Buried, de R. Cortés

 Auténtico tour de force

los mismos títulos de crédito, tan hitchcoquianos, tan sixties, Rodrigo Cortés, el director, quiere que nos situemos dentro de lo que propone: una película de género, un thriller puro y duro. Pero no sé si desde su punto de partida el autor sólo quiere rizar el rizo, aquello tan circense del "más difícil todavía", o bien su propuesta es de una coherencia absoluta: se trataría entonces de hacer vivir al espectador la subjetividad más total del personaje y único protagonista. Y ahí lo tenemos, hora y media en pantalla, dentro de un ataúd, bajo tierra.

En realidad ha sido esta información la que me ha llevado a verla; quería saber cómo se las había apañado dramática y fílmicamente. Y aquí también ambas cosas van de la mano. A los diez minutos, el espectador está en posesión de todas las claves de la situación. Lo que antaño se llamaba "presentación". El resto del metraje es "nudo"; y punto. ¿Cómo hacer avanzar la acción sin salir del agujero?. No hay flash back (sería una concesión a la facilidad), ni imágenes que no se puedan entender desde "dentro" del ataúd y de la historia. ¿Entonces?
Samuel Beckett, en 1958, escribió La última cinta. Aquí también un único personaje se enfrenta a sí mismo con el apoyo de una grabadora y cintas con su propia voz. En la peli que comentamos, la tecnología viene en ayuda del personaje y del director: un mechero, un tubo de neón y una linterna, necesarios dentro de la narración y de la filmación; un teléfono móvil para contactar con el exterior y que la tensión crezca: por la insuficiencia del aparatito (no siempre están operativos), por la falta de respuestas; por respuestas cínicas y sometidas a la dinámica de una sociedad en la que los beneficios económicos son lo único que importa; por respuestas de gentes que por una vez no son terroristas típicos de peli de Hollywood, sino gente desesperada, que ha visto invadido y destrozados su país y su familia. Fundamentalmente las llamadas y los vídeos que él envía son los que llevan la película a su clímax dramático.
Y ya tenemos la historia ¿Cómo se filma para no caer en la monotonía, algo que un trhiller no se puede permitir? Difícil dentro de un paralelepípedo de tamaño un poco más que humano. Y ahí está otro de los aciertos. Primeros planos, planos medios, hasta travellings circulares se permite el director y un par de planos cenitales, que no parecen concesión sino un nuevo intento de hacer vivir la subjetividad del personaje. Todo ello servido por un actor excelente: Ryan Reynolds, para el que tanto la encarnación del protagonista como la propia filmación debieron de suponerle todo un reto.
Así que no me extraña que el año pasado en el Festival de Sundance despertara pasiones entre la crítica y el público (los precios de la reventa eran astronómicos). Como aquí en Alicante. Esta tarde me han proyectado la película a mí solo. Como un señor. Así que no me extraña que el viernes la quiten. Corred a verla (salvo los claustrofóbicos).

José Manuel Mora
P.S. Un último apunte; durante los títulos de crédito suena una canción de estilo country que el director ha compuesto y que contrasta en plan ácido con el tono del resto de la peli. Que os guste.

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