El legado de D. Niceto

Peripecias de un archivo personal y republicano

Quienes me sufrieron durante sus años en el Módulo, saben que no me ocupaba de la Archivística, que regentaba José A. Fernández Cabello con tanto conocimiento de causa. Sin embargo, de las visitas realizadas en nuestros viajes, guiadas de su autoridad sapiencial, fui aprendiendo cosas y me fue resultando interesante ese mundo de legajos del que desconocía prácticamente todo.

Y así, me animo a redactar esta entrada bajo la etiqueta que menos textos incluye. La motivación, lo novelesco del recorrido de carpetas, testamentos, cartas personales, conferencias, diarios, y documentos oficiales de quien fue Presidente de la II República Española: D. Niceto Alcalá-Zamora (Priego de Córdoba 1877-Buenos Aires 1947). Dado el cargo que ocupó hasta 1936, lo suyo es que todo este ingente legado hubiera estado custodiado en el Archivo Histórico Nacional. Sin embargo inicialmente fue guardado por el ilustre prócer (¿qué demonios querrá decir prócer?) en una caja fuerte de un banco, cerca de 1.200 documentos, lo que da idea de la importancia que el recolector daba a su permanencia en el tiempo. Con el inicio de la Guerra Civil toda esta documentación desapareció, como tantas otras cosas valiosas que se llevó el viento violento de la Historia.

En 1941 reaparece su rastro , ahora en manos de una familia, los Soria, a quienes se consideraba propietaria por usucapión (y ahora sí, ¿qué leñes quiere decir el palabro?, pues simplemente "adquisición por uso", lo que me suena a eufemismo). Esta familia los conservó en secreto hasta 2008. ¿En qué condiciones? ¿Con qué cuidados? Quienes han visitado algún archivo saben de las preocupaciones sobre temperatura, humedad, luz, etc. que sus responsables deben asumir para evitar su deterioro. Por no hablar de la imposibilidad de consulta y estudio.

La familia (¿0 sería más apropiado llamarla famiglia?) pretendió vender el material al ¿historiador? César Vidal. Los descendientes de don Niceto denunciaron la operación ante la Guardia Civil, que la frustró. Es conocido que el Estado tiene derecho a pujar en primer lugar, para que el legado vuelva a manos públicas, de donde nunca debió salir, aunque los jueces consideraron que la familia Soria podía actuar como quisiera. Al final, entregaron la documentación al Estado ("los caminos del Señor son insondables"), a cambio de satisfacer sus obligaciones con Hacienda, quien la valoró en 80.000 euritos de nada.

Ahora se encuentra en depósito en el Archivo Histórico Nacional, que es el custodio de toda la documentación que generan los jefes de Estado en nuestro país. En este momento está en proceso de restauración y con posterioridad será accesible su consulta en sala para investigadores y curiosos en general. ¿Qué tal la peripecia?

Esta entrada va dedicada a José Antonio, con todo mi cariño y admiración.

José Manuel Mora.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Esta semana incorporo a mi léxico “prócer”, la semana pasada me tocó “plétora”… Xé, xé, xé… me ha gustado la entrada; estos días leo a Manuel Azaña… a otro que le “secuestraron sus papeles”, pero es lo que trae, o debería decir se lleva, el viento violento de la Historia… Luis E.