Hijos de la medianoche, de S. Rushdie

Memorias de la India independiente.

Para los más viejos del lugar, el nombre de Rushdie va asociado a la famosa fatwa dictada por el imán Jomeini desde Irán. Mi tendencia al escepticismo literario (los mercaderes de libros son muy avispados) me llevó a dejar de lado su polémica obra Los versos satánicos. Ni siquiera la obtención del prestigioso premio literario británico Booker (para la mejor obra ganadora de los 40 años de concesión del mismo) fue suficiente para que me animara a descubrir a este autor indio, de Bombay, (de las ciudades más cosmopolitas del subcontinente), pero de formación familiar y cultural musulmana, educado en Gran Bretaña, y tal vez por eso agnóstico, y que escribe en inglés.


 
Sin embargo decidí empaquetar en el equipaje para mi recién terminado viaje a India, del que tendréis noticias en estas páginas más adelante, tal vez su obra más paradigmática. RUSHDIE, Salman. Hijos de la medianoche. Barcelona: Random House Mondadori, 2009, nada menos que 786 páginas de limpia y apretada prosa.


Aunque el título tiene aires cabalísticos, la "medianoche" de referencia es la del 15 de agosto de 1947, fecha en la que India alcanzó la independencia del Imperio Británico, al tiempo que nacía el protagonista/narrador de la historia, Saleem Sinai. Desde el principio su familia y él mismo lo sienten predestinado (hay incluso una profecía inicial que se va cumpliendo, aunque nunca del modo que el lector supone) y con un futuro estrechamente ligado al del naciente país. Como él, otros cerca de cuatrocientos han nacido la misma noche, cada uno con una peculiaridad, con un don a cual más increíble y todos capaces de comunicarse mentalmente entre ellos. Entramos en el terreno de lo que lo viejos profesores de literatura explicábamos como "realismo mágico", pero no en el Nuevo Continente, sino en el que es probablemente cuna de una de las más antiguas culturas humanas: la India. Una magia que la realidad transmite a cada paso que uno da. Cualquier cosa parece ser posible en esa sociedad en la que junto a todoterrenos potentísimos, circulan carretas tiradas por bueyes o se ven motos conducidas por mujeres veladas y una vaca detiene el tráfico en una autopista, al tiempo que manualmente se trenzan cada mañana miles de guirnaldas de jazmín para las trenzas negras de noche de las mujeres hindúes.


La peripecia de la novela va llevando al protagonista por los lugares y en los momentos claves del devenir problemático de la nueva nación: la separación de Pakistán, la guerra con China, el desmembramiento del país en función de las lenguas, la independencia de Bangla Desh... Si sólo fuera eso, estaríamos ante un libro de Historia, pero eso es sólo el telón de fondo ante el que una voz narrativa poderosa, que parece surgir del fondo del Mahabaratha, o de la boca de la princesa Sherezade, va desplegando como un malabarista o un encantador de serpientes mil historias que se trenzan sin aparente dificultad y en las que uno queda absolutamente atrapado, como le sucede a Padma, "el loto de estiercol", que escucha a los pies del narrador, como antiguamente hacían los iletrados ante los contadores de cuentos.


Todo ello a la vez que Rushdie muestra un poder metafórico novedoso y de una fuerza expresiva que hacía tiempo que no escuchaba: "los dedos helados de la rabia", "lloró un monzón entero", "la oscura perla del odio", "la mitad de las lámparas arden azafranadamente y las otras con llama verde" (los colores de la bandera india), y podría seguir indefinidamente, pero no es cuestión de aburrir, sino de animar a adentrarse en esta realidad fascinante, levantada con palabras e imaginación desbordantes, sorprendente, desgarradora, divertida, humana.

José Manuel Mora.

P.S. En India también hay bibliotecas. Hablaremos de ellas en próximas entradas. Por cierto, las fotos son de mi viaje.

Comentarios

Fran ha dicho que…
Magnífica crítica J.M. Me lo apunto es mi lista, interminable ya, de futuribles!!

Saludos!!