De dioses y hombres, de Xavier Beauvois

A propósito de las ideologías

Tras la recomendación en estas mismas páginas de L.E. no me quedaba más remedio que ir a ver esta peli, a pesar de todas mis reticencias. Ya sabía que venía bien avalada por la crítica y los premios y a pesar de todo me he resistido dos semanas a ir. Al final me alegro de haber visto esta Des hommes et des dieux, firmada por Xavier Beauvois, en parte por lo que tiene de film poco habitual para los estándares que se usan. Por lo que se me alcanza del título en francés, no sé si hubiera sido más adecuado traducirlo por Dioses y hombres. Está basada en hechos reales, acaecidos en Argelia en 1996 y que acabaron con la muerte de este grupo de monjes del císter, en circunstancias que siguen sin estar del todo claras.

Desde los planos iniciales se presenta una situación de convivencia religiosa y humana. Tras el repique matutino de la campana, se escucha la voz del almuédano desde el minarete del pueblo. Se dedican a trabajar y a rezar, el clásico ora et labora de los benedictinos, a ayudar a la gente, a convivir y participar de sus problemas desde un sentimiento amplio de fraternidad. Y todo desde su fe, que no es otra cosa que otro tipo de ideología, aunque más humana que la que defienden los del GIA (Grupo Islámico Armado), que pretendían contrarrestar el poder corrupto de los que consiguieron la independencia, pero a base de acciones terroristas. Todo concluyó con el golpe de estado de los militares, que todavía siguen controlando la situación. Ante la tensión creciente se plantean si seguir o marcharse de vuelta a Francia.

En eso consiste el conflicto de la peli, en la terrible decisión que se les plantea: huir de su compromiso o permanecer, aun a riesgo de sus vidas. Algo mínimo para dos horas de metraje, pero servido con un tempo lento, acorde con el tipo de vida monástica que llevan (abstenerse los amantes de las filmes de acción); con una bellísima fotografía que emparenta a estos monjes con otros salidos de cuadros de Zurbarán, y con unas interpretaciones magistrales, empezando por la de Lambert Wilson, el prior que lee igual a los padres de la Iglesia que cita el Corán que tiene sobre su mesa; Michel Lonsdale, el médico, o Jacques Herlin, el viejito Amédée. La secuencia de la cena acompañada de una botella de vino compartida, mientras suena Tchaikovski, es emocionante hasta el tuétano. Obra de actores en estado de gracia, que todo lo comunican con sus miradas.

No quiero cerrar este comentario sin anotar una cita de Pascal, que capté al vuelo y que a lo peor no es literal: "Nunca los hombres hacen el mal tan a conciencia como cuando lo realizan en nombre de la religión". Seguramente el pensador francés no estaba pensando en terrorismos islámicos, sino en las guerras de religión que ensangrentaron Europa durante tantos siglos. Las ideologías de las que hablaba en el título de la entrada.





José Manuel Mora






Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Ayer tuve la suerte de verla, (única persona, no sólo en la sala, sino también en todo el complejo) y efectivamente, valió la pena. Suscribo tus comentarios y, si he de destacar un papel, me quedo con el del prior, cuyo liderazgo me pareció muy creíble. La vida de los monjes, muy fidedigna, puedo acreditarlo.
Fermín.