La caza (The Hunt), de T. Vinterberg

De la locura colectiva
Nota previa. No sé cómo está la cuestión de los derechos de autor para los títulos de las pelis pero, para quienes tenemos una edad, se presta a la confusión que una recién estrenada se llame igual que otra española, en B/N, de 1965 filmada por Saura. Hasta "gogle" (léase gogle) se arma un lío y ofrece información de las dos y exige más precisión para refinar la búsqueda. La que he ido a ver esta tarde se titula en su versión original The Hunt (la traducción es pues correcta, aunque podía haberse traducido simplemente por "Caza" y se hubiera deshecho el entuerto), dirigida por Thomas Vinterberg. Este chico nació en Copenhague en 1969 y fundó con Von Trier el movimiento Dogma en 1995, que dio mucho que hablar en su momento, pero de cuyos postulados (luz natural, ausencia de tecnología punta, sencillez y foco en historia y actuación fundamentalmente) los propios fundadores se fueron alejando pronto. De este director había visto en su momento Celebración (1998), y me había conmovido profundamente.


LLega ahora ésta, del año pasado, y con un tema que se presta a la carnaza fácil de los progrmas de corazón: la pederastia. Desde el principio el director deja clara la inocencia del protagonista, Lucas, trabajador divorciado y con un hijo en una guardería, por lo que no será ésta el centro del filme. La historia, de la que el director es también coguionista, no es tampoco una novedad. Pienso en La calumnia (1962), con dos de mis actrices favoritas, la Hepburn y la McLaine. La mirada de una niña se convierte en dedo acusador que acaba destrozando sus vidas. Creo que lo que interesa a Vinterberg es el modo en que la especie va creciendo hasta descontrolarse por completo. 


Y en ese descontrol tienen mucho que ver los adultos y la forma en que conducen las pesquisas, poniendo en boca de la niña lo que ellos quieren que diga. Y de ahí al resto de las maestras de la guardería y al grupo de padres. El salto al resto de la comunidad, en una localidad pequeña, donde todos se conocen, es de consecuencias terribles para todos sus integrantes, incluidos los personajes principales. Pues bien es ese proceso acumulativo de elementos perfectamente integrados lo que me ha interesado del filme. Cada uno tiene sus propias motivaciones para reaccionar como lo hace, aunque sean equivocadas, y todo ello conduce al desastre. No en balde el guión fue premiado.


La otra pata sobre la que se sustenta la narración es la fastuosa interpretación de Mads Mikkelsen, de quien hace poco comentaba por aquí su papelón en A royal affaire. El resto del elenco, para mí desconocido, alcanza la credibilidad necesaria justamente por ser desconocido. Incluso la niña, y dirigir criaturas no es tarea fácil, aparece de una naturalidad pasmosa. Las localizaciones en los bosques del norte son bellísimas, al igual que la iluminación y la música, nada efectistas, antes al contrario, coadyuban en lograr el tono perfecto para la histroria.


El ambiente general de la cinta no es melodramático, antes bien se presenta con la contención propia de los nórdicos, lo que no evita alguna que otra explosión emocional, pero nunca desde el recurso fácil a la violencia gratuita. Es magnífico el proceso por el cual unos ciudadanos pacíficos y que viven en una sociedad avanzada y moderna, pueden ser arrastrados a la locura colectiva en la que acaban instalándose. Así que creo que merece la pena asomarse a este suceso de manipulación desde los miedos que se van azuzando en televisiones y prensa sensacionalista. Y también, desde luego, desde sucesos horribles que ocurren en esta sociedad. Sucesos que es posible que antes también ocurrieran, pero que ahora obtienen un plus de eco ciudadano, lo que aumenta la paranoia.

José Manuel Mora.




Comentarios