Séraphine, de Provost


Documento de documentos

La película cuyo título encabeza esta entrada, no sé si es "la de la semana", o sólo la de unos cuántos días. Hoy en el cine Ana éramos sólamente diez espectadores. Parece que el cine francés no arrasa. Sin embargo nuestros vecinos le han otorgado todos los "césares" del mundo, los equivalentes a nuestros "goyas". No sé si llegará al viernes, ni si os dará tiempo de seguir mi recomendación e ir a verla, en el improbable caso de que este blog sea seguido por alguien.


¿Por qué la traigo, pues, a colación? Porque esta película es un documento y a la vez muchos documentos. Pienso en la posible indización y se me ocurren varios descriptores: historia, mercado de arte, locura, creación...


Quien vaya a verla se encontrará con un impresionante fresco histórico que retrata la Francia que va de 1914 a 1935. Las relaciones sociales señores/sirvientes, la vida en una pequeña aldea cercana a París, los comercios, los medios de locomoción, la perfecta adecuación de peinados y vestuario (ese moño de Séraphine, medio suelto, como en tantas mujeres de Degas o de T. Lautrec), los desencuentros con los alemanes que anuncian la guerra inevitable...
Pero Martin Provost, su director, creo que se sirve de todo ello para encuadrar al personaje de Séraphine, una femme de ménage que, cuando vuelve rota de pulir suelos o de lavar ropa en el río, se encierra en su habitación a pintar a la luz de las velas, a cuatro patas, con una técnica inventada por ella (sangre de vaca, cera de las velas de la iglesia, barros de distintos colores y texturas, más el último toque de sus dedos). Es autodidacta y según dice pinta por orden de la Virgen.

Su descubridor, el galerista alemán Wilhem Uhde, se cartea con Vollard, pero admira al Aduanero, al que como a Séraphine califica, no de naïf (ingenuo), sino de primitivos actuales. Ve en sus cuadros una fuerza expresiva que se sale de los cauces expositivos y mercantiles de la época. La propia pintora se asusta de sus lienzos cuando los contempla a la luz del día. Estamos entrando con ello en otro de los documentos de la película: la creación artística como muestra de lo inefable, de lo inaprehensible, próximo al arrebato místico, cercano a veces a la locura...No en balde algunos de sus cuadros traen a la memoria a otro loco genial, Van Gogh.
Y junto a todo ello el tratamiento de la insania en aquella época, en instituciones con "guardianes", pero no terapeutas, con camisas de fuerza, con internamiento. Cuando la mujer es trasladada de celda a una desde la que puede ver el campo e incluso puede salir a él, su terapia consiste en sentarse debajo de un árbol.
La peícula no sería lo que es sin el concurso de la Moreau, actriz absolutamente creíble en todo momento, nada sobreactuada, tierna, ingenua, transida por la emoción de la naturaleza o de la creación, capaz de autoafirmarse frente al señor de ciudad. Su forma de andar, de mirar, de vestir la convierten en un trasunto del personaje real.
Creo que la peli vale la pena, con sus dos horas de proyección que pasan en un suspiro. A continuación teneis el trailer de la película. Ánimo.




José Manuel Mora

Comentarios

Fran ha dicho que…
Tiene buena pinta esta peli si, a ver si me puedo escapar un dia a verla... otra más para añadir a la lista de las que tengo pendientes!!
Aránzazu ha dicho que…
Imagino que ya no estara en cartelera, lo miraré, pero en cuanto salga en DVD, prometo verla, estoy segura que me va a gustar... tomo nota.