El capital humano, de Paolo Virzì

 Un ciclista

De entrada el primer comentario va para el doblaje, que me ha golpeado en los oídos nada más comenzar la peli. Nada que hacer, puesto que no había opción alternativa, pero tal vez por estar estudiando italiano últimamente, necesitaba escuchar a los actores en su lengua y no con esa versión clara y neutra de los doblajes hispanos, que mata todos los matices. Razón por la cual, y como suelo hacer, dejo el tráiler en V.O. para mejor hacerse una idea. De su director no había oído hablar, y al buscar su filmografía tampoco he encontrado ningún título que me sonara vagamente. Debo aceptar, pues, que es la primera suya que veo. El capital humano, dirigida por Paolo Virzì (Livorno, 1964), sobre una novela, Human capital, de Stephen Amidon, escrita en 2004 con gran éxito de crítica y de la que tampoco tenía noticia y a partir de la cual el director ha escrito también el guión.


El filme arranca con una escena de carretera, a modo de prólogo, en la que un ciclista, un camarero currante, es arrollado en plena noche por un todo terreno potentísimo que no se detiene en su auxilio. Aunque en B/N, la secuencia me ha traído a la cabeza una peli española de la que estoy seguro de que ni escritor ni director habrán oído hablar: Muerte de un ciclista, dirigida por J. A. Bardem en la oscura España de 1955 y que tiene los mismos ecos de denuncia social que en la que comento. Hay otra cinta que me ha venido a la cabeza durante la proyección: Relatos salvajes, ya comentada aquí, en el sketch de la familia rica con hijo tarambana. Dividida en capítulos, pronto comprobamos que se trata de la misma historia contada desde tres personajes distintos. Conforme se vuelve sobre ella, se va enriqueciendo lo que vemos, ya que el primer hilo argumental queda subsumido y como secundario ante los que van apareciendo a continuación. En lugar de decaer, el interés aumenta. El especulador financiero ofrece a un arribista un fondo de inversión con un 40% de beneficio. El crédulo invertirá lo que no tiene. La mujer del primero querrá salvar un viejo teatro de su demolición, ya que ella fue actriz. La escena de la constitución del organismo rector es desopilante. La crítica, feroz.


La hija del ingenuo inversor será la que cierre el círculo, al estar relacionada con el hijo del especulador y la actriz. Y hasta aquí puedo leer. Se cierra con un epílogo devastador. La crítica a toda esa panda de apandadores se combina con la intriga criminal presentada al inicio. No sé si el director ha tenido en mente la cita evangélica aquella de "Al que tiene, se le dará; pero al que tiene poco, aun ese poco se le quitará" (Marcos 4, 21-25; esta vez la cita no es falsa; la he buscado). O dicho de otra manera, la cadena se suele romper siempre por el eslabón más débil. La frase que cierra la peli y el tráiler  es definitoria de un grupo humano que en este caso es italiano, pero que podía ser español, de un determinado nivel de tiburoneo muy presente en nuestra actualidad. Más que fábula moral, lo que se presenta aquí es de una amoralidad absoluta. No se puede tener una casa semejante y haberla levantado desde la honradez.


Hubiera sido fácil caer en los estereotipos al retratar a los personajes, pero incluso los que no vienen marcados positivamente muestran humanidad. La función se la lleva de calle Valeria Bruni-Tedeschi, vista en La reina Margot (1994) y en Múnich (2005, aunque he de confesar que no la recordaba con precisión, y que aquí está pletórica de registros y emociones, como también la jovencita Matilde Gioli o la que encarna a la mujer del pretendido inversor,  Valeria Golino. Los varones lo tienen más crudo porque sus personajes son menos amables. En cualquier caso el cine italiano muestra una vez más su capacidad para atrapar la actualidad del país con ojo crítico y trascendiéndola. De hecho la peli ha ganado el premio del festival Tribeca de Nueva York. Dada la sequía de nuestras pantallas, me parece una opción más que razonable.

José Manuel Mora.




Comentarios