Cien años de soledad, de G. García Márquez

Novela total

Vayan por delante una cuantas precisiones, (mis antiguos alumnos estarán pensando, excusatio non petita...): Creo que la mejor manera de homenajear a cualquier escritor es leyéndolo. Y a esta despampanante conclusión he llegado yo solito, junto con un montón de cabezas pensantes y de lectores de a pie, que han comenzado a celebrar a Gabo en la Feria del Libro tardoprimaveral que se celebra en Madrid. Y no sólo porque haya fallecido, sino porque ya tenía en mente revisar mis lecturas de veinteañero, a ver qué quedaba de tanta gloria en carne viva. Y así he ido releyendo a Fuentes, a Cortázar, a Cabrera, a Vargas... Lecturas todas de las que he dejado testimonio en estas páginas; ¿o sería más apropiado decir pantallas?


Faltaba el gran patriarca colombiano, a quien utilicé desde mis primeros pasos profesorales en mis clases, haciendo uso de sus narraciones breves (Crónica de una muerte anunciada, o bien El verano feliz de la Sra. Forbes, que tanto juego me daban con los lectores incipientes, leídos en voz alta en el aula). Y bien sé que está prácticamente todo dicho y escrito; si no, que se lo digan a Vargas Llosa con su Historia de un deicidio, de 1971 nada menos. Sin embargo no guardo las fichas que fui elaborando en mis tiempos de lector joven. 


Así sabría la impresión que me causó, en mis años salmantinos, aquél ejemplar de la Editorial Sudamericana, que apareció aquí en 1969, con la "E" de "soledad" girada sobre su eje como un error de imprenta y que tanto llamaba la atención. No sé si fue lo primero que leí de Gabo, pero sí que el asombro, la fascinación, el deslumbramiento que me provocaron me acompañaron mucho tiempo. Por lo tanto la relectura actual ha pretendido sólo descubrir si la admiración de entonces permanece en el lector avezado por los años que voy siendo. Así que allá van mis impresiones de lo que es ya, y creo que para siempre en las letras en español, un clásico contemporáneo. Así lo han entendido la RAE y las demás Academias que son quienes se encargaron de lanzar la edición que he manejado, con motivo del 80 aniversario del escritor. GARCÍA MÁRQUEZ, GABRIEL. Cien años de soledad.  Madrid: Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2007.

Gabriel García Márquez, Cien años de soledad. Madrid: Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2007. - See more at: http://www.rae.es/obras-academicas/ediciones-conmemorativas/cien-anos-de-soledad#sthash.ZuIdiJpX.dpuf

El volumen tiene una serie de particularidades que creo que merecen ser comentadas. Aparte la tapa dura, que lo hace casi indestructible con sus 610 páginas cosidas, cuenta con la supervisión de las pruebas de imprenta por parte del autor, de lo que era, según la intención de los académicos, una edición cuasi crítica, con estudios preparatorios de Á. Mutis, C. Fuentes, M. Vargas, V. García de la Concha y C. Guillén; notas al texto, un árbol genealógico de los Buendía, que el autor pensó incluir y que luego no acompañó a las primeras ediciones, con el consiguiente embrollo mental de los lectores no atentos. 


Se termina con unos estudios complementarios de la obra y su contexto y un glosario de gran utilidad, a pesar de que el autor no cae en el uso de los localismos del español hispanoamericano, como sí hicieron predecesores suyos. Además concluye con la indicación de que "Este libro se acabó de imprimir el 6 de marzo de 2007, día en que Gabriel García Márquez cumple ochenta años y CXL aniversario de la ascensión de Remedios, la bella, al cielo" (pág. 611), en una confusión divertida de realidad y narratividad. Y no puedo comenzar estas líneas sin la cita de la página inicial (por no hacerla con la conocidísima del descubrimiento del hielo) que lo hace a uno ingresar en un universo sin inaugurar, Macondo: "A la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo" (pág. 9). Llaman la atención desde el principio las comparaciones, con las que consigue resaltar lo que presenta con una extraordinaria fuerza expresiva: "Un río pedregoso cuyas aguas parecían un torrente de vidrio helado" (pág. 34). Nos sitúa el autor en un horizonte mítico con la sola fuerza de su palabra. "Aquel paraíso de humedad y silencio anterior al pecado original, donde las botas se hundían en pozos de aceites humeantes y los machetes destrozaban lirios sangrientos y salamandras doradas" (pág. 20). El surrealismo no había pasado en vano, como muestra el vaivén sinestésico de muchas de sus expresiones.


Y en ese territorio se instalan los Buendía,  José Arcadio y Úrsula Iguarán y unos cuantos fundadores que parecen asentarse con complacencia adánica para ir levantándolo todo: las casas, las plantaciones, las familias. La novela desarrolla la evolución de ese pueblo alejado de todas las rutas humanas y de esa saga familiar a lo largo de cien años, con el inicio, la culminación y el deterioro y su desaparción. Pero el autor atiende no sólo a ese grupo humano tan peculiar, sino a las individualidades que lo integran. El propio Gabo reconoce la deuda con uno de sus escritores más admirados, Faulkner. Y él construye ese imaginario Macondo, tan real, como el estadounidense hace con el condado de Yoknapatawpha. La historia de ese lugar y de quienes lo habitan se convierte en "un engranaje de repeticiones irreparable" (pág. 448). Y en esa fiebre argumental el colombiano muestra su estirpe cervantina (aunque no quisiera recibir el premio con el nombre de su mentor después de haber aceptado el Nobel). Comparte también con él una cierta concepción de la profesión literaria: "No se le había ocurrido pensar hasta entonces que la literatura fuera el mejor juguete que se había inventado para burlarse de la gente" (pág. 440).  De esa repetición insufrible sólo parece ser consciente Úrsula, tal vez el personaje de mayor fuerza de todo el libro: "Es como si el tiempo diera vueltas en redondo y hubiéramos vuelto al principio" (pág. 225). Todo se profetiza, para ser desarrollado luego; y todo se repite con fuerza destructiva. Hay una serie de cualidades de los personajes que acaban conformando el linaje familiar: la temeridad de J. Arcadio, el orgullo de Aureliano, la tenacidad de Úrsula.


Pero serán las plagas, las guerras sin sentido entre conservadores y liberales ("Consideraba a la gente de armas como holgazanes sin principios, intrigantes y ambiciosos, expertos en enfrentar a los civiles para medrar en el desorden" pág. 172), los hombres del norte con su plantación de banano, los elementos inclementes, los errores de los personajes y el desgaste del tiempo lo que acabará con todo, lo que desembocará en una soledad sin paliativos, que cada uno vive como puede y para la que el escritor busca, y encuentra, diferentes modos de expresarla, y que no quiero dejar de consignar aquí, puesto que son el ritornello que dará luego título a la obra: "Amaranta se encerró en el dormitorio a llorar su soledad hasta la muerte" (pág. 191); "Aureliano, extraviado en la soledad de su inmenso poder, empezó a perder el rumbo" (pág. 195); "Le vio otra vez la cara a su soledad miserable" (pág. 305); "No compartieron la soledad, sino que siguieron viviendo cada uno en la suya" (pág. 408); tan sólo un personaje parece escaparse a esa maldición: "Meme no revelaba el sino solitario de la familia" (pág. 297). 
 

 Y el viejo profesor de lengua que fui no puede dejar de extasiarse con  la facilidad en la creación de neologismos: "nostalgización", "taciturnado", "comadrejeando", "amelazado", "tijereteo", "pintorreteada"... por poner unos cuantos ejemplos sin cansar; o el uso tan gongorino de la aliteración casi de jitanjáfora: "Pendejo mejunje de jarapellinosos genios jerosimilitanos" (pág. 256), prácticamente un trabalenguas. La exuberancia verbal se muestra en la fiesta de adjetivaciones inesperadas: "El insoportable olor de recuerdos podridos" (pág. 277); en el juego metafórico desbordante: "Sintió la mano sin la venda negra buceando como un molusco ciego entre las algas de su ansiedad" (pág. 168); "Ahí viene un asunto espantoso como una cocina arrastrando un pueblo" (pág. 256) para señalar el tren que llega al pueblo, casi una greguería. Todo ayuda a crear una atmósfera. Y no es menor el constante uso de la hipérbole, casi como una marca de la casa: "Apareció llevando en equilibrio una botella de cerveza sobre su masculinidad inconcebible" (pág. 408). Y las referencias intertextuales, pequeños homenajes a sus conocidos y a sus amigos escritores: el sabio catalán se corresponde con un librero de sus tiempos de Barcelona, o la cita cortazariana "En el cuarto oloroso de espuma de coliflores hervidos donde había de morir Rocamadour" (pág. 459), el hijo de la Maga en Rayuela. Otra nota constante es el humor que muestra en algunas de las situaciones que plantea, o en el epitafio que elige uno de los Aurelianos, que define muy bien su filosofía vital: "Apártense, vacas, que la vida es corta" (pág. 402). Afortunadamente para nosotros, la suya fue prolongada y aparentemente feliz. 


El final es desolador, pero no quiero dejar de consignar una frase que tal vez muestra la sabiduría vital del colombiano: "Apenas si comprendió que el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad" (pág. 231). Y acabo estas líneas sin acudir al famoso tópico del realismo mágico que tanto se ha utilizado para hablar de la literatura latinoamericana de ese momento. La imaginación y la realidad conviven a lo largo del libro sin molestarse: mariposas amarillas, ascensiones al cielo, diluvios de años, muertos invisibles, tal vez porque el autor logra hacerlo todo creíble desde la naturalidad de esta literatura que es casi oral. Si con todo lo que antecede consigo que algún despistado que no lo haya leído todavía se acerque al libro, ya habrá valido la pena el tiempo que le he dedicado. Si no, al menos a mí me servirá de recordatorio del gozo con el que me he sumergido de nuevo en estas frondosas páginas. Gracias, Gabo.

José Manuel Mora.





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