Super 8: La peli del verano


Otra de extraterrestres...

En medio del secarral que ha supuesto la cartelera durante este "largo y cálido verano", he aquí que una peli de la factoría Spielberg inunda simultáneamente todas las salas de cine de Alicante: Super 8. El poderío de las distribuidoras yankees es lo que tiene.

A quienes sean demasiado jóvenes es posible que el título no les diga nada; pero para quienes tenemos una edad, es sinónimo de los primeros aparatos para captar imágenes en movimiento, que fueron asequibles para los bolsillos de la gente de a pie y con los que se filmaban bodas, bautizos, comuniones y cualquier clase de evento familiar o amical.

Una vez revelada la película de 8 mm., su proyección en casa era motivo de nuevas reuniones para ver lo filmado, en las que se comentaban las imágenes y eran la razón de las risas en un primer momento y luego de las lágrimas, cuando los que seguían vivos en el celuloide ya no estaban. Todo ello desapareció como por ensalmo con la llegada de los soportes digitales y las vídeocámaras. El último paso se ha dado con los teléfonos móviles, capaces de captar imagen y sonido, en color, en una aceptable resolución. Y si no que se lo digan a todos los que cuelgan sus capturas en youtube.

J.J. Abrams es su director, apadrinado por el mago de la imaginación, aunque a él tampoco parece faltarle. Muestra de ello fue la serie televisiva Perdidos (Lost), que consiguió toda una caterva de seguidores enganchados, entre los que me encontré en la primera temporada. Pues bien, aquí tenemos de nuevo la aldea estadounidense de 12.000 habitantes, donde nunca pasa nada y en la que de repente comienzan a ocurrir fenómenos extraordinarios que, cómo no, algunos de los paisanos atribuyen a los rusos. La guerra fría todavía coleaba.

Y hay un grupo de niños de secundaria que hace sus pinitos con la cámara paterna, intentando filamar un corto de ficción, de temática zombi, y en cuya filamación se introduce el ocultismo del ejército y los alien, justo lo que necesita su desbocada imaginación. El filme es un homenaje a esos primeros creadores amateurs que, como el mismo Spielberg, eran capaces de crear su propia realidad a base de maquetas, maquillaje y trucos. Lógicamente quí Abrams cuenta con una infinita capacidad de medios que son sabiamente manejados para crear el ambiente adecuado y el clímax propicio a los sustos. La secuencia con la que arranca la peli, el descarrilamiento del tren es de antología, también la última. Todo en la estela de E.T. o Encuentros en la tercera fase.

Así pues una producción con la que pasar un buen rato estas semanas (aguantará varias). Se debe disfrutar en pareja o con niños. Los gritos están asegurados. Y una coda: hay que esperar a los títulos de crédito porque entonces se puede ver la película montada e interpretada por el grupo de amigos. A pasarlo bien.



José Manuel Mora

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