Ciudad de vida y muerte, de Lu Chuan

Otro documento histórico

Se estrena, poco después de Acantilado rojo, otra película china: City of life and death, de Lu Chuan. Ambas son del género bélico, pero tienen poco que ver entre sí. La primera se sitúa en la Edad Antigua, en pleno furor del Imperio del Centro. Es en color, de una gran plasticidad. Todo un espectáculo visual del que se sale habiendo presenciado unas imágenes impactantes, muy jolivudenses. Por el contrario, la película que comentamos se inicia en un poco habitual blanco y negro, al que los espectadores comunes van estando cada vez más desacostumbrados. Tras los créditos, el travelling entre las trincheras tiene un aroma clásico, nada menos que el Kubrick de Paths of glory. Se trata del asalto de las tropas japonesas en 1937 a la entonces capital de China, Nankíng, que se saldó con la masacre de más 300.000 personas, soldados, mujeres y niños. Crimen sin sentido, puro y duro, característico de un régimen fascista, como el nipón de la época, socio y luego en entente con la Alemania de Hitler y la Italia de Musolini, en le IIª Guerra Mundial. En la primera parte del filme hay el mismo horror anónimo que en el del maestro británico. Como buenos occidentales, para nosotros todos los orientales son iguales y nos cuesta individualizar. Más aún en unas trincheras urbanas rodeadas de ruido y furia, polvo y muerte, donde sólo podemos imaginar quién muere por la presencia o ausencia de uniformes.
Pero la película va avanzando y los personajes de un lado y de otro se van convirtiendo en personas que cargan con la barbarie indiscriminada de cualquier guerra. Indiscriminada o no tanto, porque la ciudad ha sido rápidamente tomada ante la superioridad de los atacantes y sin embargo el horror continúa y esta vez son las mujeres las que resultan objeto de las sevicias de los soldados, mandos y rasos. La presencia de los "colaboracionistas" chinos con Alemania, los protege inicialmente de los atacantes, pero pronto se ve que no hay piedad con los vencidos, sean del color que sean. Hay ahora ecos de La lista de Schindler, del maestro Spilberg.
Independientemente de sus posibles modelos, la película de Lu estremece por la contundencia de sus imágenes (¿Puede ser bello el horror?), por una banda sonora poco dada a la conmoción sentimental o al subrayado de lo que vemos (impresionante en ese sentido el acompañamiento de la entrada de los vencedores ante los generales), por el hecho de que el blanco y negro hace todo más creíble (las imágenes de la época todavía no eran en color) ya que evita que se perciba el olor a guardarropía del atrezzo del que suelen adolecer las pelis españolas de época. Obviamos que los medios son enormemente superiores, que los miles de figurantes que no son "de ordenador" todavían crean mayor sensación de realismo.
Para concluir quiero añadir que la película ha sido mal recibida no sólo en Japón, como era de esperar, sino en China, porque se considera que el que se muestre la existencia de colaboracionistas chinos, así como la humanidad de alguno de los asaltantes, que no ha perdido el sentimiento de culpa ante lo ocurrido, no resulta basatante clara "ideológicamente" .
En cualquier caso, un nuevo documento antibelicista que recuerda la abyección en la que es capaz de caer el ser humano y que puede servir para evitar que hechos como éste se repitan. No os la perdáis si tenéis dos horas libres, ahora que las clases del Módulo ya han terminado y las prácticas no han dado comienzo.


José Manuel Mora

Comentarios

MBAD ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fran ha dicho que…
Buena crítica J.M. Me has convencido. A ver si puedo ir a verla antes de que la quiten de cartelera, que no será muy tarde... :(
María ha dicho que…
Imprescindible verla, la fotografía, interpretación, banda sonora... son razones de peso para no pasarla por alto. Han comparado a Lu Chuan con Kurosawa, no es de extrañar, ésta y películas anteriores como Mountain Patrol dicen mucho de la calidad de este director.
Por cierto, es Spielberg.