THE READER, de Stephen Daldry

THE READER

Después de tiempo sin hablar de cine, vuelvo a comentar una de las películas estrenadas esta semana. Como los "óscares" se acercan y está seleccionada para varios premios (lo siento, no he podido decir "nominada"), pienso que puede durar en la cartelera alicantina y convertirse en "la película de las semanas". El comentario pretende ser, pues, una invitación a ir a verla.

 

Como en ocasiones anteriores, la peli tiene que ver con el contenido de nuestro blog, en este caso, con la lectura. Y me parece magistral la forma en que ésta es presentada: no como mero entretenimiento, sino como elemento catártico. Hanna se salva, si es que esto es posible, a través de lo que Michel le lee. Los fragmentos que se escuchan, los títulos que se citan, son variados. Tienen en común su poder evocador y la capacidad de conmover y, en esa medida, hacer humana a la protagonista. La fuerza de la palabra es tal que aunque El amante de Lady Chaterly le resulta obsceno, ella no puede prescindir de la continuación de la lectura. 

 

Pero también Michel debe vivir con el resultado de sus actos, o de la omisión de los mismos. La pérdida del ser amado de su adolescencia lo deja como un manco emocional para el resto de su vida, así como su incapacidad de revelar lo que sabe será la pesada losa con la que deberá cargar. Sólo cuando al final de la película decida cumplir con un testamento y hablar con su hija para contarle toda la historia, podrá asumir su vida al completo.Todo este entramado temático, engarzado perfectamente gracias al magnífico guión de David Hare, debería poderse contrastar con la novela original de Bernhard Schlink, que no sé si está traducida. Lo que ressulta evidente es el acierto y la sensibilidad de Stephen Daldry para contar la historia, para fotografiarla con una calidez que nos la aproxima todavía más, para dirigir a una Kate Winnslet en estado de gracia, capaz de pasar de la plenitud de los treinta a la decadencia de los setenta y de dar a cada mirada, a cada gesto, verdad a manos llenas, cosa que también hace Fiennes y el joven David Kross, absolutamente creíble como adolescente que descubre el mundo, el amor, y más tarde el horror, el horror, del que habla Conrad al final de En el corazón de las tinieblas ya comentada aquí. De alguna manera, la película enlaza con El niño del pijama a rayas, o con Vida y destino. Europa parece convencida de que sólo reflexionando sobre ello podremos tal vez evitar repetirlo. Aunque como dice Hanna "los muertos no dejarán de estar muertos". Creo que vale la pena que vayáis.

 

José Manuel Mora.

 

P.S. Tal como anuncié al redactar la entrada, he encontrado la referencia del libro: SCHLINK, Bernhard. El lector. Barcelona: Anagrama, 2009, 203 p. , 7 euros. Parece que la novela es más explícita que la película y plantea la disyuntiva incluso con más fuerza. Habrá que leerla. Vale.