Winter's Bone, de Debra Granik.

En el profundo Sur

Para los de francés, por si aún quedan, el título de la peli, Winter's Bone, se podría traducir por algo así como "hueso de invierno". La dirige una mujer, Debra Granik, de quien no había oído hablar. Es su segundo film. Está basado en una novela homónima de Daniel Woodrell, y ella misma ha escrito el guión. Todo esto lo señalo porque ambos, peli y guión han obtenido primeros premios en el supuestamente alternativo Festival de Sundance. Digo supuestamente, porque aquél que nació bajo los auspicios de R. Redford para impulsar el cine independiente estadounidense, va adquiriendo las mismas dosis de márquetin, como trampolín que empieza a ser para los óscar.

Y la interpreta un grupo de actores, alejados del glamour hollywoodense, a los que el desconocimiento de sus fisonomías hacen todavía más creíbles en sus cometidos, encabezados por una para mí desconocida Jennifer Lawrence, que va a ser difícil que olvide. Y hasta aquí una cuestión de créditos que, aunque técnica, puede iluminar qué tipo de película vengo de ver. Cabe señalar que, para ser entre semana, había media entrada de gente joven de mi edad.

Y vamos con lo que me ha sugerido su visionado. Ya sabéis que no suelo contar el argumento para no desmontar la intriga. Aquí bastaría señalar que se trata de la búsqueda de una chavala de 17 años, que necesita encontrar a su padre para que no la desposean de la casa que él dejó como fianza para salir de la cárcel. Con estos mimbres se podría hablar de "cine negro" como etiqueta clasificatoria, sobre todo teniendo en cuenta que la búsqueda se realiza en el fondo del estado de Missouri, fondo, fondo, lo que da lugar al retrato de un microcosmos rural, que me ha traído a la cabeza aquellas atmósferas tan enfermizas y enrarecidas de las novelas de otro sureño ilustre, Faulkner, aunque no tenga nada que ver.


Aquí la degradación se produce por el tratamiento, comercio y consumo de crack. Las familias que tuvieron un estatus de clase media, a juzgar por fotos antiguas, viven ahora en medio de ninguna parte, en granjas destartaladas, en condiciones casi infrahumanas en un permanente invierno, para un país como EE.UU. Las únicas instituciones que aparecen son la escuela, la oficina del sherif y la del reclutamiento del ejército. Para todo lo demás que se pueda necesitar, para la supervivencia, la protagonista cuenta únicamente con sus propias fuerzas para sacar adelante a sus dos hermanos pequeños y a su madre enloquecida. No hay apenas solidaridad humana ("No pidas nada de aquello que creas que mereces" le dice a su hermano chico) , una vecina interesada, una amiga; todo ello conforma un cuadro de realsimo social de ese país que solemos asociar casi exclusivamente con las grandes ciudades. New York, L.A....

Es una peli de personajes perfectamente dibujados: el de la chavala, "una auténtica Dolly", su apellido, que confiesa a su tío que siempre le tuvo miedo, y éste le contesta "Eres una chica lista". Y que, a pesar de su fragilidad, tiene arrestos para pelear , y aquí el verbo no es una metáfora, por lo necesario para sacar adelante a su familia. Los otros a los que se enfrenta son una cuadrilla de lo más inquietante, no se andan con tonterías, no hay ternurismo fácil, aunque puede llegar a haber poesía en medio de esa fotografía sucia, sin relieve, acompañada por una música country que ambienta a la perfección alguna de las secuencias. Todo ello nos lleva hasta el final conteniendo el aliento. El guión (lo siento, de nuvo con tilde, J. Marías me acabó de convencer) va desvelando la trama a un ritmo medidísimo que te mantiene pegado a la butaca. Cine del bueno, ya digo. Y como muestra, como siempre, el tráiler, subtitulado, para que nos podamos hacer una idea de como hablan de verdad los actores.



José Manuel Mora.

Comentarios