El sueño del Rey Rojo, de Alberto Manguel

 De la lectura y otras historias

A veces un autor nos marca tanto que, cuando volvemos a leer alguna referencia sobre una nueva obra, necesitamos urgentemente tenerla entre manos. Cuando todavía impartía en el Módulo de Biblioteconomía, no recuerdo cómo, cayó en mis manos un libro de Alberto Manguel (Buenos Aires, 1948), que creí necesario comprar, leer e incorporar a la biblioteca de aula y a mis apuntes: Una historia de la lectura. Quedé absoluatamente fascinado por la erudición viva que el libro transmitía e intenté hacerla llegar a mi alumnado. Además, estaba preciosamente editado, como suele ocurrir en el sello Lumen, del que guardo hermosos ejemplares, en tapa dura con una sobrecubierta de solapones con una obra de Van Gogh en ella. 


Poco tiempo después, en el Aula de Cultura de la extinta CAM, cuando todavía programaba actividades culturales en forma de conferencias, ciclos de cine, conciertos..., tuve la suerte de asistir a una conferencia del autor que me ocupa. Y resultó que en persona era más encantador, si cabe, que en sus escritos. Y en el cuerpo a cuerpo su erudición no resultaba pomposa y huera, afectada y del tipo épater le bourgeois, sino amenísima, divertida, apasionante, como sucede siempre en alguien a quien hace vibrar aquello que presenta. Era un gran comunicador. Por supuesto llevé la monografía desde el instituto y allá quedó, en las baldas del armario de la clase, dedicada por su autor. Aprovechando la proximidad de mi cumpleaños, pedí a mi hermano Vicente y a Cati que me regalaran lo nuevo del argentino-canadiense. Y aquí viene el subsiguiente comentario. 


MANGUEL, Alberto. El sueño del Rey Rojo. Lecturas y relecturas sobre las palabras y el mundo. Madrid: Alianza Editorial, 2012. Trad. del inglés Juan Tovar Elías. Son 480 páginas de limpia y apretada prosa. Un ensayo múltiple, puesto que reúne textos escritos por el autor para ser expuestos en forma de conferencia, o publicados como artículos en revistas y periódicos, presentados en ponencias universitarias, o como capítulos de un libro. Reúne trabajos que abarcan desde 1996 hasta 2009 y, dado su multilingüismo, el de Manguel, digo, los originales se han redactado en español, francés, inglés y alemán, idiomas todos que domina, junto con algunos más, como lenguas maternas. Cosas de ser hijo de diplomático, y de una esmerada educación, junto con sus numerosos viajes por todo el mundo. Ante tamaña silva de varia lección, que diría el clásico, cómo ha conseguido el autor la unidad entre tanta variedad... Porque si no se lee el apéndice final, uno pudiera pensar que el libro ha sido pensado y escrito como un corpus unitario ab initio. Pues uno de sus trucos lo ha tomado de la Alicia, de L. Carroll, de la que se confiesa ferviente admirador. Cada sección viene precedida de una de las estupendas ilustraciones del libro inglés, y cada capítulo se introduce con una cita del mismo. 



A lo anterior habría que añadir algo que ya viene mencionado en  el subtítulo (vid supra): las palabras, la lectura, en tanto que ésta nos define como especie, y aquellas, cuando están impresas, dan "coherencia al mundo". Tal vez su origen judío, (aunque se confiesa no practicante, sí tiene conciencia de pertenecer a un grupo humano con características muy precisas, Vid "Sobre ser judío", pág 55), le lleva a este interés por la palabra escrita como aquella que permite la memoria y que exige del lector una lectura atenta, descifradora, que la convertirá en algo vivo a pesar de los siglos. Para animar a los lectores especializados que caigan en esta referencia quiero citar algunos de los capítulos que les interesarán: "El lector ideal" (especialmente atrayente "El ordenador de S. Agustín"), "El negocio de los libros" (las figuras del traductor, del editor), "La biblioteca numinosa" (signifique lo que signifique "numinosa", que dice Millás). Cada uno, por supuesto, integrado por diferentes textos. Pero claro, si sólo fuera eso, sería un libro minoritario, para especialistas. Sin embargo, escondido entre material tan particular, el autor reflexiona sobre la educación, el erotismo, el artista; sobre la actuación de los milicos en la Argentina de su juventud, sobre el horror de la guerra, la figura del Che, el sida y la manera de estar en el mundo de los homosexuales, sobre sus grandes mitos literarios, empezando por Borges, con quien convivió, o el Dante y su Commedia, Shakespeare, of course, Homero ("la Ilíada y la Odisea nos preparan para toda lucha y todo desplazamiento" pág. 161) , Cortázar, Pinocho, y por supuesto, Cervantes, del que solicita, para una convalecencia hospitalaria, su Quijote.



Ésta que aquí aparece es parte de su casa, en el valle del Loira, un viejo molino restaurado, cuyas paredes ha ido cubriendo de los libros que conforman su biblioteca personal, que es como decir, su historia viva. Libros manoseados, anotados, dedicados, desencuadernados, repetidos, de los que Manguel no parece querer desprenderse porque lo han conformado como el ser humano que es. Si como decía Petrarca "los libros más hermosos son aquellos que nos llevan a otros libros", éste es un auténtico tesoro por la infinidad de referencias que pone a nuestra disposición. Y no para evadirnos o volvernos locos, como D. Quijote, sino "porque la literatura nos ayuda a tomar conciencia del mundo y de nosotros" (pág. 161). Y eso que "leer es una actividad que los gobernantes siempre han visto con entusiasmo limitado" (pág. 266) dado que "la lectura puede llevar a la reflexión y el cuestionamiento [...] y éstos a la objeción y al cambio. Eso, en cualquier sociedad, es una empresa peligrosa" (pág. 475). La negrita es mía.

José manuel Mora.

P. S. Lamento añadir que la presente edición, a pesar del apartado sensato y sesudo sobre la traducción y sus problemas, al estar vertida del inglés, deja pasar un montón de anglicismos que son como un eco molesto: "implementar" en vez de poner en marcha, "desafortunadamente" en vez de nuestro desgraciadamente, "prospecto" por perspectiva, además de los que no son sólo léxicos sino sintácticos "saltar en un barco", o cuando se habla de "un dios blasfemado", vale decir, contra el que se blasfema. Con todo, sin la tarea del traductor, la mayoría de este apasionante libro no habría estado al alcance de muchos. Yo, sin ir más lejos. Y lo he devorado. La gracia de los ensayos estriba en que no hay que leerlos íntegros, porque uno puede seleccionar los capítulos cuyo epígrafe parece interesante, o dejar a medias uno con el que no conectamos. Animo a expertos y a legos. 

Comentarios

Basi ha dicho que…
Gracias por la recomendación. Voy corriendo a comprarlo, no puedo perdérmelo.

Buen agosto