Blanco nocturno, de E. Piglia: Premio de la crítica 2010

Novela recomendada

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia (me refiero a la novela de Posadas que reseñé con anterioridad). Sin habérmelo propuesto he leído dos novelas negras seguidas, siendo así que no es un género que me vuelva loco. Veamos por qué. Ya he dicho en estas ¿páginas? que no se puede estar a todo, o en palabras de los clásicos, Ars lunga, vita brevis. Es decir que uno también tiende a dejarse orientar en la elección de sus lecturas. El Premio de la Crítica es el único que se concede en España sin beneficio económico alguno. Sin embargo, y tal vez por ello, tiene mucho prestigio. Tengo la costumbre de hacer caso a los que saben y así he ido aceptando sus sugerencias. Pues bien, este año, para los publicados el anterior, el premio ha recaído en PIGLIA, Ricardo. Blanco nocturno. Barcelona: Anagrama, 2010.

Sabía de la existencia de este narrador y periodista argentino (Adrogué, Bs. As. 1940) desde que vi la peli Plata quemada, basada en su novela homónima. Pero no lo había leído. Siempre me resulta placentero volver al acento pampeano cuando hablan los personajes, a las descripciones demoradas de esas extensiones vacías, llenas sólo de pasto y cielo y algún animal perdido. Y un pueblo perdido en medio de esa inmensidad inacabable, en los años '70 del siglo pasado, donde viven y mueren, ¡y cómo!, personas anónimas, aparentemente no dignas de que se cuente su historia. Algo que me ha traído a la mente los ambientes de la narrativa de W. Faulkner, en el profundo sur estadounidense. La perspectiva inicial la da el comisario Croce, encargado de investigar el asesinato de un gringo "moreno"casi recién llegado al pueblo. Aparentemente se lo quiere clasificar como crimen pasional, pero hay plata de por medio, y una familia antigua en la zona, y dos hermanas pelirrojas, las Belladona, que se acuestan con el gringo y entre ellas. El peculiar modo de trabajo del comisario no le permite quedarse con lo que parece evidente y su retrato resulta atrayente por lo atípico.

Sin embargo, en la segunda parte, el punto de vista cambia al de un periodista recién llegado, un tal Renzi, desde Buenos Aires a la Pampa lejana y aparentemente desconectada de todo. Parece que ya ha aparecido en otras de sus novelas y su profesión permite que el libro adquiera un aire de crónica, aumentado éste con las notas al pie, que pretenden dar veracidad a lo que se cuenta. Lo que el fiscal ya ha dado como caso cerrado, se va complicando en la pesquisa del periodista que colabora con el dimisionario comisario y con la aparición del tercer hermano, Luca Belladona, entre héroe trágico griego y pirado por aislamiento. Y las cosas ya no son tan claras como algunos las quieren presentar. Según se mire, el dibujo que sigue es un pato y a la vez un conejo. Todo es relativo.

Y es ese punto de ironía inteligente lo que también diferencia el libro de Piglia del de Posadas. El que todo no sea fruto de pasiones individuales, sino del hecho de que “el criminal ya no es un individuo aislado, sino una gavilla que tiene el poder absoluto”. No quiero adelantar más elementos de la trama, simplemente avanzo que el pueblito ni está tan aislado ni es tan diferente de lo que se consideraría a golpe de vista.
Así pues, para los amantes de las novelas de género, aquí está este libro de trama interesante y de prosa tersa, desesperanzado, como la vida misma, nada convencional, pues. Ánimo.

José Manuel Mora

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