The road, de J. Hillcoat

The road
De nuevo la literatura viene en ayuda del cine. Para quienes gustan del cine apocalíptico, aquí tienen un buen plato, además, sin conservantes ni clorantes, léase, efectos especiales. Basada en la novela, Premio Pulitzer, del estadounidense Cormac McCarthy (¿Y ése quién es? Para quienes no se quedan a leer los títulos de crédito, será nadie, pero para los meros aficionados al cine, seguro que recuerdan la peli que le dio el Óscar a Javier Bardem: No es país para viejos). Este hombre, con 80 años a sus espaldas y sin una formación académica al uso, parece haberse especializado en retratar la sociedad de su país, o al menos la del profundo sur, sin un ápice de conformismo. Aquí parece que se aplica a una novela que, tras su aparente tono de aventuras, parece esconder una cosmovisión nada halagüeña del ser humano y de nuestro mundo actual.
Pero volvamos a la peli. Decía antes que podría indizarse entre las de "catástrofes". Pero cuando ésta comienza, la catástrofe parece que ya ha sucedido y de sus causas nada se dice. Incluso el niño nació después de que se produjera. Junto con su padre son supervivientes. Y aunque no tenemos noticia de las cuasas, el panorama por el que se mueven los dos protagonistas es algo totalmente devastado, cubierto de polvo o ceniza, con un cielo permanentemente encapotado, con unos árboles carbonizados, donde ni el mar es azul. Todo en un permanente invierno (¿Catástrofe nuclear?). De ahí que el objetivo del padre sea dirigirse ahacia el sur por esa carretera del título o lo que queda de ella.
Resulta impresionante el paisaje por el que deambulan: pueblos desolados, centros comerciales destrozados, autovías vacías...Y seguramente, en esa consecución de trasmitir el horror tiene mucho que ver el fotógrafo español Javier Aguirresarobe, que logra una tonalidad cercana al virado en sepia que lo impregna todo: espacios, cielos, ropas...Creo que ha sido una baza excelente del director John Hillcoat, junto con la interpretación de Viggo Mortensen.
Si uno quisiera poner un pero, éste se encontraría hacia el final, ya que en ese mundo postcataclísmico (perdón por el palabro), donde los supervivientes no sólo son capaces de matar para sobrevivir, sino de comer a quien se mata, haya un hálito de esperanza que no parece casar bien con el resto de la tonalidad elegida por el director y el novelista. En cualquier caso, recomendable.
José Manuel Mora Carbonell




Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Qué bien escribes xé... tendré que verla