Archivo Municipal de Ámsterdam

Monumental archivo
 
Es raro que en un prospecto turístico venga señalado, como un elemento que el turista accidental debe visitar, un archivo municipal. Por eso me sorprendió verlo marcado en rojo en el mapa de Ámsterdam. Una información mínima hablaba de la peculiaridad del edificio, desde un punto de vista arquitectónico.



 Construido entre 1919 y 1926, pertenece a la Escuela de Ámsterdam, de tendencia entre racionalista y expresionista y caracterizada por el uso del ladrillo visto y de los materiales más convenientes para lo que se pretenda edificar. En este caso a Karel de Bazel se le encargó la construcción de un banco que en la actualidad se ha rehabilitado para ser sede del Archivo Municipal de la ciudad.Y cuando uno se sitúa ante el edificio entiende que se aconseje la visita. La admiración aumenta cuando se entra en él.


Quienes estuvieron en el Módulo saben que de la Archivística se encargaba el insigne J. A. Fernández Cabello. Cuando me meto en estos andurriales, sé que piso arenas movedizas pero, después de haber viajado con él y visitado algunos de los mejores de España, fui aprendiendo a valorarlos, a conocer el trabajo que en ellos se realiza, a saber la función que cumplen. En ese sentido guardo un estupendo recuerdo de las visitas guiadas al Archivo de Villa de Madrid, en el Cuartel del Conde-Duque, también rehabilitado y acondicionado a su nueva función. La impagable Carmen Cayetano me hizo entender la importancia de atesorar los libros de registro de las viviendas madrileñas, sus ocupantes, sus modificaciones, sus planos de rehabilitación, los listados de enfermos en una epidemia, las relaciones de los llamados a filas... Sin todo ello sería imposible elaborar luego estudios serios, económicos, poblacionales, epidemiológicos, o presentar pruebas en los litigios... Por no hablar del Archivo de la Guerra Civil en Salamanca. Así que, sin ser estudioso de la cosa, sí sé valorar los elementos con que cuenta un archivo, los servicios que presta, la funcionalidad de sus instalaciones...
Y así es como llego al referido edificio. Sin encomendarme a nadie, comienzo a hacer fotos y filmar. De inmediato me llaman la atención y explico la finalidad. A partir de ahí todo son facilidadades, con la única salvedad de respetar la privacidad de los usuarios y trabajadores. A pesar de la imponente mole exterior, el edificio cuenta con unos lucernarios que permiten que la luz natural penetre hasta la planta baja.




















 
 
 
 
 
 
Y a la izquierda del mostrador de recepción, donde están los listados no sé si temáticos o analísticos de los fondos del archivo, se sitúan los ficheros en sus antiguos cajetines. Además, y como señalo en el vídeo, como si de una performance de la Dokumenta de Kassel o de la Biennale de Venecia se tratara, aparecen también estantes que albergan fichas encuadernadas en el formato de las mismas, y clasificadas por orden alfabético para ordenar a las personas que están allí "fichadas". 



A modo de decoración, en una de las paredes del fondo, cuelga una reproducción de la ciudad de Ámsterdam en su glorioso esplendor, además de un vídeo que se muestra en bucle, en el que se ven las transformaciones de la ciudad a lo largo de los siglos, en una composición de dieño gráfico para ordenador sorprendente por su agilidad y didactismo. En la pared frontera, y como advirtiendo de una de las peculiaridades del archivo, algunas de las fotos de la impresionante colección fotográfica que atesora, de un tal Dolf Toussaint, personajes todos que vivieron en la ciudad y le dieron lustre.






















 
 
 
 
Por supuesto, junto a estas "antiguallas" de acceso directo (el archivo como servicio público que le dicen), se alinean los ordenadores para efctuar las búsquedas on line de modo que conviven mablemente lo viejo y lo nuevo, lo que permite que cada quien busque del modo que le sea más cómodo. Casas, personas, actividades, profesiones, tienen aquí su registro y acomodo. La colección de planos de la ciudad ordenados de forma analística en armarios especialmente dieñados (v. vídeo adjunto), es fastuosa. En total 35 km. lineales de material archivado y no sólo en papel, porque además de las fotografías hay una extraordinaria colección de filmes (de ahí la sala de proyección que alberga en el subsuelo, donde de forma continua se pueden ver palículas históricas o rodadas por los propios habitantes de los barrios), diapositivas y material de audio. La tarea de digitalización ha tenido que ser ímproba y habrá requerido de cuantiosos medios económicos y humanos. No creo que esté acabada.


Cuando se desciende a las plantas subterráneas se tiene acceso a la exposición de algunos materiales, más de 300, que se muestran de manera permanente, organizados de forma temática en torno a unos cuantos ejes: el amor, la muerte, la fama, el poder o alguno de sus más famosos habitantes, entre los cuales ocupa un lugar privilegiado la pobre Ana Frank, de la que los amsterdameses han hecho una auténtica industria turística (no había más que ver las colas para entrar a su museo a unas horas en las que todos los demás ya están preceptivamente cerrados). Para gestionar todos estos fondos hace falta personal preparado, ya que dentro del Archivo, lo que funciona es un auténtico Centro de Documentación donde realizar investigaciones genealógicas, topográficas, cartográficas y un largo etc. En ese sentido el de Madrid no tiene demasiado que envidiarle.



Pero el subsuelo aún alberga más sorpresas y no es la menor la decoración típica de la época en la que se creó. Como antiguo banco que fue (cosa que no sabía cuando filmaba el vídeo adjunto, de ahí algunas de las inexactitudes de apreciación), se han aprovechado las cámaras acorazadas de enormes puertas blindadas, algunas como salas de exposiciones temporales. 



El espacio mayor, también acorazado, encierra los compactus, en penumbra, que sólo se iluminan cuando alguien se aproxima a la zona para buscar algo. Las condiciones de humedad y temperatura están totalmente controladas. Todo parece listo para el rodaje de una peli de época, con gánsteres incluidos. Auténticamente sorprendente.


Como en cualquier centro de documentación que se precie, sea biblioteca, archivo o de mera documentación, si se quiere dar a conocer y que sea algo vivo, realizan exposiciones temporales, además de la permanente antes citada, que convocan a los visitantes ciudadanos a conocer la riqueza de su patrimonio. Y así descubro una magnífica exhibición de grabados y pinturas de artistas locales sobre los cambios vertiginosos que se están produciendo en la arquitectura  "amsterdamesa".




















 
 
 
 
 
Con todo lo expuesto, queda claro que una visita a este recinto debe ser preceptiva no sólo para los especialistas, sino para turistas tan accidentales como yo. De no perdérselo, vamos.

José Manuel Mora.

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