J. Edgar...

...Hoover, martillo de comunistas

En poco tiempo me he visto en la tesitura (signifique esa palabra lo que sinifique) de ir a ver dos películas, biopics, que le dicen, cuyos personajes reales no eran santos de mi devoción. La primera por culpa de la Streep, de quien soy fan confeso, y la que voy a comentar a continuación porque desde hace muchos años sigo la filmografía del sr. Eastwood, que la dirige: J. Edgar

El film planteaba un reto: seguir casi cincuenta años del que fue director del FBI (Oficina Federal de Investigación) desde su fundación en 1924, hasta su muerte, en 1972, y durante el mandato de nada menos que siete presidentes. El director hubo de optar por dos actores para encarnar juventud y vejez, o bien sólo uno que se transformara mediante caracterización y una estupenda labor de maquillaje, como ha sido aquí el caso. Leonardo DiCaprio aceptó el reto y la verdad es que con notable acierto, aunque es probable que ello pueda distanciar a algún espectador.

Eastwood es conocido por su militancia republicana, pero también por la seriedad con la que aborda sus proyectos. El hecho de que aquí decida contar la historia desde un presente narrado por el propio Hoover dictando sus memorias, y que contrasta con los hechos que luego filma, lo sitúa en la ambigüedad del personaje, ensalzado por unos, por conseguir que algunos delitos se persiguieran a nivel federal y mediante técnicas científicas (los cometidos por gánsteres, mafiosos, comunistas reales o no); denostado por otros, quienes no soportan su antisemitismo, su racismo, su anticomunismo furibundo. Políticos, actores, investigadores tuvieron que sufrir su acoso y en algunos casos su chantaje para que él no hiciera públicos informes comprometedores, algunos sobre la orientación sexual de los mismos. Resulta poco creíble que esta lucha titánica fuera cosa de una sola persona y no de todo un ambiente propenso en los entresijos de Washington, como se vio luego en la funesta figura del senador McCarthy y su caza de brujas que tan cara costó a muchos miembros del mundo del cine.

Hay un elemento más que completa el retrato del personaje: su supuesta homosexualidad. Aparte de la veracidad o no del hecho, que muchos allá siguen cuestionando, me parece un poco manido el recurso a "la odiosa mamá" (una estupenda Judi Dench, como suele), que parece imprescindible en estos casos. Sí es cierto que el ambiente familiar en que se educó pudiera condicionar de algún modo su manera de ver y estar en el mundo. Y también aquí Eastwood deja la actitud del personaje en una calculada ambigüedad, entre la necesidad que siente de su director adjunto, Clyde Tolson, y el rechazo a una relación que su madre consideraba intolerable. La escena entre los dos personajes, al final de la peli, me parece emocionante y definitoria: "puedes intentar engañar a los políticos, a los lectores de tus memorias, pero no a mí", le dice Tolson. Una cosa es la historia pretendidamente oficial y otra la oficiosa. En este conflicto entre ambas, parece que la secretaria de Hoover, muy bien incorporada por Naomi Watts, tuvo algo que ver. Probablemente fue la responsable de la desaparición de los fucking files (¡ah, la importancia de la archivística...!) que con tanto denuedo buscó Nixon y luego los demás investigadores (seguramente sin los retorcimientos de las leyes a los que este oscuro personaje dio lugar, no se hubiera podido llegar a la renuncia del propio Nixon por las famosas escuchas del caso Watergate).

El hecho de haberla visto en fastuosa V.O.S. añade un valor extra al juicio del trabajo actoral. DiCaprio se sale de la pantalla y de su máscara de maquillaje. Está impecable en sus miradas, su actitud corporal, su dicción, tan diferentemente usada con su madre, con su supuesto amante, o con sus subordinados. Ayuda, naturalmente, una fotografía en la línea de las que gustan al director, de una oscuridad que dice muy bien con el personaje. Dado todo lo anterior y lo conservador del mundo "jolivudense", parece normal que no haya sido seleccionado para optar a los oscar. En fin...

Y un último apunte que haría de la peli algo de obligado visionado para los del Módulo: en una de las secuencias iniciales la cámara nos introduce en la famosísima Biblioteca del Congreso, la Library of Congress, ocasión única para verla, ya que a los turistas no les está permitida su visita. En ella Hoover explica a su secretaria lo acertado de la catalogación de sus fondos: una única signatura para cada ejemplar, que además es topográfica y que le permite encontrar el ejemplar en medio de aquel bosque de libros en un 1', 20'', y eso sin google. De ahí le viene la idea de almacenar las huellas dactilares de criminales y sospechosos en una única base de datos. Todo un hallazgo que dio seguridad por un lado a parte de una sociedad asustada por la Gran Depresión y sus consecuencias, y por otro puso a todos los ciudadanos en situación de potenciales sospechosos, hasta los actuales y ya famosos controles aeroportuarios. Sic transit gloria mundi.

José Manuel Mora.


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