El cielo desnudo, de Herbjørg Wassmo

Fin y principio...

Quienes hayan seguido las últimas entradas en la sección "libros recomendados", habrán visto que los tiempos se acortaban  en la lectura de cada nuevo libro, lo que puede dar idea del interés creciente de estos tres volúmenes de la trilogía de Tora. A veces, como en el caso de El cuarteto de Alejandría, comentado hace ya mucho tiempo, se podría escoger uno cualquiera de los libros que formaban la obra y no se necesitaría de los otros más que en el caso de que se deseara una visión totalizadora de la historia y sus personajes. Aquí, no sé si la decisión ha sido de la autora o de sus editores, aunque se hayan publicado los tres tomos por separado, se trata de un único hilo argumental. Quien quisiera leer sólo esta última entrega  no podría acabar de entenderla porque le faltarían innumerables datos de los dos primeros. De hecho se podría haber publicado en un único volumen de cerca de mil páginas, puesto que los tres conforman una unidad. VASSMO, Herbiørg. El cielo desnudo. Madrid: Nórdicalibros, 2012, es el último, que completa esta historia de aprendizaje vital de la protagonista. 



Han transcurrido tres años en la vida de Tora, en los que ha pasado de niña a mujer, a pesar suyo, por lo traumático del paso de un estado a otro. Ahora le toca hacer frente a la vida como una adulta. Cuenta con la inestimable ayuda de su tía Rakel, que gana protagonismo en esta parte de la narración. De hecho suya es la frase decisiva y decisoria para la vida futura de la muchacha: "No eres quien está rota, mi niña. Es él quien lo está. La vergüenza es suya. ¡Nunca tuya!" (pág. 87). Es el paso previo a la asunción de lo que se es, de la propia historia como componente del todo lo que somos. Sin embargo es difícil saber si alguien tan herido como Tora podrá rehacer su vida. De hecho ni la misma autora parece saberlo, puesto que la novela concluye con un final abierto, que deja en manos de los lectores el dar una oportunidad de futuro a la muchacha o considerar que no hay esperanza posible para ella. Es cierto que ha salido de la aldea que tanto limita a la mayoría de sus escasos habitantes, que los estudios se le dan bien, que tal vez pueda optar a un trabajo bien remunerado que le proporcione la autonomía de la que careció su madre... Pero los fantasmas que agitan su alma tal vez no se aquieten nunca. Y son esos fantasmas en forma de pesadillas uno de los aciertos estilísticos de Wassmo. Se pasa de la realidad a la turbulencia interior sin ninguna advertencia. El horror del mal sueño aparece integrado en la cotidianeidad de la chiquilla. Algunas de estas secuencias son de corte auténticamente surrealista, buñuelesco, y uno no sabe si se desenvuelven en el plano del sueño o de la realidad, como en los duermevelas. 


Como el faro de la imagen, la cría tendrá que aprender a soportar los envites del peligroso oleaje que llega con el viento del suroeste, los envites de la realidad y los de su atormentada conciencia. Su tía Rakel sabía hacer frente a las contrariedades que la vida le iba planteando, como hizo con su enfrentamiento con el padrastro, Henrik, a quien la escritora decide humanizar, aunque su comportamiento no tenga perdón posible. Es un pobre hombre que acaba huyendo, incapaz de enfrentarse a sus responsabilidades. Uno quiere pensar que Tora habrá aprendido de las enseñanzas de vida que ella le fue transmitiendo, aunque al final deje de oír la voz de su tía en su inteior. ¿Acabará por entender que la madre, Ingrid, no supo ni pudo hacerlo mejor? ¿Podrá perdonarla? ¿Será su tío Simon su tabla de salvación o deberá marcharse como su amiga Sol? Y además está el último regalo post mortem de Rakel, la carta que llega de Berlín. El lirismo que maneja la escritora sigue siendo enormemente útil para dar la tonalidad exacta de ambientes y paisajes que se requiere. Valga la siguiente cita como breve muestra: ""Se encontraba bajo el eterno sol que sangraba en la noche, allá afuera, en el mar. El cielo empapado en el horizonte. Pesado. Como una gasa impregnada de sangre. Un cielo que no tenía piel ni manos" (pág. 167). Wassmo escribe desde la óptica de su presente, pero su visión actual del mundo la ayuda a situarse en los años cincuenta con un punto de vista diferente del que debía de ser común y mayoritario en la sociedad noruega de la época, y eso lo agradecerán las mujeres que se adentren en la historia de Tora, y los varones que consideren aprender lo difícil que tiene que ser lograr la autonomía que a ellos les viene dada en la sociedad patriarcal en la que los de mi edad nos hemos educado. Así pues, terrible historia, hermoso libro, enorme personaje protagonista que será difícil de olvidar. 

José Manuel Mora.

Comentarios

Du Rivers ha dicho que…
José Manuel, muy de acuerdo con tus comentarios. Inicié el primer libro y no pude parar.