Philomena, de S. Frears

 "¡Putos católicos!"(or at least some of them)

Sigo al director de la peli que nos ocupa, Stephen Frears, al menos desde 1985, cuando me dejó conmocionado su filme Mi hermosa lavandería, por su sinceridad, por la brutalidad de aquel fascismo racista y de clase, rampante en la época Thatcher, por la ternura con la que vivían sus dos protagonistas su historia de amor, por la valentía de su final feliz, tan creíble a pesar de todo. Del mismo modo no puedo olvidar el último plano de G. Close en Las amistades peligrosas, de 1988, o el verismo y el equilibrio con que presentaba a Elizabeth, the II, en The Queen, por citar sólo tres de toda una filmografía apasionante. Así que iba predispuesto a que me gustara esta Philomena, aunque me tirara un poco para atrás lo de Based on true events. Pero sé que es un director honesto y comprometido con su tiempo y con las historias que elige filmar, así que la decisión estaba echada.


Los "sucesos verídicos" de la cita inicial fueron trasladados a un libro publicado en 2009 por M. Sismith, que en la peli encarna Steve Coogan, encargado de la escritura del guión, además de figurar como productor y actor, así que poco ha tardado la historia en convertirse en filme y pienso que algo debió de ver en ella el tal Coogan para embarcarse con armas y bagajes en esta aventura por la que habían preseleccionado a la Dench como mejor actriz. El cine estaba casi lleno de gente de edad, con cantidad de señoras dispuestas a emocionarse con la historia de la pobre Philomena, a la que las monjas primero sojuzgaron y explotaron laboralmente en la lavandería del convento, y luego acabaron por arrancarle su hijo para venderlo a una rica familia estadounidense, todo sin ninguna piedad, ya que la criatura era fruto de una relación no sólo pecaminosa por darse fuera del matrimonio, sino placentera, lo que elevaba la culpa. Y con esa culpa ha vivido la anciana hasta que decide seguir el rastro de su hijo ayudada por un periodista despedido de su empleo, cínico y ateo y que necesita un relato de "interés humano" para público fácil de fin de semana. El viaje que ambos emprenden en busca del rastro del niño desaparecido cambiará la vida de los dos.


Y la confrontación de la sabiduría de la anciana y su bonhomía (es consciente de que ella no hubiera podido ofrecer nunca a su hijo la vida que él llevó), junto con el cabreo sordo que se va despertando en el periodista, está tratada por el director sin excesivo maniqueísmo. Que la vieja esté dispuesta a perdonar, aunque sean incapaces las responsables de demandar ese perdón, y al escritor le sea imposible, pero que al final decida ella que vale la pena publicar la historia me, parece un acierto por parte de Frears. No hace falta irse a Irlanda para encontrar monjas interesadas en la represión, el castigo y el afán de enriquecimiento a costa de pobres infelices. En nuestro país se siguen buscando bebés robados de los que nadie da razón, ni las clínicas donde nacieron ni los médicos que asistieron los partos, ni las monjitas que se hicieron cargo de ellos. Y lo que podría haber resultado enormemente lacrimógeno, el director lo controla a base de toques de humor inteligente.


Aunque Coogan está espléndido en su papel de escéptico cada vez más atrapado y concernido por la historia, la Dench se la lleva de calle. Y si hace poco hablé del papelón de la Blanchett en el filme de Allen, que le ha valido el Oscar, he de reconocer que la cantidad de matices que desarrolla esta vieja actriz es de quitarse el cráneo, y eso que no la he podido escuchar en V.O. Los primeros planos al borde de las lágrimas o los que la captan estallando en risa franca y cómplice son impagables. Nada que ver con la dureza de rasgos con los que encarna a la jefa del agente OO7. Efectivamente, la veteranía es un grado. Lástima que, según dicen, se esté quedando ciega.

José Manuel Mora.




Comentarios

Unknown ha dicho que…
No decepcionas. Buen ojo para seleccionar peli, pero mejor critério para comunicar.