Bibliotecas y museos

Mundos complementarios

Desde que empecé a salir de España, comencé a visitar los museos de los países a los que iba. Son por tanto muchos años de verlos ampliarse, cambiar en cuanto a público visitante, colecciones, funcionalidad... Entonces éramos cuatro gatos encerrados entre cuadros y esculturas. Y a partir de los 80 se puso de moda visitarlos y comenzó la masificación y las colas. Aún me acuerdo de la exposición de Velázquez en El Prado, o la de Van Gogh en Holanda. Tiempo después, con motivo de mi "inmersión" en el mundo de la Biblioteconomía, empecé a visitar también las grandes bibliotecas de las ciudades por las que pasaba (en este blog ya hay unas cuantas recogidas). Y en las visitas con el alumnado del Módulo descubrí, primero en el IVAM, luego en el Reina Sofía y por último en el MUSAC de León y el en MACA de Alicante, gestionada por Arantxa, antigua "modulera", que todos ellos disponían de buenas bibliotecas especializadas y de unos archivos cuidados, e importantes para la historia del museo y para la Historia del Arte en general. Aquí dejo un ejemplo de cómo el archivo-biblioteca del Museo Boijmans, de Rotterdam,  queda integrado en el posible recorrido de la visita, con las pertinentes restricciones de luz y acceso para evitar el deterioro de sus fondos. 


Se podría pensar que ambos espacios comparten algo: ser "almacenes" de documentos, entendidos estos latu sensu: cualquier cuadro, escultura, grabado, códice, atlas, monografía, es portador de la historia y la cultura de una comunidad.  Unos y otros se ayudan y se complementan, puesto que unos y otros ilustran determinados periodos y ayudan a estudiar las características de los mismos. Sirven, además, para albergar los catálogos de las exposiciones temporales que el museo realiza y que se suelen compartir con aquellos con los que están hermanados, recibiendo así los que preparan en los otros museos, los estudios monográficos sobre el artista expuesto, las enciclopedias generales o especializadas sobre el periodo que el museo alberga... En el IVAM, hay además una espléndida colección de carteles anunciadores de las muestras, que se archivan de manera cuidadosa; se completa su archivo con correspondencia completa que los artistas han cedido al museo, colecciones de fotografías personales o que tienen que ver con la obra del mismo, obra gráfica que no encuentra espacio expositivo (los museos son espacios limitados, pero los subterráneos son amplios). Un archivo, en fin.


 Los museos suelen preparar, si es que desean ser espacios vivos y abiertos a la comunidad en la que se integran,  actividades para escolares o para criaturas, acompañadas o no de sus padres, que las puedan acercar a las obras que se exponen. En esas edades son enormemente receptivos y suelen sorprender a quienes las dirigen  con su percepción no contaminada y su desbordante imaginación. A partir de la visita guiada que realizan, se pueden plantear talleres monográficos sobre lo que han visto, para que sean capaces de sentirse copartícipes en la creación expuesta. La foto siguiente recoge la que se desarrollaba en el Vanabemuseum, de Eindhoven, este agosto pasado.


 Punto y aparte merece la biblioteca que alberga el Rijkmuseum de Ámsterdam. Su visita forma parte también del recorrido del museo y está integrada en la planta general del mismo. Como el conjunto del edificio responde a la época finisecular del XIX (1881) y ha sido remozada a raíz de la intervención arquitectónica que en él realizaron los españoles Cruz y Ortiz, manteniendo la estructura original. 


Sirvió de paso para limpiar, repintar y reorganizar todos los fondos expuestos en sus tres plantas. Es una biblioteca de libra acceso, en principio para especialistas, pero a la que pueden llegar neófitos y ser ayudados por el personal especializado que la atiende,como a mí me sucedió, siendo acompañado por él en una breve vista explicativa del mismo.


 














Como parte integrante del museo que se considera, a su entrada se expone, entre otras curiosidades y a modo de ejemplo de lo que atesora, un atlas en once volúmenes de entre los cuales se ha escogido uno para abrirlo y exponer una de sus maravillosas ilustraciones. (ver con más precisión en el vídeo adjunto).



Las diferentes galerías están interconectadas por una preciosa escalera de caracol de acero, de la época de su construcción. El conjunto contiene un kilómetro lineal de libros y la parte subterránea alberga cinco km. más en los que se incluyen publicaciones periódicas, catálogos y todo aquello que no es reclamado con demasiada frecuencia. Resulta una sorpresa gratísima para quienes se adentran en el museo, encontrarse con este regalo que lo completa. Lógicamente, a los conservadores y organizadores de muestras y del centro en general, se unen los bibliotecarios que atienden esta rareza, de la que dejo el vídeo correspondiente.   



José Manuel Mora. 

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