De mitos y hombres...

Como a nuestro parescer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Jorge Manrique

Esta semana ha habido suerte y he podido ver dos. Así que aquí va el segundo de mis comentarios: Midnight in Paris, de Woody Allen. Vaya por delante que soy un fan de Allen reconvertido. Sus primeras películas tenían un humor que no acababa de llegarme. Luego, con la introducción de sus personajes tan conflictivos (especialmente su sosias, interpretado inicialmente por él, pero luego encarnado por otros actores en los que él aparece subyacente y reconocible), con sus historias con un toque de romanticismo imposible y desencantado y sobre todo con el toque de ironía siempre presente, acabó por conquistarme. No siempre acierta. Véase si no, Vicky, Cristina, Barcelona, que dejaba meridianamente claro que estaba subvencionada por la oficina de turismo de las dos ciudades.

Del mismo modo que los europeos soñamos con los EE.UU., o mejor dicho, con la ciudad que los representa, aunque sea la menos estadounidense, Nueva york, los del otro lado del charco, más si son cultivados, tienen mitificada a la vieja Europa y más a la ciudad de París. Esto es así desde hace ya casi un siglo. Parece que pintores, escritores, incluso cineastas, no pueden pasar sin su periodo de inmersión formativa en la ciudad de la luz. Y así Allen ha decidido rodar en ella su particular homenaje. De hecho hay una serie de imágenes, antes de los títulos de crédito, que conforman un juego de postales magníficamente fotografiadas.

Como dicen los anuncios, no conviene desvelar nada de su contenido, porque tiene sorpresa, yo no suelo hacerlos en mis comentarios, y ésta no iba a ser la excepción. Quiero simplemente apuntar que la mitificación a la que alude el título de la entrada, no responde sólo a un lugar, sino a una época determinada y a unos personajes que la habitaron. Cuando la estupenda Marion Cotillard riza el rizo sobre su particular edad de oro, su oponente, un desconcertado Owen Wilson, descubre que contrariamente a lo que decía Manrique, "cualquiera tiempo pasado no fue mejor", fundamentalmente porque no existía la novocaína a la hora de ir al dentista. Y aquí vuelve a escucharse la voz de Allen, con sus miedos al dolor y a la muerte.

Añadid a todo este juego de trampantojos una banda sonora, como siempre en el neoyorquino, perfectamente escogida e interpretada y una fotografía de una calidez que añade magia a lo que ya la historia aporta de por sí. Y así tendréis los elementos para conformar esta comedia como algo que se bebe en un suspiro, deliciosa, entrañable y divertida para quien sepa ver los guiños que se lanzan desde la pantalla. El del Ángel exterminador es soberbio.

Esta vez no he puesto el tráiler traducido, para así poder escuchar las voces originales. Lo de menos es lo que en él se dice. Creo que quienes se animen a verla tienen el entretenimiento asegurado.

José Manuel Mora

Comentarios

hiparco ha dicho que…
Excelente película aunque parecería que peca de culturalista, no es sino la misma imagen estereotipada del autor y muchos sobre un lugar y una época eternos, sabiamente presentada; me quedé encandilado.
Basi ha dicho que…
A mí no me ha gustado tanto, reconozco que tiene una magnífica banda sonora y una fotografía soberbia, pero se repite demasiado y algunos de sus personjes son bastante maniqueos. Echo en falta la chispa y el humor de sus mejores películas. Me aburrió un poco.