Recordatorio
Vaya por delante que soy un fan antiguo de la Streep. Ésta ha sido la razón fundamental que me ha llevado a ver la película, un biopic en toda regla. Desde que la vi tan azorada y enigmática en La mujer del teniente francés he procurado seguir su camaleónico proceso de maduración como actriz. Para mí será siempre el rostro de Karen Blixen en África, y el de una mujer de la América profunda que vive una aventura de tres días que transformará su vida en Los puentes de Madison. Esto por citar sólo algunas.
Parece que la británica Phyllida LLoyd, experta en teatro inglés y que ya la dirigió en Mamma mia, ha decidido tentar a la estadounidense para superar un nuevo reto, encarnar a la que fue Primera Ministra británica entre 1979 y 1990. Y a fe que lo consigue desde el primer plano, Thatcher ya anciana, con una gabardina y un pañuelo en la cabeza, so british, y la mirada algo perdida. La manera en que la actriz camina en esa primera secuencia nos la hace creíble para el resto de la proyección. Si a eso se le añade un estudio profundo de atuendos, peinados, gestos, la caracterización resulta sorprendentemente perfecta. Y sin embargo...
A la película le falta músculo emocional, algo esencial en los filmes biográficos para que ayude a la identificación con la protagonista. No sé si es fallo del guión, o de la perspectiva de la directora. No conozco si el ser humano real le es afín o no. De principio a fin el personaje es un bloque igual a sí misma. Ese carácter del que ella habla y del que presume que se forjó desde joven la distancia del espectador. Ni su principio de demencia senil, ni la lejanía de sus hijos logran humanizarla. El resto de personaje tan profundamente antipático es el resultado de sus actitudes políticas y vitales. Parece que la Streep ha querido, desde su progresismo, conectar con el lado de lucha que la Thatcher tuvo que mantener desde el principio en un mundo de varones, que además miraban por encima del hombro a la hija de un botiguer, por más oxfordiana que fuera su formación universitaria. Le sobra además al filme un exceso de ampulosidad en bastantes momentos. La música en ese sentido es un buen ejmplo.
Con todo, y fundamentalmente para los más jóvenes, la peli puede resultar un excelente recordatorio de quién fue esta nefasta mujer que, junto con Ronald Reagan, inició la revolución conservadora que todavía seguimos padeciendo. De hecho en algún momento parece que estén hablándonos de la actualidad. La desregulación que ella promovió permitió a los tiburones de la city enriquecerse y endeudarnos; su flexibilización del mercado laboral quebró el espinazo de los sindicatos británicos, pioneros en las luchas por la mejora de las condiciones laborales que sufrían (seguimos sufriendo otra vuelta de tuerca en ese sentido en toda Europa, auspiciada por otra dama no sé si también de hierro, frau Merkel); la privatización de empresas públicas dejó los ferrocarriles, la sanidad, la educación fundamentalmente en manos privadas, para aquellos que "con su esfuerzo" pudieran pagárselo. ¿No suena actual? Por no hablar de su nacionalismo patriotero que la llevó a enzarzarse en una guerra con la junta fascista argentina por unas islas perdidas y sin valor, o a regatear con la U.E. sobre sus aportes al fondo común europeo, defensora a ultranza del euroescepticismo, tan actual también. Su popularidad acabó agotándose entre sus propios compañeros de partido y sus votantes por su intransigencia y por sus subidas de impuestos que, en periodo de crisis, aumentaron la recesión (¿sigue sonando?). Creo que todo ello pueden ser razones de peso para acercarse a conocer al personaje y saber que "de aquellos polvos, estos lodos".José Manuel Mora
P.S. Una de la virtudes de la Streep es su capacidad para hacerse con el peculiar acento de su personaje. Aquí lo ha vuelto a conseguir. Para quienes distinguen entre la variante estadounidense y la británica del inglés, será un gozo escuchar, aunque sólo sea en el tráiler, como una mujer del "lado de allá" puede hacer tan suyo el acento del "lado de acá".
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