El sueño del celta: Lo último de Vargas

Pesadilla indígena.

Como ya señalé en la entrada dedicada a la concesión del Nobel, he sido asiduo lector de Vargas desde mis tiempos de facultad, además de estudioso de su obra. Así pues, ¿cómo dejar pasar la ocasión de ser de los primeros en conocer su última novela? VARGAS LLOSA, Mario. El sueño del celta. Madrid: Santillana Ediciones Generales, 2010; colección Alfaguara. Ya sabéis que, además de la cubierta del libro, acompaño siempre la referencia bibliográfica completa, por aquello de los tiempos del Módulo y la deformación profesional.

Mi formación es "literaria", no histórica, aunque difícilmente va lo uno sin lo otro. Mi primer contacto con información precisa sobre la realidad del conocido en mi adolescencia como Congo Belga, antes de su independencia, me llegó a través de la película Daens. Supe entonces que aquel inmenso territorio había sido colonizado por los blancos enviados por el rey Leopoldo II y que después éste se lo apropió, pasando a ser, no del país o de la corona, sino de su propiedad particular. Como en toda acción colonizadora, tras el argumento de la "civilización" y cristianización de los "salvajes" se escondía una fuente casi inagotable de materias primas que la metrópoli necesitaba: caucho, cacao...
En la imagen anterior es patente las diferencias existentes entre ambos mundos. A explorarlos se habían dedicado antes que el protagonista de la novela que nos ocupa, Livingston y Stanley a finales del XIX, y tras sus huellas el inicialmente británico Roger Casement se adentra en el Alto Congo, a principios del XX, comisionado por el gobierno de su Majestad, para elaborar un informe sobre cómo está la situación y descubre con horror no sólo la cuasi esclavitud sino los malos tratos y sevicias a los que son sometidos quienes trabajan para los europeos, gracias a la force de frappe, única en emplear la fuerza del látigo, con la crueldad añadida de machetes y fusiles.

Los de las tribus de la zona eran forzados al trabajo sin descanso, sobre la base de que los jefes habían cedido tierras y mano de obra al ocupante, en unos contratos que por supuesto no entendieron. Se les chantajeaba con la agresión a las familias de los recogedores del caucho, con el cepo a ellos mismos o con la mutilación, caso de negarse al trabajo o de no cumplir con las cuotas de recogida exigidas. La publicaión del informe provocó un auténtico escándalo en toda Europa.

El Imperio Británico volvió a comisionar a Casement, esta vez a la Amazonía, para un nuevo informe, puesto que la más importante compañía cauchera tenía su sede en Londres. A ambos territorios ha viajado Vargas para documentarse in situ aunque, como es lógico, la zona de la selva americana era bien conocida por él. De hecho en ella había ambientado La casa verde. Desde Iquitos, Casement se adentra en el Putumayo y en él encuentra la misma barbarie que ya conocía de su viaje africano. Aquí no hay ejército, pero sí mercenarios y jueces conniventes con todo lo que sucede. Como en las viejas películas del oeste, los indios se veían esclavizados por deudas eternas e impagables, contraídas con la propia compañía que les surtía de lo básico para su subsistencia, puesto que ya no podían vivir de caza y recolección al tenerse que dedicar a la recogida del caucho.

El tercer polo de la novela se centra en la batalla que libra Casement por la liberación de Irlanda de su antiguo yugo colonial, por la defensa de sus tradiciones, del gaélico como lengua original y marginada. Considera que todo es fruto del afán imperialista por sojuzgar y aprovecharse de lo colonizado. Y todo por la codicia que lleva a unos seres humanos a explotar a otros para su propio beneficio. Y a ese "sueño" hace referencia el título de la novela. También aquí hay un trabajo importante de documentación sobre el frustrado levantamiento de Semana Santa de 1916, que acabó en un baño de sangre en Dublín.


La estructura de la obra no es compleja, ya que los capítulos basculan alternativamente entre el pasado y sus informes y el presente de condenado por alta traición a Gran Bretaña. En ese sentido la novela carece de un final que se desconozca y no hay un interés creciente por conocer el desnlace. Incluso, parte de los sucesivos viajes del personaje pueden resultar algo reiterativos. Se conoce lo poco nacionalista que el nuevo Nobel es , pero aún así la lucha por la libertad de Irlanda es mostrada con diversos matices de compromiso y radicalidad. Sin embargo en lo que Vargas acierta es en el retrato psicológico que va trazando con el devenir de sus investigaciones, de sus desvelos por denunciar la situación de oprobio de los explotados que descubre, de su defensa de las culturas indígenas y de los derechos humanos. Todo ello sin cosntruir un personaje de una sola pieza, sino como ser humano, lleno de luces y sombras y de contradiciones "ya que un hombre, como escribió José Enrique Rodó, es muchos hombres" (pág. 449). No menor y que queda aún hoy sin aclarar, el aspecto de su supuesta homosexualidad, descrita con profusión de detalles en unos cuadernillos autobiográficos que el propio Casement llevaba consigo y que no se sabe si respondían a lo vivido o a lo que hubiera deseado vivir. Este retrato interior del personaje es lo que más me ha interesado.

Por lo demás, y como era de esperar, la novela está magníficamente escrita; el estilo es sobrio, depurado. Se notan sus años en España. Han desaparecido casi por completo los peruanismos, tan presentes en sus obras de juventud. Y hay que quitarse el cráneo (Valle dixit) ante la tarea inmensa de documentación de la que deja constancia la extensa lista de agradecimientos y entre la que se cuentan las Bibliotecas Nacionales de los países concernidos. En definitiva, para quienes desconozcan a D. Mario, esta novela puede ser un buen primer acercamiento; más si interesan los temas apuntados más arriba. Caso de lectores avezados, yo seguiría recomendando Conversación en La Catedral o incluso La ciudad y los perros. 
José Manuel Mora












Comentarios

Fran ha dicho que…
Me tengo que atrever con "Don Mario"! Me uniré a la "moda" del Nobel y lo adquiriré próximamente, a ver qué tal.

Alee, saluti!!
Unknown ha dicho que…
Increíble tener que observar esta foto (quinto lugar desde el título).
Lamentablemente la historia registra sus desaciertos, sus iniquidades, sus feroces afrentas hacia el prójimo...
Cuánta desazón, cuánta tristeza...!