La gran familia española, de Sánchez Arévalo

 "Lo normal es que en una familia todo sea anormal"

No soy futbolero, pero sí que soy cinéfilo. Así que una peli que se publicita con un gancho de cada palo me dejaba frío en cuanto al Mundial, que no vi; pero sí me hacía gracia una familia inspirada en Siete novias para siete hermanos, filme de S. Donen que tantas veces he visto, con agrado siempre, pese a lo edulcorado del tratamiento. Todo lo perdonaba por los números musicales y de baile. Así que esta tarde me he animado a pasar un rato apostando por el cine español y por unas salas cerradas, que han reabierto: Panoramix.



De D. Sánchez Arévalo ya vi las dos que el cartel publicita, y en ambas me lo pasé bien. Ésta la escribe y dirige él mismo. Y lo que arranca como una situación un poco atípica, reunión familiar para la boda del pequeño de cinco hermanos el mismo día que se celebra la final surafricana, acaba enredándose poco a a poco, sin llegar a caer nunca en la astracanada. Y mira que algunos de los personajes daban para ello: el deprimido, el deficiente, el que no tiene autoestima, el descerebrado de 18 años... Sin embargo hay algo que me ha cautivado en la peli.


El viejo estudiante de lingüística que fui, siente debilidad por los diálogos bien construidos. Este escritor/director tiene oído y sabe captar el habla de la calle, cosa que borda en el trío más joven, con naturalidad, sin impostación, lo que los hace aún más creíbles.Si hay un buen guión pero los actores no lo sostienen, aquél nunca será capaz de trasmitir lo que encierra. Y Arévalo sabe rodearse de un grupo que trabaja en equipo, donde se nota que se lo pasan bien  actuando juntos. De hecho repite con más de uno, y se están empezando a convertir en auténticos fetiches para el director: Q. Gutiérrez, A. de la Torre, R. Arévalo y nuevas incorporaciones; la niña es de una naturalidad pasmosa.


Las canciones de la banda sonora, de un tal Josh Rouse, para mí desconocido, acompañan muy bien la historia de esta familia tan desquiciada y que tanto se quiere (como en la mayoría de las que conozco), y el ambiente que retrata. No hay intento de trascendencia; el argumento es sencillo, aunque con sorpresa final (no la del gol, que hasta los no futboleros sabemos que se produjo). A mí, sin embargo, me ha mantenido con la sonrisa puesta todo el rato, cuando no en carcajada abierta por momentos. Y hay aciertos visuales que me han llamado la atención, como la supuesta declaración ante la policía tras el robo, o la manera en que cada miembro de la pareja cuenta a su familia las razones de su decisión, alternándose con soltura y potenciando la comicidad. Para ver historias descerebradas estadounidenses, es preferible acercarse a una comedia como ésta, que nos resultará seguramente más reconocible y próxima. Además, ahora (10 01 2014) la han seleccionado para un montón de "cabezones", digo, Goyas.

José Manuel Mora.


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