Archivos y colonialismo

Vergüenza colonial británica

Como tantos otros, posibles visitantes de este blog, durante la mayor parte de mi vida fui un lego en materia de archivos. Los asociaba con lugares polvorientos, con poca luz, donde antigua documentación dormía el sueño de los justos, esperando a los ácaros o los ratones que los irían mordisqueando por los bordes.

Tras mi paso por el Módulo de Biblioteconomía, Archivística y Documentación, y a la sombra protectora de José Antonio Fernández Cabello, que impartía el área, fui descubriendo la importancia capital de los mismos para la memoria de una famila, de una institución o de un país. La visita al de la Guerra Civil en Salamanca, o al de Nobleza en Toledo, y por supuesto al Histórico Nacional de Madrid, fueron cambiando mi perspectiva. En el primero cabía encontrar restos del paso por el conflicto fratricida de cualquier familiar nuestro que hubiera estado mínimamente implicado. En el segundo se comprobaba la importancia de un escudo nobiliario y su repercusión en las posesiones y el territorio que dominaban, con consecuencias para el día de hoy. En el de Madrid, algo tan intrascendente y tan emocionante para un profesor de Literatura que yo era, como el libro de calificaciones escolares de un tal Antonio Machado. Todo ello vino a ser completado por Dolors Insa, cuando nos mostró el fondo que alberga el Palau Comptal de Cocentaina y cuánto, una historiadora como ella, podía obtener de aquellos legajos que a punto estuvieron de desaparecer en un incendio, con toda la memoria de la zona desde tiempos medievales.

Desde entonces veo con otros ojos estos almacenes de datos del pasado que siguen pudiendo influir en nuestro presente, como bien ha demostrado el Gobierno de su "graciosa" majestad (¿qué tendrá la adusta dama de graciosa?) de la Gran Bretaña. Según las leyes de aquel país, los documentos que albergan los Archivos Nacionales Británicos se han de publicar a los 30 años de su almacenamiento, tiempo que se considera prudencial para salvaguardar la información que contienen, por si ésta pudiera ser lesiva para el país, sus gobernantes o las personas físicas que aparecen en ellos. El Foreing Office (Asuntos Exteriores, para los de francés) ha decidido desclasificar más de 8.000 de estos documentos, relativos al periodo final de la época colonial del que fue el imperio más vasto del mundo durante el s. XIX y que no acabó de liquidar sus posesiones hasta los años 60 del s. XX. Parece que la actitud colonial pervivía incluso en el momento del traspaso de competencias a las nuevas autoridades independientes de países recién nacidos, como Adén, Botsuana (tan de actualidad estos días), Chipre, Kenia, Scheylles... Había incluso instrucciones para "quemar y destruir" determinado material, antes de que cayera en manos de las nuevos responsables. Sobre todo aquello que pudieran avergonzar al antiguo Gobierno británico, a miembros de la policía, militares, funcionarios, y por supuesto a las fuentes de inteligencia de quienes dejaban el territorio.

Ciertos documentos "controlados", quedaban bajo la tutela de personal "autorizado" de la ex-colonia, que solían ser "ciudadanos británicos descendientes de europeos y que hubieran pasado una criba de seguridad". Se hurtaba así toda esta información a periodistas, informadores e historiadores que quisieran estudiar lo acaecido para mejor componer la Historia, aunque fuera a posteriori. Con esta actud de la antigua colonia, que llega hasta nuestros días, queda de manifiesto la importancia de todos estos fondos y cómo siguen siendo una posible fuente de vergüenza para los supuestos miembros de una casta/raza superior, por sus comportamientos siempre parciales en contra de los oriundos y en beneficio de la potencia colonial y explotadora del territorio que se estaba independizando. Con todo, la Historia nunca se podrá escribir al completo pues, "misteriosamente", han desaparecido muchos de estos documentos, no se sabe cuántos, ya que los del Foreing Office no quieren publicar el índice de lo que había, lo que permitiría saber el volumen de lo "perdido". ¡Qué inocentes los archivos!, que lo único que hacen es albergar papelotes, y con ellos, enredada, la memoria.

José Manuel Mora.

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