El fraude (Arbitrage), de Jarecki

Tiburones

He aquí una peli de un primerizo, Nicholas Jarecki, que pienso ha debido de ver mucho cine antes de fimar el guión y la dirección de la presente: Arbitrage, en el original, traducido aquí por El fraude, según el capricho de los distribuidores, como suele pasar. Se trata de un filme de rabiosa actualidad, que viene a mostrar a través de un caso particular el modus operandi de tanto empresario sin escrúpulos.


Hace falta mucho tino visual y mucha capacidad de síntesis para conseguir, mediante un montaje cuidadísimo, que con unos minutos iniciales entremos en situación: avión privado, coche, puente, rascacielos, Nueva York. Ya tenemos ubicado al tiburón. Pero en vez de presentarlo de forma monolítica, como un malo de una pieza, también desde las primeras secuencias se nos mostrará con las dosis justas de humanidad  para hacerlo creíble. El afecto por su familia se muestra en contradicción profunda con su actividad empresarial, tramposa, "fraudulenta", en la que todo es válido (como las preferentes aquí y ahora, o los blindajes para los directivos antes de la jubilación) con tal de amasar mayores cantidades de dinero; o con la doble vida con una amante francesa a la que financia y que será la que, bien a su pesar, pondrá en crisis el perfecto castillo que él ha levantado con el paso de los años. A sí mismo él se llama "oráculo" por su capacidad de acumular dólares sin freno, lo que no parece desdecirse con la tapadera que suponen sus generosas donaciones a una fundación contra el cáncer. Ese tren de vida, al que se hace también alusión verbal, queda de manifiesto por la cuidada elección del vestuario, el atrezzo (pedazo de carro que gasta el tipo), el decorado de oficina y casa familiar (con esa cama que más que unir, separa)...   Richard Gere que, como los buenos vinos, parece mejorar con los años, encarna al personaje con auténtica verdad en los variados matices que ha de mostrar. La peli está hecha a su medida.


La Sarandon, que interpreta a su mujer, a pesar de lo secundario de su papel, clava las escenas del gimnasio y la final, junto con las ráfagas de puntuales apariciones en que siempre da la réplica justa. Su personaje muestra que una madre suele anteponer ese papel al de esposa o amante. Hay un punto de ironía distanciada en su trabajo que la hace todavía más creíble, junto con la dosis de misterio pertinente, ya que no es desde su punto de vista desde donde se nos narra la historia.


Y, aunque hay muchos más vértices en la historia (la hija, el abogado, el negrata suburbial), el que ocupa el policía, Tim Roth, es fundamental para convertir la historia en un auténtico triller. Tampoco aquí hay maniqueísmo al componer al personaje, también tiene sus claroscuros: junto a su afán justiciero para con los que se creen dueños del mundo, aparece una "filosofía" que le permite actuar según la máxima de que "el fin justifica los medios" y está dispuesto a estorsionar, o falsificar pruebas con tal de lograr su próposito.


Después de lo anteriormente dicho/escrito se podrá suponer que la peli no es demasiado original, y tal vez sea cierto, pero creo que el ritmo con el que está contada, la complejidad de los personajes, la rabiosa actualidad,   pueden hacerla merecedora de un visonado atento. Más si se es fan de los protas, como es mi caso. Ya diréis.

José Manuel Mora

P.S. La ausencia de la semana pasada se debió a estar pintando la casa. Y de libros, ando con uno de 600 páginas. Pronto os cuento. en cartera quedan El artista y la modelo y la versión muda de Blancanieves. Ya os contaré.


Comentarios

Basi ha dicho que…
A mí también me ha gustado mucho esta película y, como tú, soy fan de los protagonistas. El Richard es como el vino, cada día está más bueno; envidio a la Sarandon, ¡qué mujer más elegante!