Hábitos de lectura, 2012

 A vueltas con la lectura

Como recordarán quienes me sufrieron en "Edición y comercio del libro", cada año solía dedicar un par de clases a comentar la encuesta que la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) realizaba para evaluar la evolución de los hábitos de lectura y compra de libros de las españolitas y españolitos de a pie. Voy aquí contra la economía del lenguaje no por ser políticamente correcto, sino porque dichos hábitos son diferentes según el sexo  (no el género, que es una cuestión gramatical y que aquí hemos asumido como calco lingüístico del inglés, además de haberse constituido en un constructo, perdón por el palabro, desde el feminismo más combativo) de quienes leen.

De hecho, del 63% que se considera lector (aquí sí, genérico), lejos del 70% en que se sitúa la media europea, son ellas las que salen mejor paradas (el 67% frente al 59%). El retrato robot sería: "mujer, universitaria, joven y urbana, que lee sobre todo novela en castellano y para entretenerse" (véase el metro de Madrid o Barcelona). Precisiones: quienes dicen leer, confiesan que lo hacen una vez al trimestre (?); además, lo que más se lee (79%) son periódicos, seguidos de libros (63%) y revistas (47%); siguen las web y los blogues (46%) y cierran los comic (13%). Está claro que el ámbito donde más crece lectura es el ciberespacio (¡qué palabra tan guay!). Sin embargo hay quien cuestiona esta forma de tantear los hábitos lectores, ya que si las encuestas fueran diferentes en el número de entrevistados o en el modo en que se pregunta o según quién las realiza, seguramente cambiarían los pocentajes y la radiografía del país. También se habla de la mala calidad de la lectura que decimos hacer. Y aquí surge otro problema ¿quién dice qué es importante a la hora de leer? ¿El Hola en la pelu, o el Marca en el bar son lectura de calidad? Hay quien, como mi amiga Dolors Insa, Bibliotecaria Mayor del Reino, que considera que lo importante es leer, porque sólo desde el hábito lector, aunque sea de lo nimio, se puede pasar a mayores empresas. Probablemente influye en su consideración que valora con respecto a tiempos en que en la montaña de bruja buena, azotada ahora por nieves y ventiscas donde habita, no se leía nada, porque había otras tareas más acuciantes (primum vivere, deinde legere, digo, filosofare). De ahí su club de lectura para amas de casa, de gran éxito en el pueblo. Tampoco quiero que me salga la vena profesoral y me ponga a hablar de la competencia lectora, que suele salir mal parada en casi todas las valoraciones y comparativas con el resto de Europa, porque ahí estaría parte de la raíz del problema, además de la falta de apoyo familiar al hábito lector desde la infancia.


A la vista de los libros más comprados y más leídos según la encuesta y los libreros, arrasan los best sellers, que decimos los ingleses, los que se venden como rosquillas en kioskos, aeropuertos, grandes almacenes...La temática preferida: tramas policiales, terroríficas, históricas o de fantasías sexuales (¡Guau!) Lo esperanzador es que la mayoría sigue comprando en librerías (65%), aunque cada vez vayan quedando menos. Aquí en Alicante, desde donde escribo, creo que sobreviven tres... Sobran los comentarios. Otra de las novedades es que sigue aumentando el porcentaje de lectores de libros electrónicos, el 11%, (y aquí viene bien el masculino, puesto que ellos leen más en este soporte que ellas). Y eso que el IVA sigue en el 21% (artículo de lujo??), en vez de en el 4% que llevan los de soporte papel. Pero claro, dicen los libreros, aumentan los lectores electrónicos porque aumenta la piratería y ésta crece porque la oferta digital es cada vez mayor: los de interés general se van acercando a los 12.000 títulos, con un precio medio de 7€ por descarga, pero sólo un 32% reconoce pagar por descargar sus lecturas. Que cada palo aguante su vela, que dijo la Cospi... Seguiremos informando en una entrada específica dedicada a la lectura en pantalla...

José Manuel Mora.

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