Biblioteca dell'Archiginnasio de Bologna

 Un ejemplo

En mis sucesivas aportaciones en este blog al mundo de las bibliotecas, le vuelve a tocar el turno a una italiana, fruto de mi cercano viaje a Bologna. Como recordarán quienes siguieron el curso del MBAD, en concreto las clases de Historia del Libro, una de las primeras universidades medievales fue creada en esta ciudad de la región de Emilia-Romagna, allá por el S.XIII, casi contemporánea de la salmanticense. Como se vio en clase, fue bastante normal que cada universidad se fuera especializando en unos estudios concretos. La de Bolonia lo hizo en Derecho.
 

Fue tal su prestigio que muchos estudiantes hispanos con posibles  fueran enviados a continuar o completar estudios allá. Eran tiempos en que se estudiaba en latín y por lo tanto la lengua del país no era impedimento, se aprendía con la estancia. En Bolonia existe todavía el Colegio de Españoles, que por desgracia no se visita y que pone de manifiesto la importancia que llegó a tener para los estudiantes de acá la ciudad y su Estudio General, que era el nombre con el que se conocía entonces a la Universidad. Con el paso de los siglos se hizo necesaria la construcción de un edificio que centralizara los diferentes estudios y así, en 1562 a petición del cardenal Borromeo, en pleno espíritu tridentino, se levantó el actual palacio bajo el proyecto de Morandi, arquitecto boloñés. Se usó como sede universitaria hasta principios del XIX, que quedó como escuela elemental y finalmente como lo que hoy es.


 Hoy en día el edificio, ubicado en el centro de Bolonia, alberga todavía la Biblioteca Comunale, que es como se conocen allí a las que son públicas.  Venir a estudiar aquí, en semejante edificio, sería ya un auténtico regalo; pero "entremos más adentro en la espesura", que dijo el clásico. El Aula Magna aún se usa para conferencias o charlas que requieren de espacio. Todas sus paredes son un auténtico expositor de heráldica, como sucede con el patio y los corredores. Además, pegados a la pared están los armarios, clasificados temáticamente, (Historia, Filosofía, Política, Literatura, Arte, Biografía, Bibliografía...) con algunos de los ejemplares que todavía se solicitan. Contiene un total de 35.000ejemplares, entre manuscritos e incunables, lo que da idea de la riqueza de sus fondos.


  En una de esas normas absurdas que se van extendiendo por doquier, las fotografías del interior están prohibidas, aunque se realicen sin flas. Yo no pude resistirme a la tentación de robar las dos que siguen para que el curioso lector de estas páginas se pudiera hacer idea de lo que puede suponer venir a estudiar aquí de manera cotidiana; aunque decía D. Fernando Lázaro que, quienes estudiábamos en Salamanca debíamos hacer un cotidiano esfuerzo para no perder nuestra capacidad de asombro, acompañados como estábamos a diario de tanta belleza plateresca. Algo así les debe de suceder a estos estudiantes/lectores.


Como se puede ver, los libros se almacenan ocupando todo el espacio posible hasta el techo, lo que requiere de imponentes escaleras para alcanzar los ejemplares más altos. La foto está tomada en la sección de "Archeologia", según reza la cartela de la parte superior. A ésta le sigue una infinidad de salas con paredes recubiertas de estanterías repletas, en lo que fueron las antiguas aulas de la vieja Universidad (en la página web de la Biblioteca hay una buena colección de fotos, con copy, claro, para quienes quieran hacerse idea).

La Biblioteca, como el país en general, es territorio de contrastes. Por ello, además de poder asistir a disertaciones en el aula de arriba, o venir a estudiar a diario en la sala antes vista, mantiene los viejos cajetines del antiguo catálogo, con sus fichas de cartulina y, en el mismo espacio, el ordenador desde el que se pueden efectuar las búsquedas que el usuario necesite. De hecho el antiguo palazzo, que es inmenso, ha ido experimentando sucesivas restauraciones que han permitido albergar todas las secciones actuales de la Comunale. Un emplo, como decía más arriba.


Aunque el edificio fue bombardeado durante la II Guerra Mundial, y parte del mismo fue destruido, también en ese aspecto se ha realizado un trabajo de reconstrucción magnífico. La foto que sigue muestra el "teatro anatómico", donde se realizaban las autopsias, mientras el magister impartía la clase desde su cátedra, enmarcada por dos estatuas del XVIII, conocidas como Gli spellati; gracias a su despellejamiento se puede observar con todo lujo de detalle la musculatura y el sistema sanguíneo. Casi todo está rehecho y, como en las buenas restauraciones, se deja constancia de las partes antiguas, que son de madera de otra tonalidad. Tal y como se explica en el vídeo adjunto, frente a la cátedra había una ventana desde la que el inquisidor podía seguir las enseñanzas, por si se desviaban de lo admitido por la Iglesia.


Y como la Comunale es un organismo vivo, además de las conferencias y las múltiples actividades que se ofrecen en su página, ofrece la posibilidad de visualizar algunos de los tesoros de sus fondos; esta vez los que hablan del Ars Medicinae: Los libros de los médicoas de la Universidad de Bolonia, que starán expuestos hasta septiembre.  Lo digo por si alguien se anima.


Por si es que no, no me puedo sustraer a la tentación de dejar alguna de las muestras que tomé, y que en el vídeo no aprecen. Por supuesto, se exponían bajas de luz, para que el papel y las reproducciones no sufran deterioro, de ahí la deficiencia de las imágenes, pero al menos os ayudarána a haceros una idea.


















Dejo también, por supuesto, el correspondiente enlace para quien quiera ver y saber más de esta joyita, que se me escapó en mi primera visita a Bolonia y que esta vez he descubierto gracias a la impagable generosidad de mi antiguo alumno Òscar Banegas, ahora docente en esa Universidad. Desde aquí, gracias por servirnos de cicerone.  http://www.archiginnasio.it/

Y para completar la visita, quien lo desee,  puede echar un vistazo al vídeo que sigue, en el que he intentado hacer un recorrido por las distintas zonas de este espectacular edificio. De nada.

José Manuel Mora.


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