El capital, el de Gavras, no el de Marx

Más tiburones...

Una vez más se impone la fidelidad. Y, cuando leo el título, me suena a cachondeo, a referencia para iniciados, o no tanto, puesto que se trata de un clásico de la literatura económica y de la filosófica también: El capital, de Marx; no Groucho, sino D. Karlos. La ironía se hace evidente cuando en el cartel promocional se incluye una frase de la peli, de la que el protagonista hace bandera: "Seguiremos robando a los pobres, para dárselo a los ricos", dándole la vuelta a la consigna de Robin Hood, otro clásico, esta vez, del cine.


 Y parece que habrá que seguir hablando de viejecitos. Se trata del francés, de origen griego, Costantin Costa-Gavras, octogenario él. Creo que fue Estado de sitio, allá por 1973, el primer filme suyo que vi, recién salido del oscuro túnel de la dictadura franquista, a mi llegada a Burdeos. Cuando todo el cine político estaba prohibido en nuestro país, aquella peli me trastornó por estar ayuno de él, porque me ponía en contacto con las atrocidades que estaban ocurriendo en América Latina, porque no había manera de escapar de la fuerza de las imágenes de los milicos ocupando la ciudad: cinéma-verité, que le decían. Lo mismo me sucedió luego, cuando vi, todavía en Francia, La confesión o Z, con el increíble I. Montand. Pero es que después el director filmó Missing, con Lemmon y Spacek y fue un mazazo de denuncia contra la tiranía de Pinochet, incluso en el país de los protectores/inductores, los USA. Pues bien, vuelve ahora con un guion construido a cuatro manos con el autor del libro, Stéphane Osmont, antiguo experto en Hacienda, que sabe de lo que habla. Y con la radicalidad y y la rabia militante del viejo Gavras.

 Algunos críticos han tildado la peli de panfleto. Y es posible que los personajes sean de una pieza. Pero para quienes se niegan a entender lo que nos sucede, parece que el didactismo no viene mal. Ya hay comentados en estas páginas algunos filmes con la misma temática desde el estallido de la crisis. Para los curiosos, véanse las reseñas de El fraude, Margin call, o Inside job. El tiburón protagonista, un desconocido y creíble Gad Elmaleh, llega por un golpe de ¿causalidad? a la dirección de un banco francés, después de haber trabajdo, oh casualidad, en Goldman Sachs. Con estos antecedentes, no resulta extraño que decida apostar a tope para conseguir máximos beneficios. Su mujer le pregunta al inicio: "¿Para qué quieres tanto dinero?". Y él responde, "Para obtener respeto".


Bien avanzada la peli, cuando la alimaña ha conseguido cada vez bocados más suculentos, la pregunta vuelve a plantearse: ¿Pero hace falta tanto dinero? Y él responde: "¿Hay algo más?". Porque con el dinero llega el poder para hacer y deshacer, lo legal y lo ilegal, a costa de destrozar vidas innúmeras y anónimas.  "El capital es trabajo muerto que sólo revive, como los vampiros, chupando trabajo vivo, y vive tanto más cuanto más trabajo vivo chupe" (Marx). Hay una escena familiar, creo que la única, en la que el tío del protagonista le recrimina su actitud: "¿Que tu banco está dando beneficios y tú estás despidiendo gente? ¿Cómo llevas eso?". La respuesta es de un cinismo apabullante. Y el espectador sabe que de los despidos dependen las retribuciones del menda. ¿No suena todo a Díaz Ferrán y cía. por poner un ejemplo cercano?


Y con el dinero y el poder, el sexo, fuera del matrimonio, claro: juventud, belleza, exotismo, drogas... y el encoñamiento típico del maduro y apoltronado en una relación prolongada y sin bastantes alicientes. El dinero todo lo permite y todo lo tapa. "El dienro es el amo", se dice también. Gariel Byrne, desde Florida, va marcando las pautas al europeo a través de videoconferencias. Todo tan simultáneo... "Los mecanismos empleados por el capitalismo financiero para hacer dinero a partir del dinero, permiten a aquellos que tienen dinero incremetarlo en contra de la riqueza real de la sociedad sin contribuir a su producción" (David Corten, economista estadounidense, otro "enterao").




 Hay otro personaje con conciencia de lo que sucede, una experta británica que no se deja corromper ni seducir, que habla de cómo los gobiernos no controlan lo que sucede, sino que son las grandes corporaciones, las agencias de calificación, los mercados y el dinero en perpetuum mobile quienes marcan las directrices de las agendas de los gobernantes, (véase además Rajoy, Guindos et al.) Y de aquellos polvos.... Una última consideración, creo que de Gavras, aunque la formule al final el protagonista: "Hasta que todo estalle". Pues eso.

José Manuel Mora.



P.S. Para los incondicionales de las voces originales. En VOS. Además es un tráiler diferente del doblado al español.



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