No habrá paz para los malvados: Cine negrísimo

¿Canalla o héroe?

Vaya por delante que el cine policiaco, los thriller, que le dicen, también llamados noir, o polar, para que todo no sea yanki, no son del todo santo de mi devoción. Ya sé que los buenos filmes de este género suelen encerrar una crítica social acerada y que son buenas radiografías del momento en que se ambientan. Me vienen a la cabeza las obras maestras en blanco y negro de los años 40. Sin embargo el componente de violencia desaforada que suelen encerrar me suele echar para atrás. No son, además, frecuentes en nuestra filmografía. Pero la recomendación amical ha podido más que mis reticencias.

En esta ocasión sí conozco otras obras de su director, Enrique Urbizu, interpretadas por el que seguramente es su actor fetiche: Coronado. Recuerdo haber visto con apasionamiento y horror la Caja 507 , de 2001 y La vida mancha. Sin embargo la dureza de las imágenes, desde el arranque de No habrá paz para los malvados, nos sitúa en otro orden de cosas. La cochambre del prostíbulo a punto de cierre y el temblor de manos del policía borracho nos ponen sobreaviso. Y hay en ese cuarto de hora inicial una dureza casi del estilo de Peckinpah. De hecho la peli se inicia in media res, que decimos los latinos. Y uno se pregunta si la violencia del personaje que imaginamos va a centrar la proyección es tan gratuita como aparece: simplemente la que posibilita llevar un arma en el sobaco. Se trata de un antihéroe del que desconocemos todo.

Y, de ese ambiente cerrado inicial, la cámara sale al exterior para mostrarnos un Madrid que espera albergar una cumbre del G20. Y se nos presenta el mundo policial, el de la judicatura, encarnado por una juez, Helena Miquel (¿quién sera esta magnífica tipa?), que realiza su trabajo con dedicación, con precisión, sin dejarse llevar por lo aparente y con tres minutos para enviar un cariño a su hijo, nada ternurista por otra parte. Y a través de su indagación, ayudada por un comisario eficaz, el aquí creíble Juanjo Artero, iremos viendo como lo que se inicia casi como una carambola del destino, va complicándose con tramas de tráfico de droga y por fin con células yihadistas.

El Santos Trinidad que en su momento fue nº 1 de su promoción, que se formó en los GEO, que tiene condecoraciones al mérito profesional, se nos va descubriendo como un juguete roto (¿por la profesión, por la vida?) al que el instinto lleva, sin embargo, a perseguir una pista, a tirar del hilo para desenredar una madeja, aunque le pueda costar caro. Está absolutamente solo. Conforme vayamos descubriendo la complejidad de la trama, la valoración del personaje irá seguramente cambiando. Todo ello hubiera sido imposible sin la magistral interpretación de Coronado, de su penetrante mirada, de sus pequeños gestos, de sus andares contenidos de borracho, de los cambios en el tono de su voz. Todo lo tiene medido e imagino que está estupendamente dirigido por su cómplice Urbizu. Vale la pena madurar para dar el fruto de todo lo aprendido de esta amenra. Los últimos diez minutos de la peli son terribles.

Y un último apunte. Despúes de lo de Atocha, resulta escalofriante pensar lo fácil que puede ser para los "malvados" del título, todavía hoy, intentar perpetrar otra barbarie similar. Urbizu apunta una de las posibles explicaciones: "¿Es que no se hablan los de policía de estupefacientes con los de seguridad exterior?". Cine político, pues, más que policiaco. Hecho en casa y con seriedad y precisión. Como los clásicos.

José Manuel Mora


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Podíamos haber ido juntos... pero como te tengo abandonado...

LE