Vargas Llosa, premiado con el Nobel

Vida de escritor
Cumplir años es lo que tiene. Le da a uno tiempo, no sólo a ver pasar, "sino a ver volver", que decía el maestro Azorín en Las nubes (sirva de paso la cita como pequeño homenaje a Dª. María Pascual, Catedrática que fue del IES Jorge Juan y "culpable" de que yo me dedicara a estos menesteres). Viene esto a cuento de mi época dorada de estudiante en la Universidad de Salamanca (Que enhechiza la voluntad....etc). Era el momento del descubrimiento de la Literatura Hispanoamericana, rubro de una de las asignaturas obligatorias de la carrera. Y ahí entraba desde Sor Juana, a Dª Bárbara, pasando por el Martín Fierro, La vorágine o al gran Rulfo. Y por supuesto a los poetas, desde Rubén a Neruda. Asignatura que no estudié, sino que leí a la par de las explicaciones del profesor. Como casi siempre, lo contemporáneo no daba tiempo a verlo.
Así pues, los estudiantes, por el mecanismo "boca/oreja", nos íbamos pasando información sobre los escritores jóvenes del otro lado: Márquez, Cortázar, Onetti, Mallea, Sábato, Fuentes, Carpentier, Asturias, Cabrera, por citar los que leí, y por supuesto Vargas LLosa. A la sorpresa de La ciudad y los perros (1962), que me pareció terrible, como siempre que hay manipulación y abuso de los débiles por parte de los fuertes, y más en un colegio, siguió el asombro de sumergirse en el ambiente axfisiante y prostibulario de la selva peruana en La casa Verde (1965). Hablo de lecturas hechas en los años 70, a los que correspode la foto que sigue. Ya sé que estas fechas me delatan como del Pleistoceno Superior. Es lo que hay.

Y en mi último año de carrera, los siete que nos atrevimos a compaginar curso escolar con tesina de licenciatura, andábamos buscando "tema". Me presenté a D. Fernando. En el edificio de Anayita, sólo había uno, Lázaro Carreter. Me preguntó: "Ha leído ya Conversación en La Catedral?". Respondí que no, con sentimiento de culpabilidad. "Léala estas Navidades, y si le gusta, hablamos". En los quince días de vacaciones devoré las 676 páginas en la edición de Seix-Barral de 1970. Volví entusiamado y dispuesto a orientar el trabajo por donde Lázaro dijera. Lo que me dijo es que me buscara la vida. Y al final, el título da idea de los tres campos que desarrollé en las 70 págs. que fui capaz de pergeñar: Mito, lenguaje y estructura en Conversación en La Catedral. Se tiene mucho atrevimiento a los 22 años. Y así fue como, desde el "...en qué momento se había jodido el Perú" inicial, quedé enganchado por aquel estilo indirecto libre que nos estaban enseñando desde La Regenta, de Alas; por aquella estructura envolvente, avasalladora, casi de novela negra; por sus personajes que me parecía conocer de siempre, como los barrios limeños que se nombraban.
Le seguí con Pantaleón y La tía Julia, que me parecieron obras menores. Él siguió escribiendo. Viviendo, yo. No daba el cuero para todo. A mayores, que dicen en Salamanca, se había metido en la política de su país intentando la elección presidencial (1990), desde unos postulados neoliberales que le acompañan desde entonces y que me lo distanciaron (aunque seguramente no hubiera causado tanto desastre como el ganador, Fujimori). Y así llegamos a La fiesta del chivo, Alfaguara, 2000, que me lo trajo de vuelta con todo su poderío, pasado, pensé yo, por el Valle del Prieto Trinidad . Como sus compañeros de generación había sucumbido a la maldición de tener que escribir sobre la figura del dictador latinoamericano. Y me conmovió hasta el tuétano. Volví a profesarle admiración literaria, independientemente de su ideología económica.
Y hoy, de manera sorprendente por inesperada, que no por inmerecida, me entero de que le han dado el Nobel, último y más alto de los premios que ha recibido. Y estoy contento de tener los deberes hechos, de no tener que descubrir a quien tendrá el enésimo renacimiento editorial. Leeré tranquilamente lo que está en prensa. Y me alegraré de haber estado ahí casi desde el principio.
José Manuel Mora.
P.S. He estado a punto de etiquetar la entrada en "Libros recomendados", porque no hay una dedicada a las "Memorias". Vosotr@s mism@s .

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Fantástico... me quedo con la frase de Azorín apuntada en mi agenda para releerla el día de mi cumpleaños. LEMG