Los clásicos es lo que tienen...Creo que voy a expresar una opinión que es posible que ya haya aparecido en estas ¿páginas?. Se han de leer en su momento. Así lo hice con otro de los grandes, Dostoievski y su Los hermanos Karamazov. Sigo teniendo una imagen vívida de aquella lectura y de la conmoción interior que me produjo con apenas 20 años. Ahora los astros se han alineado de forma que varias coincidencias me han llevado a dedicar un par de meses a otro de los novelones del s. XIX. Tolstói, Lev N. Anna Karénina. Barcelona: Alba Cásica Maior, 2010. Trad. de Víctor Gallego, 1002 pág. , en una fastuosa edición en tapa dura, cuidadísima, prologada y anotada por el propio traductor. La editorial ha recibido el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural de 2010. Acertadísima la ilustración de la cubierta, un fragmento de la Gare Saint-Lazare, de Claude Monet, 1877.
Hay quienes consideran esta novela como la mejor de su siglo. He dicho antes "novelón" llevado por el número de páginas y por la tendinitis que produce mantenerlo en las manos. También porque su publicación periódica por capítulos, como hacían Dickens, Galdós o Balzac era conocida en la época por el nombre francés de feuilleton, de donde luego en español el "folletín". Empezó a escribirla en 1873 y la vio publicada en forma de libro en 1878. Cito las fechas porque ayudan a enmarcar temporalmente la historia, que se desarrolla fundamentalmente entre dos ciudades, Moscú, y la entonces llamada San Petesburgo. Otro detalle que la contextualiza es que en la Rusia de los zares, los nobles y los burgueses ricos podían cambiar de idioma según el interlocutor y el tema; la lengua de cultura era por entonces el francés, pero el alemán por vecindad y el inglés por la extensión galopante de la industrialización eran conocidos por los más viajados e instruidos. Por todo ello la novela se presenta como un fresco de toda una época, en la que la voz del narrador pasa casi desapercibida. Tolstoi deja hablar y actuar a sus personajes; no los juzga, lo que se agradece, porque cada uno actúa de acuerdo a su rango, su formación y su carácter. Y la galería de ellos es extensa y variada: políticos, nobles, terratenientes, funcionarios...
Otra cosa que hay que situar en el momento es uno de los temas de la obra: la pasión que lleva al adulterio y, tras la reprobación social, a la muerte (impresionante la agonía del hermano de Levin). A esto se contrapone el canto a la vida familiar, apartada del "mundanal ruïdo", o la de quien, por depender económicamente de su marido y con unos hijos a su cargo, tiene que asumir que la engañen. La búsqueda de la felicidad sería otro de los ejes temáticos, de rabiosa actualidad siempre.
Unas últimas líneas, para no cansar, dedicadas a la estructura de la obra, todo un juego de simetrías y equilibrios perfectamente sopesados. Asímismo la delicadeza poética de las descripciones, que pone de manifiesto su preocupación por el estilo. Todo ello fue repudiado por el autor en su última etapa de espiritualidad y su elogio del trabajo manual y la defensa de la no violencia.
Es posible que para completar (mis lagunas son comparables a las de Ruidera) y contrastar tenga que empezar algún día de estos con otra adúltera famosa, Mme. Bovary. En la cabeza ya llevo la figura de Ana Ozores y la inolvidable Fortunata. Así pues, para este verano, incluid en vuestra lista un paseíto por la sociedad rusa del XIX.
José Manuel Mora.
P. S. Las próximas lecturas que me esperan son de rabiosa actualidad. Seguiremos informando.
Comentarios
Saludos!
Hoy tropecé con este blog y me voy a hacer seguidora. Un saludo!