El secreto de sus ojos, de Campanella

De miradas y secretos

Hacía tiempo que no me conmovía tanto una película. Y como está de riguroso estreno, me parece pertinente comentarla por varias razones. Una de ellas, la que da título a la entrada: las relaciones entre cine y literatura Entenderéis de qué hablo si pensáis en el best seller, que decimos los ingleses (Julio Cortázar dixit por boca del entrañable personaje de su novela Los premios) de este verano, que ha tenido su rápida traslación a las pantallas, en una muy buena adaptación al cine según me han dicho. Hay una diferencia: el novelista, ya muerto, no participó en la redacción del guión. Es frecuente que los autores se sientan traicionados por los directores. No es el caso. 


Sacheri, el autor del libro, trabajó mano a mano con Campanella en la elaboración del guión. Y, aunque no he leído la novela, hay elementos en la película que muestran que los dos guionistas son escritores de garra. El guión no sólo prepara el material para su filmación ("exterior, noche..." y todo eso) sino que supone la escritura de cada frase y cada réplica. Y las de este filme son de campeonato: véase si no las de la jueza con el detenido, o las del ínclito (¿qué diablos querrá decir ínclito?) chupatintas bebedor. Por otra parte también depende del guión la progresión argumental; y aquí también ésta es magnífica. La película se abre como un trhiller, pero atípico, por la tonalidad humorística de muchas de sus escenas. Pronto gira hacia el retrato de una época y de una sociedad (la aparición del ford es significativa, como la de Isabelita en una tele tan en blanco y negro como yo recuerdo), para acabar cerrándose en forma de historia de amor y muerte en un crescendo estupendamente pautado. Cada vuelta de tuerca del guión supone un enfrentamiento diferente con lo que estamos viendo y con lo que nuestra retina guarda todavía fresco. Una invitación a leer la película de una forma distinta. 


Y probablemente todo ello sería imposible de hacer llegar si no fuera por unos actores en estado de gracia: Soledad Villamil, Ricardo Darín y Guillermo Francella, que nos permiten ver a los personajes 25 años antes sin sonrojo, creíbles, que se expresan a veces con sólo una mirada ¡y de qué forma!
Y un último apunte cinéfilo: todas esas secuencias que se cierran con puertas clausurándose y sobre todo la última, que nos deja fuera del desenlace, ¿no será un homenaje al famoso "toque Lubich"? Que los disfrutéis, el libro y la película .

José Manuel Mora.




Comentarios

Fran ha dicho que…
Me apetece mucho verla. Todo el mundo habla mucho y bien de esta peli. Una cinta de calidad y en castellano es algo poco habitual, aunque desde hace varios años el cine sudamericano y argentino en particular se empeña en hacernos ver lo contrario. A ver si encuentro un hueco y voy, antes de que la quiten... Por cierto, ayer me llevé una desagradable sorpresa cuando fuí a los cines Astoria y me los encontré cerrados. Un duro golpe, y éste me parece definitivo, al Cine en nuestra ciudad... :(
Raquel Sánchez ha dicho que…
Me has convencido, totalmente. Este jueves ya tengo plan.

Besos
Fran ha dicho que…
Bueno, ya ví la película y me encantó. Como siempre Ricardo Darín excepcional, nunca defrauda (papelón tras papelón: Nueve Reinas, El hijo de la novia, Luna de Avellaneda, y muchas más) Y Soledad Villamil estupenda, con esa belleza y serenidad de mujer madura que atrapa desde el primer momento. Destaca también Guillermo Francella, en el papel de compañero del protagonista, que consigue hacernos soltar más de una sonrisa con sus ocurrencias. Una película que nos acerca a un hecho trágico de la época predictatorial argentina desde un punto de vista emocional, casi siempre más cómico que dramático. En fin, una película imprescindible en estos tiempos tan palomiteros y de cine de masas.

Ahora toca Ágora y otra que tengo muchas ganas de ver: Moon, la ganadora del Festival de Sitges. Alguién las ha visto ya??!