Amor y letras (Liberal Arts), de Josh Radnor

Comedia romántica inteligente

No. No he desertado de los comentarios cinematográficos. Simplemente la cartelera alicantina está de pena últimamente. Sin embargo, y pese a las críticas positivas cosechadas, hoy viernes éramos cinco en la inmensa y vacía sala. No sé si esto (lo de las proyecciones en pantalla grande y a oscuras) se acaba de verdad, pero en el momento que sale uno de los multicines de juvenalia y palomitas, la desolación es casi absoluta. La peli de esta tarde viene con el marchamo del festival de Sundance, con su carga alternativa. Amor y letras, es como han traducido el original Liberal Arts, que hace referencia a una rama de estudios universitarios en los USA y que, como sucede también en nuestro país, si dejamos aparte la "vocación", es un estupendo pasaporte para el desencanto y el fracaso social. Y lo dice uno que estudió Filosofía y Letras, sección Románicas. ¡Qué antigüedad! Veamos.


El director, Josh Radnor, reincide en la multitarea: guionista, director y actor principal, tal y como ya hizo en su anterior filme estrenado por aquí, Happythankyoumoreplease (2010), que vi con muchísimo gusto no hace mucho, creo que en la tele. Parece como si quisiera demostrar que se puede contar una historia con no más de seis actores/personajes y dos localizaciones: el campus universitario donde se desarrolla la acción y la lejana N.Y., donde el protagonista, de 36 tacos intenta sacar su vida laboral y afectiva adelante sin demasiado éxito. Y estoy convencido de que es también el ejemplo de lo que no se verá más que en cuatro cines de la costa este y en California. Por la falta de espectacularidad, por las referencias culturetas de los diálogos, que a mí me han parecido magníficos, y porque el conflicto que se plantea no viene servido con el habitual descerebre de los ambientes universitarios.


A la trama amorosa le falta el morbo habitual. Los personajes prefieren conocerse primero en vez de ir antes a la cama. Y el protagonista se permite conflictos de conciencia de tipo moral ante la invitación a pasar la noche juntos por parte de ella. Fuera de lo común, como se puede apreciar. Influye la diferencia de edad (16 años de separación), el distinto grado de madurez y de situación en la vida... Y sin embargo hay tantas cosas en común: los libros (aunque él no entiende cómo ella se ha leído completa la saga de los vampiros; vuelvo luego a ello), la música que ella le regala (el Cosí fan tutte, la Pastoral, Massenet, que consiguen que el protagonista vea la realidad de diferente modo), el placer de aquel uso tan fuera ya del tiempo de escribir cartas a mano para compartir por encima de la distancia... La discusión sobre si merece la pena la lectura de los best sellers o no, más entre gente universitaria, resulta divertidísima e interesante porque uno podría pensar que él tiene razón ante la nula calidad literaria, pero la réplica de ella la podría firmar Dolors Insa: lo importante es leer y pasarlo bien haciéndolo.


Y junto a esta línea argumental hay otra que también me ha tocado de cerca. La figura del antiguo profesor recién jubilado me resulta conmovedora y su situación de decadencia física objetiva ante el espejo, contrasta con el sentimiento de continuar sintiéndose de 19 años, cosa bastante frecuente entre quienes hemos estado rodeados de gente joven, con la melancolía que provoca ser conscientes de que la realidad es la que es. Y la también profesora de Literatura, que descubrió  al protagonista, en sus clases, a los poetas románticos (como tantas veces hice yo con mis alumnos), y a quien él tiene mitificada, cargada de amargura y escepticismo profesional y vital. El reencuentro entre los dos resulta ácido y divertido a la vez, con una "peineta" mutua de despedida...


Hay todavía un par de personajes secundarios que tienen su enjundia, los dos outsiders, cada uno a su modo, (el de Zac Efron hace un papel de colgado divertidísimo), y el depresivo, que tiene una única lectura monotemática, la de J. Franzen y su negativa visión de la vida estadounidense. De nuevo la importancia de la lectura en la vida... No hace falta decir que en una peli tan minimalista, casi toda ella se sustenta en la inteligente interpretación de los seis actores principales, todos ellos desconocidos por aquí, empezando por el protagonista, que tanto me recordaba a mi alumno Luis Emilio. En fin, que no se si se nota que me ha encantado. A quien todas estas disquisiciones que apunto le puedan parecer sin mucho sentido, que se abstenga de verla. Quienes quieran disfrutar de una comedia romántica inteligente, deben aprovechar y verla antes de que desaparezca de la cartelera. 

José M. Mora.

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