Moonrise Kingdom, de W. Anderson

¿Una de frikis...?

Ante Scriptum. Días después de colgada esta entrada, la RAE decide aceptar el término "friki", por lo que debería pasar a escribirlo sin cursiva. Prefiero dejarlo así, con la nota aclaratoria, para que se vea la lengua como ente vivo y en perpetuo cambio. Vale

He de confesar que, de la no muy extensa filmografía del director, "Wes" Anderson, dados sus 43 años, sólo había visto Los Tenembaum. Y me pareció tan enloquecida que no logró engancharme. Tal vez fuera en un horario de sofá casero, de esos que transportan al sueño sin darse uno cuenta. Y eso que estaba de por medio la Huston, de la que soy fan declarado. Se estrena ahora su última peli, Moonrise Kingdom ("El reino de la luna naciente", para los de francés), que viene precedida de buenas críticas y de un plantel actoral del que luego hablaré.


El guión, que el director ha escrito al alimón (¿qué querrá decir "al alimón"?) con Roman Coppola,  sobrino "del que te dije" (gracias, siempre, Cortázar), se construye sobre ese mundo de la preadolescencia, tan conflictivo, al menos como yo recuerdo haberlo vivido, en el que la no aceptación por el resto del grupo, la inexistencia de unos padres verdaderos, o un amor en peligro de fracasar pueden constituirse en auténticas tragedias. Y si no que se lo pregunten al cuatrojos que pasa el verano en un campamento de scouts rechazado por sus compas que lo consideran un friki; o a la muchachita que abre los ojos al mundo a través de unos prismáticos que le acercan la realidad y le permiten ver el fiasco matrimonial de sus padres...


Sucede que, tan friki como su personaje me resulta el director-guionista quien, para contar una historia bien simple necesita de una parafernalia en sus decorados. Compone esa isla donde se desarrolla la acción, a base de rodar en diferentes lugares que tengan la suficiente, y para él necesaria, unidad estilística, como también construye edificios (el de los padres de la cría es un auténtico rompecabezas para poder jugar al plano secuencia en los primeros momentos del filme), levanta todo lo necesario para la representación en el interior de la iglesia,  o monta todos los detalles del set de rodaje de acuerdo con esa coherencia que para algunos puede no ser más que un tour de force de puesta en escena. Todo ello lo lleva al extremo al hacerse acompañar de la luz precisa, de una música ad hoc, o de un vestuario y un atrezzo increíbles. Para los espectadores más jóvenes será una risa ver un tocadiscos a pilas, una centralita telefónica de clavijas, una grabadora de cinta...cosas de la prehistoria, 1965, A.D.,  nada menos.


Había prometido hablar del plantel actoral. No creo que sus emolumentos por esta peli alcancen lo que estoy seguro que es su auténtico caché. Bruce Willis, Edward Norton, Bill Murray, Tilda Swinton, Frances McDormand, Harvey Keitel, actores todos a los que admiro mucho, deben considerar al director como "de culto", porque aceptan papeles sin ninguna relevancia ni complejidad, puros estereotipos. Yo sé que hay que comer y, habiéndome dedicado más de treinta años al teatro estudiantil, sé bien lo estupendamente que se lo puede uno pasar haciendo el ganso. Pero estar dispuesto a tanto, como los aquí nombrados, no sé si paga la pena, que decimos en valencià. Dejo a continuación la foto de los mismos, caracterizados, para que se vea de lo que han sido capaces el director y sus actores. El complemento, para hacerse una idea, viene en el vídeo promocional.


Total, que como se puede deducir, no me ha gustado demasiado y, para más inri, sólo he sonreído un par de veces. La gracia no se la he encontrado. Para adolescentes doloridos en busca de libertad y felicidad, como los de esta peli, el Antoine Doinel de Los 400 golpes, de Truffaut, en bellísimo blanco y negro y sin tanto estilismo vacuo. A lo peor no soy lo suficiente postmoderno para apreciarla en lo que vale y otros que la veáis, sí.

José Manuel Mora.








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