Gervasio Sánchez: Documentos para la denuncia

Gervasio Sánchez

De mi reciente visita a León, tal vez lo que me ha impactado con más fuerza ha sido la exposición del MUSAC, que se presenta simultáneamente en La Casa Encendida de Madrid y en el CCCB de Barcelona. Seguramente los espacios casi desnudos, de paredes de cemento visto y altísimos techos resaltan con más fuerza las imágenes que cuelgan de sus lienzos.


Cuando uno se aproxima a las imágenes, la emoción crece. Con textos mínimos el autor localiza y data cada una de ellas y da nombre a sus protagonistas, casi todas mujeres, que sostienen en la mano la foto de alguno de sus familiares desaparecidos, en riguroso blanco y negro, el color de las pesadillas, en un magnífico ejemplo de fotoperiodismo de denuncia mediante la constatación de hechos.

Desde que Gervasio Sánchez se licenció como periodista en los años ochenta, inició su recorrido por países en los que la gente no ha parado de buscar los restos de sus seres queridos, que un día desaparecieron, aunque sería mejor decir que "los" desaparecieron: el Chile de Pinochet, la Argentina de los generales, con Videla a la cabeza, el Perú de Sendero Luminoso, la Guatemala del temible Ríos Mont (donde siete años después de acabada la guerra, cuando yo la visité, me invitaron a ir de escudo humano a un desenterramiento de asesinados, para evitar que dispararan a los familaires), la Colombia destrozada por la guerrilla, los paramilitares y el ejército, la Yugoslavia arrasada por los nacionalismos, y la inacción de la comunidad internacional, el Irak de Sadam Hussein, la Sierra Leona olvidada en "el corazón de las tinieblas" del África negra...un reguero de horror en el que ha incluido recientemente a las víctimas de nuestra Guerra "Incivil" que aún siguen en las cunetas, sin descansar esos huesos ni el dolor de sus familiares; lucha por la que se le puede caer el pelo a Baltasar Garzón, cuando debería haber sido una tarea de cualquier gobierno con membrete de democrático.

Con todo ello ha conformado la exposición Desaparecidos, que podría ser un exponente de lo que no es políticamente correcto. Y eso que el autor no carga las tintas con leyendas desgarradoras. Deja que sean esos rostros los que hablen desde sus fotografías, convertidas en un documento imprescindible para un posible testigo de cargo. Por toda esta labor se le concedió en 2009 el Preio Nacional de Fotografía. Fiel a su compromiso, los honores y posibles halagos no fueron suficientes para taparle la boca y planteó públicamente una denuncia a los gobiernos españoles que predican el pacifismo y practican la venta de armas a estos países, donde luego se usan para el horror. Fue en la entrega de premios Ortega y Gasset. Desde entonces se le ha intentado silenciar y ningunear. Y yo no puedo por menos de copiar aquí su discurso.
"Estimados miembros del jurado, señoras y señores:
Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo.
Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar.
No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.
Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.
Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad. Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.
Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.
Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.
Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.
Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.
Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.
Muchas gracias".
Gervasio Sánchez, Premio Nacional de Fotografía 2009
Junto a esta contundente obra Gervasio sigue mostrando lo que en palabras de Riszard Kapuscinki constituye lo esencial de sus fotos: "inoportunas y certeras en su impertinencia". Además mantiene un blog al que invito a entrar a quienes quieran conocer más y mejor su trabajo fotográfico: "Los desastres de la guerra". Goya siempre tan certero y tan actual.
José Manuel Mora.

Comentarios

Pedro López Tárraga ha dicho que…
El Musac, simplemente es espectacular, tanto por dentro como por fuera, sin duda merece la pena un viaje a Léon para disfrutarlo.
Anónimo ha dicho que…
Impresionante el discurso... LE
hiparco ha dicho que…
Gervasio hace arte social, y me pregunto si en el afán de belleza no está incluída la conciencia insobornable de los valores, el descubrimiento de la verdad; me respondo que no hay otra opción válida que ésta.
MBAD ha dicho que…
Totalmente de acuerdo con Hiparco, aunque supongo que en la entrada quedaba explícito con mi valoración.
Anónimo ha dicho que…
Joder José Manuel, si alguien entra ahora en casa diré que estaba pelando cebollas.
Fermín.
Fran ha dicho que…
Tiene que ser verdaderamente impactante la exposición. Muchas gracias por incluir el discurso de Gervasio en el Ortega y Gasset, no lo había leído.
Y el MUSAC, pues se ve que es una pasada. ¿Cuándo tendremos algo parecido aqui?? :(

Saluts!!