De Balzac y su biografía

BookCrossing, que decimos los ingleses

Me pasa lo contrario de lo que le sucede a muchos británicos. No soy aficionado a las biografías. De hecho he leído pocas (Vivir para contarla, de García Márquez, y es una autobiografía, magnífica, eso sí) y poseo menos en mi sucinta (¿qué rayos querrá decir "sucinta"?) biblioteca. Pero, "iba el otro día a comprar el pan", que decía Umbral, y frente al complejo de Las Cigarreras (atención a este espacio, que empieza a presentar exposiciones, y no sólo, interesantes), sobre un poyete, tropecé con un montón de libros desparramados. Variopintos en temáticas, autores, editoriales y formatos, pero todos con pinta de "viejos". De hecho, el que me llamó la atención, tenía sus hojas teñidas en sus contornos de ese color canela claro que la luz y el tiempo dan a los libros, más si son barateiros. No lucían etiqueta alguna de formar parte de un momento de bookcrossing, ni de un happening cultureta, más bien aparecían dejados al desgaire, como por parte de alguien que quiere, o tiene que, desprenderse de ellos y lo hace en bloque, sin mucho cuidado. Entre tantos otros me llamó la atención uno en rústica, con encuadernación encolada y una sobrecubierta casi de comic. ZWEIG, Stefan. Balzac. La novela de una vida. Barcelona: Ediciones G. P., distibuido por Plaza & Janés, 1972 (¡!), y por 50 pesetas de vellón.

Quienes, de entre mis improbables lectores, guarden memoria o sean simplemente curiosos, tendrán bastante con retrotraerse a noviembre de 2010 en este blog, donde ya comenté otra obra, para mí capital, de este autor. Además de novelista, dramaturgo y ensayista fue un apasionado de los estudios biográficos. La elección de cada uno de ellos supone una declaración de intenciones, pues cada uno representa para nuestro autor algo más que el compendio de una vida. Y así irán apareciendo las dedicadas a Erasmo, Fouché, Mª Antonieta, Mª Estuardo, y las que más pueden atraer a un viejo profesor de literatura, las de Dostoievski, Dickens y Balzac, publicadas como unidad con el título de Tres maestros. Dejó inconclusa por su suicidio la dedicada al gran Montaigne.

Vaya por delante un acto de humildad: como no se puede estara todo, he de confesar que no he leído nada del monstruo de las letras francesas del S. XIX. Probablemente había algo en él, y en lo inabarcable de su obra, que me echaba para atrás. Los fragmentos de las antologías sí lo mostraban como alguien capaz de abrazar al ser humano en su totalidad, no en balde eligió un título para su obra, en franca competencia con el Dante, nada menos que La comedia humana. Tengo la impresión, después de haber completado las 400 págs. del librito, que Zweig experimentaba por su biografiado un sentimiento mezclado de atracción y repulsa. Parece increíble que un hombre que sólo necesitaba, para construir su vasta obra, plumas, papel y tinta y una mesa y una vela como las de la imagen, dedicara ingentes esfuerzos a conseguir hacerse rico mediante negocios imposibles, que cada vez lo arruinaban más, o mediante un matrimonio ventajoso con una rica perteneciente a la nobleza, que lo alejara de los impagos y de la justicia y la cárcel, amenazas que se cernían constantemente sobre su cabeza.

Seguramente lo que llevó a Zweig a dedicar enormes esfuerzos a conseguir toda la información posible sobre la vida de Balzac, incluso con testimonios manuscritos, para construir este monumento a su vida, que también quedó inconcluso (fue su editor y amigo quien acabó de diseñar sus últimas páginas), fue el extraordinario impulso del fracés de "escribir una historia completa, poética, de la época, que abarca todas las clases, profesiones, pensamientos y relaciones". En 20 años fue capaz de hacerlo a través de 74 novelas y más de 2.000 personajes. Para ello escribía 15 horas al día y bebía incontables litros de café para mantenerse despierto, lo que acabó por destrozar su corazón y su estómago y lo llevó a una muerte prematura a los 51 años.

Y no sólo el hecho material de escribir, sino que sus cuartillas manuscritas no eran más que borradores que, una vez tipografiados, en las galeradas que le enviaban, servían para las incontables correcciones que desesperaban a cajistas y editores, pues no veían nunca su trabajo finalizado. La vida de Balzac, tal como la cuenta Zweig, nos aparece más como una novela, que como una biografía; y aún se podría ir más lejos y afirmar que se acerca peligrosamente, la vida, no el libro, a un culebrón latinoamericano de los de ahora. Las virtudes del infatigable escritor no acaban de ser ensombrecidas por su incomprensible, al menos para mí, afán de trepa. A pesar de lo lejano que me resultaba el hombre, no he podido dejar el libro de lado. Creo que en esto tiene que ver la magia de Zweig a la hora de novelar la vida de aquel genio de las letras decimonónicas, que empieza escribiendo llevado en la ola del Romanticismo imperante y acaba siendo el padre del nuevo movimiento, que arrasaría en toda Europa durante la segunda mitad del siglo: el Realismo.

José Manuel Mora

P.S. Me parece innecesario decir que el librito quedará abndonado en cualquie banco de cualquier parque cercano. Y que siga la bola.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Espero que tú sí lo etiquetes como Libro Libre en "aquesta" biblioteca universal que es el Mundo. LE