La letra escarlata, de N. Hawtorne: Vuelta al s. XIX

Del puritanismo y otras historias (terribles)

He de reconocer que el autor no forma parte del habitual canon de "imprescindibles". Sin embargo, Hawtorne se cuenta, junto con E. A. Poe y H. Melville, entre lo más granado de los prosistas estadounidenses decimonónicos. Nacido en Nueva Inglaterra (véase además Nueva España...etc.), es un escritor que vive en pleno s. XIX, en su primera mitad, influido por el ambiente tardo romántico que llega a las ex-colonias con algo de retraso. Su paso por la Administración de la aduana del puerto de Boston le posibilitó luego un cargo en Inglaterra y un posterior viaje por Francia y Europa.

Su imponente imagen da idea del ambiente de la época. El barniz europeo seguramente chocó con su formación religiosa, en el entorno puritano de los colonos europeos que se asentaron en la costa este y que todavía se mantenía durante su infancia. Tal vez ambas influencias hacen que la novela que quiero comentar tenga un tono tan particular. HAWTHORNE, Nathaniel. La letra escarlata. Barcelona: RandomHouse Mondadori, col. Debolsillo, 2010. A posteriori descubro que existe versión fílmica, nada menos que con Demi Moore. Aquí no puedo establecer comparaciones. Así que allá va la valoración del libro.


Aconsejo, antes que nada, saltarse el prólogo de Reig, para que no destripe la trama. Se puede volver a él una vez acabado el libro. También la traducción deja algo que desear. Más que la hermosa foto de la cubierta, tal vez hubiera sido mejor elegir cualquiera de los cuadros de la escuela holandesa del s.XVII porque, aunque escrita en 1850, el autor la sitúa a mediado de ese siglo, cuando llegan los primeros colonos, de puritanismo estricto. Para él se trata de "la generación más intolerante que jamás haya pisado la tierra". A pesar de este juicio, Hawthorne se vale de un recurso literario, porque no parece su propia voz la que cuenta, sino la de un narrador más tolerante con sus personajes, sobre todo con los tres protagonistas: la mujer, el viejo médico y el pastor de almas. Los tres se mueven agobiados por la culpa, el auténtico leit-motiv del libro, aunque cada uno la viva a su modo: ella con el estigma de la letra en su pecho; el viejo con su afán de venganza que sabe culpable; y el más atormentado de todos, el pastor, que tiene que fingir por el cargo que ocupa, aunque se sabe reo de falta irreparable.

No es una novela de acción, sino de análisis de estados de ánima, abocados a la fatalidad en medio de una sociedad en la que todavía no existe el matrimonio por amor y en la que el adulterio es objeto de condena absoluta. Tal vez en ese estilo demorado y premioso en las descripciones el lector actual pueda desesperarse un tanto; sin embargo es ese análisis de los sentimientos de sus personajes lo que la convierte en una novela moderna. Y el retrato de Hester Prynne es el mejor trazado. Esta mujer, que acaba llevando con orgullo su letra escarlata en el pecho, no es más que un ser en busca de la felicidad, en parte a través de la compasión que siente por los demás. En parte mediante el intento de redención que supone su hija, la pequeña Pearl. Así pues, novela para espíritus sensibles.

José Manuel Mora.

Comentarios