el teclado que se observa en la foto, línea a línea en vez de tipo a tipo, como se venía haciendo desde Gutenberg. Ello suponía que si había algún error, bastaba con sustituir sólo esa línea, lo que supuso un enorme ahorro de tiempo. Esta técnica se aplicó a los libros, pero sobre todo a los periódicos, lo que posibilitó un extraordinario aumento de la velocidad de impresión.
En esta foto se observa cómo la página configurada dentro de la rama, con fotografía incorporada, daba paso a la impresión de una "teja" en una cartulina dura y flexible, capaz de acoplarse al rodillo de la máquina de impresión mediante el procedimiento de off-set, que ya no era en relieve sino por un complejo procedimiento de tralación de imágen, desde la teja al rodillo entintado, y de éste al papel, donde quedaba la huella.

Otro de los inventos de finales del S.XIX es la litografía. El artista gráfico podía dibujar sobre piedra calcárea, con lápiz de grafito, graso, y oleófilo, que luego recchazaba el agua en las zonas manchadas y se llevaba la tinta de las zonas sin grabar, donde no era atraída por la imagen oeaginosa. Esta técnica permitió el control directo del grbador sobre su obra, que luego era trasladada al papel. Sobrevivió hasta que la fotografía, mucho más perfecta, la sustituyó.

La Heidelberg, permitió, ya en el siglo XX, un grado de perfección de la impresión, y sobre todo de la rapidez, desconocidos hasta entonces. Hasta que se implantó la cuatricromía a finales del siglo pasado con la generalización del off-set, no se daría el penúltimo gran paso en la mecanización del proceso de impresión, iniciado hace quinientos años, y que ha alcanzado velocidad de crucero en el S.XXI con la digitalización de los contenidos y de las imágenes, lo que permite enviar las composiciones desde el ordenador a la plancha, computer to plate, que es como lo han bautizado los británicos.

Se podía observar tabién una muestra de encuadernación manual, en la que se veía como se protegían las tapas de los libros con un lomo reforzado y cantoneras, todo según la vieja técnica artesana del libro como objeto único.

Afuera, la infatigable rueda del tiempo sigue girando, como hace quinientos años, para asombro de turistas y gentes que quieran aprender cómo se hacían antaño las cosas, al ritmo del agua infatigable.

José Manuel Mora

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Esta claro que tomo nota para poder ir a visitarlo lo mas pronto posible. Las imagenes son muy curiosas a la par que educativas. Gracias.

Magui