Documentación...gráfica y su problemática

Agustí Centelles & Sergio Parra


Hace tiempo que una insigne modulera, María, colgó una entrada sobre un archivo fotográfico alicantino. Ya sabéis que los archivos no son mi fuerte, pero en el antiguamente llamado de la Guerra Civil, con sede en Salamanca, y hoy conocido como CentroDocumental de la Memoria Histórica, que tanto dio que hablar en su momento por el traslado de sus fondos a Barcelona, vuelve a haber conflicto. Esta vez a propósito del legado del inconmensurable fotógrafo Agustí Centelles. Según uno de los hijos del artista, porque arte hay en estas imágenes, La Generalitat de Catalunya, en manos de Convergència i Unió, pretendió quedarse con el legado fotográfico por su carácter de "bien de interés cultural", lo que la familia consideró un intento de expolio.

Parece que la negociación se rompió y los herederos pasaron a tratar con el Ministeriode Cultura a quien por fin vendieron el archivo Centelles en 2009 por 700.000 €, con una condición bien conocida por los de archivística: "la permanencia definitiva , conjunta e indivisible de los documentos fotográficos" en el archivo salmantino.


Como estas condiciones se firmaron ante notario, parece que el Govern de Convergència tendrá difícil un nuevo traslado de cajas a Barcelona, como el que ya se realizó. Resulta coherente que se respete lo firmado por mor de la unidad de fondo archivístico, además de que con estas imágenes se enriquece el conjunto documental de Salamanca.

El otro asunto tiene que ver con la libertad de expresión, a estas horas y con la que está cayendo. Y nuevamente son las imágenes las protagonistas. Sergio Parra es el otro nombre propio. El fotógrafo ha estado curioseando por los camerinos teatrales durante 12 años y fruto de esa curiosidad han sido 60.000 negativos, de los que ha seleccionado una cincuentena, en gran formato, para una exposición patrocinada por el Festival de Teatro de Mérida, dirigido este año por la magnífica actriz y directora Blanca Portillo.

Pues bien, tras ser expuestas según lo acordado, la directora del certamen ha comenzado a recibir centeneres de correos electrónicos, todos con el mismo texto, conminándola a retirar justo la que cuelgo supra. Razones: que "atenta contra los cristianos". No contentos con ello, los promotores de la campaña se valieron de las presiones de bancos, cajas y organismos públicos extremeños (recordatorio para quienes no estén al día: la Junta ha pasado a manos del PP en las últimas elecciones autonómicas) que amenazaron con retirar su patrocinio al Festival emeritense. Consecuencia: Portillo ha quitado la foto en cuestión para no perjudicar a la muestra y ha presentado luego, en eun acto de coherencia, su dimisión.

Da igual que el actor Asier Etxeandía estuviera siendo maquillado para su papel en la representación de Inferno, de T. Pandur, como lo hace Fele martínez en la siguiente. Decidió colocarse una imagen del Cristo de Velázquez para cubrir su sexo, por ser dicha imagen la que lo estaba inspirando. Y de repente este gesto se ve ofensivo, como las famosas caricaturas de Mahoma en Dinamarca. Nadie obliga a visitar la muestra. Quienes lo hacen deben saber que el arte, como dice la Portillo, "es ese espacio de libertad que tiene como objetivo mostrar y mover a la reflexión". En este caso, la fragilidad del actor en la soledad del camerino, mientras se prepara externamente con el maquillaje e internamente con la concentración para salir a escena, a "en-carnar", dar su propia carne a su personaje.

Como la Verdú en esta última foto. Una vez más resulta extenuante tener que pelear por lo obvio. Y triste, que de nuevo las fuerzas oscuras hayan conseguido limitar la libertad artística y expresiva del fotógrafo. Parece que se avecinan de nuevo "malos tiempos para la lírica". Y nosotros con estos pelos. Esperemos que la segunda parada de la muestra en el el Teatro Español de Madrid no corra la misma suerte.

José Manuel Mora


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