Blackthorn, de Mateo Gil

Western crepuscular

Creo que ya he dicho en alguna de estas "páginas" que no me gustan las pelis del oeste. Pues esta entrada va a valer para desdecirme. Y resulta curioso que no sea mediante un film de J. Ford, o de H. Hawks, padres del género, sino de un españolito de a pie, que ha debido de ver mucho cine clásico, Mateo Gil, de quien ya vi su inquietante ópera prima, Nadie conoce a nadie, y que ahora estrena Blackthorn. Sin destino, después de haber trabajado de guionista para Alejandro Amenábar.

Los que tenemos una edad, recordamos el delicioso antedecedente: Dos hombres y un destino, de Roy Hill, nada menos que con Newman y Redford en los papeles de Butch Cassidy y Sundance Kid, y una banda sonora que nos marcó: raindrops keep falling on my head.

Gil ha tenido que echarle valor para atreverse con semejantes figuras. Seguramente el guionista Miguel Barros ha aportado lo suyo, con un texto que retoma la figura de Cassidy, no en el esplendor de la plenitud, como en la película anterior, sino en el declive de su vida, cuando el personaje se dispone a volver a su tierra, desde la Bolivia donde ha estado escondido muchos años bajo otro nombre. Con toda seguridad, la película no sería la que es si no hubiera contado para encarnar al viejo atracador de bancos con Sam Shepard, autor teatral de gran prestigio en los USA y ocasional actor de presencia electrizante (Paris-Texas). Y es etonces cuando se cruza en su camino la figura del personaje de Noriega (que no le pierde la cara en ningún momento al yankee), que le propone algo a lo que no sabrá resitirse. Como en casi todos los westerns, el relato se estructura en torno a un recorrido, una búsqueda, o como aquí, una huída. Ello da pie a que el magnífico fotógrafo Ruiz Anchía nos muestre unas localizaciones espectaculares de la Bolivia profunda, siempre con una bellísima luz. También en esto la peli me ha servido para resarcirme de una frustración: en mi viaje al país andino, por culpa del soroche, tuve que dejar el viaje al salar de Uyuni, el saladar más extenso y a mayor altura del mundo. Gil lo presenta en toda su grandiosidad, a través de inacables galopadas, con los caballos con los ojos vendados para que no perdieran la vista, igual que los cañones o los picachos nevados. Del mismo modo cuida muchísimo la ambientación y, en ese sentido, la transformación que opera en el tradicional saloon lo convierte en una pulquería con una señora impagable, que sólo sirve chicha.

Con ser todo ello impresionante, lo que más me ha atraído del film ha sido la contraposición de caracteres, de maneras de ver y estar en el mundo, la del españolito gachupín, para el que todo parece valer, y la del viejo que antepone la amistad y la libertad a cualquier otro tesoro. Para mejor enteder todo ello, el director se vale de unos flash-back provocados por la escritura de unas cartas, que nos lo resitúan en su momento de juventud, cuando aún eran tres. Ese contraste entre el ayer y el hoy producido por el paso del tiempo con sus derrotas y sus aceptaciones, es el otro gran eje temático de la película. No quiero dejar de citar a Stephen Rea, el preferido de K. Loach quien, en un papel episódico, también muestra las huellas del tiempo y una especial manera de fidelidad, con una intensidad en la derrota enorme.

No creo que deba desvelar el final del cuento, ni dejéis que otros lo hagan. Lo que para mí está claro es que al salir del cine, se precisa rebovinar de nuevo la proyección para ejercitarse en la relectura de lo que vimos con ojos inocentes la primera vez y sacarle así todo el jugo que la peli lleva dentro. La mirada de Shepard nos acompañará y seguramente perdurará en nuestras memorias. El personaje derrotado y solo del inicio, entra en la leyenda con categoría de héroe en el último plano. Creo que los amantes del buen cine no deben dejar de verla. Y ojo, porque ayer éramos tres.

José Manuel Mora.





Comentarios

Lola Alted ha dicho que…
A mí me encantó esta película pero sentí mucho que no la proyectaran en versión original... y que su estreno fuera en verano porque en la sala estaba yo sola.

Bueno blog :)

Un saludo!

Luis Manteiga Pousa ha dicho que…
Muy interesante Blackthorn y con buenas interpretaciones.Bastante mejor que Nadie conoce a nadie.