La danza de la gaviota, de Andrea Camilleri

Policiaca con aroma siciliano

 Los que tienen la paciencia de seguir estos comentarios saben que no soy demasiado amigo del género. De hecho no he leído nada sobre Simenon y su comisario Maigret, por poner otra de mis lagunas (y no las de Ruidera, sino mayores) a modo de ejemplo llamativo. Sin embargo sí había leído alguna reseña elogiosa sobre el autor que nos ocupa. CAMILLERI, ANDREA. La danza de la gaviota. Barcelona: Salamandra, 2012, trad. Teresa Clavel. Esta vez vuelvo a la más rabiosa actualidad. Ha habido una razón de peso para la elección, aparte de la recomendación de mi amiga Lola, y es que la traducción corre a cargo de una alicantina, asentada ahora en Barcelona y traductora free lance, mi amiga Teresa Clavel.


Como resulta que Camilleri ( Sicilia, 1925) lleva desde el año 1994 con esta serie de novelas policiacas, cuyo protagonista es siempre el comisario Montalbano (en homenaje al desaparecido Manolo Vázquez Montalbán, que también trabajaba el género, y su Pepe Carvalho con su ayudante Biscúter, del que leí algo y del que, como no llevaba entonces bitácora de lecturas, no recuerdo ni el título ), el autor, digo, no ve necesario, con toda lógica, hacer una presentación del mismo. Supone que los lectores lo conocen. Pero a mí, recién desembarcado en la saga, me resultaba complicado en un principio hacerme idea del carácter del policía, de su edad, de sus filias y fobias... Sí sabía que el autor había militado en el PC (léase pi chi, Partido Comunista italiano). Cuentista y poeta desde joven, pasó luego a desempeñar tareas de guionista y director para teatro y televisión. Si a eso le añadimos que la ambientación de la serie se ubica en la Sicilia que tan bien conoce, aunque sea en una ciudad marinera inventada, Vigàta, no resulta complicado vaticinar que la mafia tendrá algo que ver. Más si hay secuestros, disparos y muertos de por medio. El octogenario escritor se permite la broma, basada en el hecho real, de mencionar que en la isla se está rodando una serie de televisión que tiene al polizziotto como protagonista, y de la que el propio personaje es sabedor, como D. Quijote se sabe protagonista de una primera parte de sus aventuras que circula por ahí. Un guiño cervantino. Autor y personaje son dos figuras conocidísimas en la Italia actual, y sus libros se venden por millares. 


Y vayamos ya al libro. El propio autor ha comentado que partió para la historia  de un recorte leído en un periódico, es decir, "literatura-verité"; pero apostilla: "Cuando se escribe, incluso inventando, ¿no se hace siempre referencia a la realidad?", pág. 221. Sin embargo ya el arranque es de una fuerza intensa, inusitada: una gaviota que cae herida (?) a la playa, delante de la casa del comisario y que antes de morir realiza una danza alucinada y extraña sobre sí misma, aleteando en círculo hasta acabar muerta, y que logra conmoverlo hasta el tuétano, como si en ello hubiera algún presagio; y así será: su compañero de investigaciones, el agente Fazio, ha desaparecido.Y se inicia la investigación. Es decir, literatura sin aposiciones.


A pesar de mi desconocimiento previo del personaje, poco a poco se va dibujando con nitidez: 55 años, todavía de buen ver, con gusto por las mujeres, buen comedor de pasta y de cafés por litros, con fuerte carácter, de intuiciones esclarecedoras, basadas en la lógica o en pálpitos, pero en general certeras; con un espíritu solidario que es el que le lleva a la búsqueda de su subalterno. En fin, que acaba cayéndole a uno bien. La ironía que encierra el comentario del propio inspector, él tiene más pelo que el actor que lo encarna en la serie lo humaniza aún más. La intriga está sabiamente dosificada por el autor y hace que el libro se lo beba uno en pocos días.


 El hecho de que el siciliano sea un dialecto que se aparta bastante del toscano, en el léxico y en la pronunciación, hace que sirva para caracterizar a uno de los ayudantes del comisario, Catarella, que acaba resultando enormemente gracioso por la tergiversación que hace de nombres y títulos y por la reiteración de su "Dottori, lo buscan en persona, personalmente", cuando en realidad se trata de una llamda telefónica. Si ya he comentado por aquí los problemas que siempre encierra una traducción, acertar en este caso era importante, dado que es un elemento caracterizador de un personaje. Creo que mi amiga Tere ha salido airosa de la empresa. La novela se deja leer con comodidad y la versión es cuidada y agradable. Está narrada en 3ª persona, pero siempre desde la óptica de Montalbano para que podamos seguir su discurso interior, sus dudas, sus peleas contra lo que se le escapa.


Estando ambientada en la actualidad era difícil para el autor, hombre crítico y de ideas políticas claras, no arremeter contra la corrupción existente en su país. "Sí, figúrate, ¡qué escándalo, qué vergüenza! ¡Hagan lo que hagan, ahora nuestros honorables diputados se pasan por el forro a la opinión pública! Se drogan, van de putas, roban, trapichean, se venden, cometen perjurio, hacen negocio con la mafia, ¿y qué les puede pasar? Como mucho que se hable en los periódicos durante tres días. Luego todos se olvidan de ellos. Pero ellos de ti, que has levantado el escándalo, no se olvidan, de eso puedes estar seguro, y te lo hacen pagar", (pág. 206). Pues bien, aunque lo parezca, Camilleri no está hablando de nuestro país, sino mutatis mutandis, del suyo. Triste consuelo, porque el parecido es evidente. Otra razón más para leer esta apasionante y a veces tristemente divertida historia de investigación y denuncia. Un chaval, el Camilleri.

José Manuel Mora.

P.S. Ahora que en la 2 pasan los sábados los capítulos de la serie, que se pueden escuchar en italiano del sur subtitulados, acabo haciéndome una idea más global del personaje. Vale.

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