Hotel Transilvania, de Genndy Tartakovsky

Una de monstruos

A veces,  tener sobrinos nietos te obliga a pagar un peaje. Mateo, cinco tiernos años, hacía poco que se había disfrazado de vampiro por aquello de "jalogüin",  y me había expresado su deseo ferviente de ir a ver la peli Hotel Transilvania. No tenía de ella ninguna referencia, pero quise complacerlo. No es la primera de dibus que comento en estas páginas, pero iba sin mucho convencimiento, por exigencias del guion, que le dicen.



Se trata de una producción de la Sony Pictures Animation, realizada por ordenador. Y aunque, por supuesto, tiene su versión en 3D, nosotros la vimos "plana", pero con una excelente banda sonora envolvente, que tuvo al crío clavado en la butaca la hora y media del metraje.  De su creador, que no es lo primero que hace, yo no había oído hablar. Un tal Genndy Tartakovsky, que ha decidido darle la vuelta al calcetín y que los raros sean los humanos. Los prejuicios ante los diferentes se repiten como en la vida misma, pero aquí bajo una óptica cómica, apta para las criaturas.


Todos los monstruos de la productora Universal (Frankenstein y señora, doblados por Mario Vaquerizo y Alaska, los hombres lobo, la Momia, el Hombre Invisible...), que tan malos/buenos ratos nos hicieron pasar en nuestra adolescencia, se reúnen es este hotelito con encanto que Drácula (a quien dobla en la versión que yo vi, con mucha gracia por cierto, Santiago Segura) regenta, para celebrar la mayoría de edad de la hija del conde (118 añitos, apenas). La niña, como casi todas las de su edad, está deseosa de ver mundo y alejarse de la atenta y limitadora mirada paterna. Y al padre le entra sudor frío de pensar los peligros que pueden acechar en el exterior. Nada distinto de lo que ocurre a este lado de la pantalla. 


Pero hoy en día, con la fiebre viajera y los low cost, cualquier mindundi puede estar de recorrido mochilero e ir a dar inadvertidamente con el referido hotel. El conflicto está servido y más si, con referencia romeojulietesca incluida, el muchacho acaba en las redes de la profunda mirada de la "draculina" (doblada al español por Clara Lago, que se lo habrá pasado pipa con un tonillo de lo más aprpiado). Lo que también le sucede a ella, por supuesto, el sentir el flechazo, digo. La escena en que ambos se miran con los ojos del corazón, en la que el mundo en torno parece sumirse en un flou ajeno a lo que ellos están viviendo, me trajo a la memoria el mismo efecto que ya se uso en West Side Story, para cuando Tony y María se encuentran. No es el único homenaje a los clásicos, ya digo.


El crío se lo pasó la mar de bien con toda la escatología propia de niños y monstruos, pero yo eché de menos algo más de vitriolo, algo más de gracia en los gags. La peli tiene un ritmo endiablado y a veces se pasa de vueltas, como en la secuencia de las mesas voladoras. Las canciones, el tono en exceso meloso de la relacion paterno-filial, y el final feliz suenan un poco a la siempre amenazadora sombra de Disney. Pero bueno, si os veis en la necesidad de acompañar a criaturitas cercanas, la peli se deja ver.

José Manuel Mora



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