El día de mañana, de I. Martínez de Pisón (Premio de la Crítica 2012)

La "Transición" entra en la Literatura 


No sé si ya hay en esta lista de libros algún otro que haya obtenido el Premio de la Crítica, uno de los más prestigiosos del país, ya que es otorgado por críticos literarios de los diferentes periódicos y con fama de independiente. Pero durante mis años de docencia, como no podía estar a todo, fui adquiriendo la costumbre de leer el que lo lograba para así mantenerme un poco en contacto con lo último que se publicaba, lejos de la programación habitual de cada curso escolar.

Y, de repente, uno descubre que la época de mis años mozos ha pasado a ser pasto de la literatura. Gracias de nuevo a la generosidad de mi hermanico, llega a mis manos un libro "de actualidad" y no el enésimo clásico. MARTÍNEZ DE PISÓN, Ignacio. El día de mañana. Barcelona: Seix Barral, 2011. Es éste un "chico joven de mi edad", quiero decir, nacido en 1960, y por lo tanto 12 años más joven que yo. Dejo la fecha porque no me parece baladí para lo que luego quiero comentar.

La generación del 50, la integrada por Matute, por los Goytisolo, por Marsé, había novelado los años de postguerra, aquella época oscura de la España aislada del resto del continente por los Pirineos, "que nos separan de Francia" (según cantábamos en la escuela), la época del desarrollismo. Exactamente la época de la que arranca la narración que comento, con la llegada del protagonista, in absentia, como un charnego más, a la ciudad de Barcelona: Justo Gil.

Y he usado el latinajo porque se trata de una novela polifónica en la que no escuchamos en ningún momento su voz, no porque se construya desde un narrador omnisciente, sino porque una docena de personajes, con una perspectiva múltiple, pues, van dando información sobre el protagonista, un auténtico anti-héroe, un buscavidas, un trepa que me ha recordado a la figura de "Pijoaparte" en la novela de Marsé, Últimas tardes con Teresa. Como aquél, usa su éxito con las mujeres para ir haciéndose un hueco en aquella sociedad que debió de ser bastante difícil para los que llegaban. Acabará haciéndose confidente de la Brigada Social, conocida como la Secreta, de infausta memoria para quienes ya estábamos en la Universidad o en nuestros ambientes laborales. A todos los sitios llegaban sus tentáculos, asistidos por gente como el Rata.

Todo este recorrido histórico a través de la figura de Justo, llega hasta la Transición. Y precisamente los numerosos narradores, de extracción social, cultural, profesional diferente, permiten acabar haciéndose una idea del ambiente del momento. El problema surge de tanto narrador. El autor acaba centrándose en algunos de ellos, que son los que quedan mejor retratados: Carme Román, o el policía Mateo Moreno. Cada uno con sus peculiaridades expresivas y su personalidad, su historia. Otros quedan desdibujados y no vuelven a aparecer; el autor se ha servido de ellos para contextualizar la figura del protagonista quien, éste sí, queda bien retratado.

Y aquí viene la pega que yo le pondría a la novela. He tenido la sensación de que M. Pisón ha echado mano de abundante información periodística, ya que por edad él no vivió con suficiente consciencia muchas de las cosas que narra. Todo está bien documentado y sirve para acompañar la evolución del personaje, pero tenía la impresión de recorte periodístico, más que de recreación auténticamente literaria. Lo que no impide que la novela se deje leer de un tirón, con interés. Y tanto para los más jóvenes, como literatura "de época", como para la "gente joven de mi edad", a quienes nos coloca en plan "remember", el libro puede suponer una buena opción en este verano agobiante de primas de riesgo y amenazas de impagos. Ya le llegará su turno de ser también objeto de literatura. No hay más que esperar el tiempo conveniente para que con la distancia todo alcance el poso necesario.

José Manuel Mora

Comentarios

Basi ha dicho que…
Tomo nota de esta recomendación veraniega, pinta bien. He decidido dedicarme por entero a la literatura de ficción y no leer periódicos, me están aguando el verano. Por cierto, Londres me ha cautivado, interesantísima ciudad.