Adiós a Berlanga


Fin de etapa
No soy nada necrófilo, como saben bien quienes me conocen; sin embargo y antes de que los periódicos se llenen mañana de los consabidos artículos de homenaje y recuerdo, quiero dedicar el mío, absolutamente personal, a toda una etapa del cine español, que se cierra con la muerte de Luis García Berlanga (1921-2010). Una etapa que coincide en parte con los años de mi niñez. Pasa que a veces uno recuerda en blanco y negro, tal y como ayudan a evocar hechos y vivencias las películas que este director valenciano, de familia de republicanos, al igual que las fotos, escasas en aquella época, que también se tomaban en una gama de grises (como era la realidad imperante, gris ala de mosca) y que luego se guardaban en una caja de dulce de membrillo.
De Bienvendo Mr. Marshall, 1952, no me puedo acordar, era muy pequeño, pero sí de su revisión, una y otra vez, con la misma cara de asombro y la sonrisa en los labios, cuando no la carcajada absoluta ("Esta explicación que os debo, os la tengo que pagar"; inefable Pepe Isbert). Escrita en colaboración con el gran Mihura y J. A. Bardem, fue premiada en Cannes. A mí me sigue pareciendo increíble la crítica al "país amigo" (Franco recibiría poco después a Eisenhower) y a la "España de charanga y pandereta" de que se disfraza el pueblo de Villar del Río para conseguir las ayudas del famoso plan y que luego quedarían en la leche en polvo que nos daban en el recreo en las escuelas nacionales y que para algunos era la única que tomaban al cabo del día. La doble traducción del Welcome para que lo entiendan los yankees, con nuestro insustituible Hola es descacharrante, al igual que el estribillo "Os recibimos, americanos con alegría....viva mi padre, viva mi tía" , por exigencias de la rima.

De Plácido, 1961, podría acordarme, porque ya tenía trece años e iba al cine una vez a la semana. Sin embargo creo que la vi en el cine club universitario de Salamanca. Y otra vez mis recuerdos de Navidad, las cenas familiares, las campañas de caridad, el beaterío en el que éramos educados la mayoría, me vinieron a la cabeza con las desventuras de Cassen, la Quintillá y López Vázquez, entre un montón de actores "secundarios" de primer orden. Las pelis de Berlanga solían ser corales. El villancico final era antológico.

Sin embargo, si tuviera que elegir una de su amplia filmografía, probablemte me quedaría con El verdugo, de 1963, escrita a cuatro manos con Azcona, y que detrás de su humor negro mostraba un alegato terrible contra la pena de muerte, en tiempos en que se aplicaba en nuestro país con bastante facilidad. Sigo sin entender cómo las autoridades de la época dejaron que se filmara, contodo aquello de la censura previa, y que se estrenara después. De nuevo Isbert imbuía de una humanidad doliente la figura denostada de aquel oficio siniestro.

Cuando Berlanga se pasó al color me fue haciendo menos gracia, aunque todavía La escopeta nacional logró que me partiera de risa. Para los que son más jóvenes y todavía no conocen su filmografía, pudiera servirles esta entrada de invitación a adentrarse en películas que son auténticos documentos de época.

Un último apunte de su bonhomía, con Alzehimer y todo se puso ante una cámara para una campaña solidaria, y comulgo con su aserto: "No tengo miedo a la desaparición definitiva que supone la muerte, simplemente me cabrea". Buen colofón para un vitalista.

José Manuel Mora.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
¡Qué decir de Berlanga...! Impulsor de un Centro de Estudios que sirviera de cantera al cine español dentro de la Comunidad Valenciana.
Él fue quien puso el germen de la escuela de Ciudad de la Luz, donde hoy ondean las banderas institucionales a media asta, además era patrono honorífico. Desde la mediateca del CECDL, sólo puedo invitaros al ciclo fílmico que se hará en el auditorio que llevaba su nombre. Os animo a ver sus mejores películas en la pantalla grande. Un saludo, Luis E.