¿Dejaremos de leer en papel?

                                            Diversidad de lecturas


Otra vez a vueltas con los nuevos soportes. Cada nuevo formato de "libro" ha supuesto una nueva manera de leer. El rollo de papiro suponía ir desenrollándolo progresivamente, al tiempo que se recogía lo leído. Era incómodo volver sobre lo leído o localizar un determinado pasaje a lo largo de la tira inacabable. Sería también difícil conseguir expresividad con las manos durante la lectura, ocupadas como estaban en sostener ambas partes.


Las tablillas enceradas, dípticos, trípticos, o polípticos, (en ningún caso de muchas páginas, porque el codex se hubiera vuelto impracticable) permitían una actividad complementaria, añadir algún apunte a lo leído, con lo que la actividad mental de la lectura se vuelve más compleja, al combinar lectura, con relectura y posible corrección de lo escrito. Y parece que la actividad mental que la lectura supone es tan importante para el cerebro que lo modela según el tipo de lectura que aprendamos a realizar: nuestro alfabeto en un continuum, o los ideogramas chinos.

Este catenatus medieval nos puede dar idea de lo que supuso para la actividad lectora poder incluir en un solo volumen varios libros. Estando foliado o paginado debía de ser fácil localizar un pasaje, contrastar varias lecturas u opiniones, incluso destacar con las letras capitulares los inicios, resaltar los títulos de los capítulos, orientarse mediante las imágenes que contenían algunas de las páginas...Si además la mancha no era muy grande y los márgenes eran generosos, la posibilidad de escribir en esos espacios era tentadora, a veces como coentario al margen o como pregunta a lo que se estaba leyendo. Un buen ejemplo son las Glosas riojanas, acta notarial del nacimiento del castellano.
Los incunables de la imprenta poseían el mismo formato que los códices, pero eran mucho más accesibles, al ser más baratos y al multiplicarse el número de ejemplares por título. Con uno de ellos en las manos, el lector sabía de forma física a qué se enfrentaba (El Lazarillo prometía algo distinto a los dos tomos de El Quijote), lo que había leído y lo que le quedaba por leer.


Del mismo modo, el proceso de industrialización de la tipografía que llevaron a cabo los periódicos sobre todo a partir del XIX, supuso una nueva manera de leer, puesto que la jerarquización de sus contenidos mediante los cuerpos de letra orientaban al lector respecto a la importancia de la noticia y le permitía quedarse con lo esencial a partir de los títulares. Ahora se puede ya ojear/hojear un periódico sin necesidad de leerlo por completo.

Los ordenadores primero con las famosas "ventanitas" simultáneas y la red sespués con las proliferación de información, más la posibilidad de interconexión, han convertido al lector en un ser promiscuo, volátil que, más que leer, lo que hace es picotear, saltar de un lugar a otro, con dificultad para centrarse en un solo contenido a fondo o durante tiempo. Los cantos de sirena a su atención son continuos y difícilmente sorteables, la información literalmente infinita y la multiplicidad de actividades casi otro tanto. Convenimos, pues, en que ha habido un cambio en la manera de acercarnos a la actividad lectora y por lo tanto algo ha debido de moverse también en nuestro cerebro. Tan es así que existen ya programas como Readability que despejan las pantallas de todo aquello que no sea pertinente de acuerdo a los intereses del lector.

Los internautas lectores, que los hay, seguro que reconocerán el logo de las cajas que maneja esta distribuidora(no voy a hacerle propaganda). Nadie pensó hace años, caundo aparecieron las primeras librerías digitales, que éstas acabarían distribuyendo sus pedidos en soporte papel y no en formato electrónico con un click y una simple descarga. Así pues parece que los libros en su formato "antiguo" convivirán durante bastante tiempo con la lectura en soportes digitales. Los portalibros nos permitirán llevar todas nuestras lecturas de verano sin aumentar el peso de la mochila, o al tesinando todas las revistas que necesita consultar para ir eleaborando su trabajo. El que tenga dificultad visual podrá agrandar el tamaño de la letra y su vida lectora se prolongará. Pero la fisicidad de la lectura en papel es otra cosa. No cabe duda de que soy un antiguo.


José Manuel Mora

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Por donde más pecado había.
Querido José Manuel: efectivmente corrí a ver ese comentario que tan "tocado" te había dejado.
Lo he releído.
Lo suscribiría, pero sin que te tocase nada. N0 solo no tenía intención de molestar a nadie, sino, que, por el contrario y porque quiero profundamente ese Módulo en su integridad y a esa milagrosa publicación y a todos los que año a año, mes a mes y hasta día a día la hemos ido pariendo, por todo eso, pensé que recuperar el sentido originario y profundamente renovador y loco que tuvo permitiría añadir más valor aún al que tú, con tu ponderado criterio, habías explicitado.

Espero que a pesar de lo que dijiste en la mesa de tu despedida (de trabajador en activo, no de soltero) mis palabras no fueran tan doloridamente extrañas que no admitan componenda. No obstante y por sis las moscas (que las carga el diablo), públicamente afirmo que, siendo verdad lo que en aquel comentario afirmaba, nunca tuve la intención de decir nada que pudiera menoscabar o ensombrecer la tarea, el valor y la entrega de todos -todos- cuantos hemos hecho posible cada una de las páginas de ese milagro que se sigue llamando cuatro lustros después, Cejillas y Tejuelos.

Es por ello, que, por donde más pecado había: por las teclas, solicito humildemente tu perdón, confirmo mi firme propósito de la enmienda y suscribo por la presente que estoy dipuesto a aceptar la penitencia que me corresponda.
ADM