Al otro lado del muro, de Christian Schwochow


Wessis y Ossis

He elegido esos dos términos despectivos en según qué zona de Alemania para denominar a los procedentes del oeste (wessis) de la república o los llegados del este (ossis) a la hora de subtitular esta entrada. En los años setenta, momento en que se ambienta la historia, la "guerra fría" daba sus últimos coletazos, que suelen ser los peores. La gente seguía intentando saltar el muro de Berlín aun a costa de jugarse la vida. Había modos arriesgados y maneras menos peligrosas, como fingir un matrimonio a base de pagar una cantidad determinada al pasador. Esta es la opción elegida por una mujer y su hijo de nueve años, para acceder al supuesto paraíso occidental. Ella es una prestigiosa doctora en investigaciones químicas y en el inicio sólo sabemos que pretende pasar al otro lado para empezar de cero. Los VoPos, miembros de la policía orienta, no se lo van a poner fácil y la humillarán hasta el último momento. Una vez pasado el trago ella no podrá contener las lágrimas ni el niño su alegría al encontrar un bote vacío de coca-cola, símbolo del paraíso recién alcanzado. 



Así se inicia la película de Christian Schwochow, basada en la novela de Julia Franck, que aquí se ha titulado "Al otro lado del muro" y que en alemán lleva simplemente el título que hace referencia al Occidente ansiado, Westen,  y que es el que figura en el cartel que he elegido para encabezar la entrada. El director nació en la Alemania del Este en 1978 y se crió en Leipzig y Berlín, aunque en cuanto cayó el muro pasó a Honnover con 14 años. Guarda pues memoria directa de lo que era vivir en el supuesto paraíso de la República Democrática Alemana. No he visto sus dos anteriores filmes, ni sé siquiera si se han estrenado por estos pagos. Suele trabajar como coguionista en las pelis que dirige. Ésta en concreto fue rodada en 2013 aunque nos llegue ahora.




El resto de la película está rodado en el interior de un centro de acogida para los que llegaban del Este. A pesar de sus limitaciones, comparado con los que tenemos en esta Europa tan glamurosa para acoger a los migrnates que nos llegan huyendo de guerras sin fin, de persecuciones, de miseria, aquél resulta bastante completo: escuela para los niños recién llegados, servicios básicos de lavandería y comedor, habitaciones compartidas con literas... Lo que sucede es que ese lugar neutro, un no-lugar en realidad, puede convertirse para muchos en un pozo de difícil salida. Hace falta pasar controles médicos, someterse a interrogatorios tan inexplicables como los que tenía que sufrir la protagonista en "el lado de allá", conseguir un trabajo y un nuevo hogar. Todo está plagado de dificultades. Y está rodado con una planificación y una iluminación que lo hacen todo más angustioso más agrio. Las sospechas, las escuchas, las agresiones pueden convertir ese lugar de acogida en un infierno tan terrible que en algún momento se piense en la posibilidad de volver al lugar del que se escapó.


Jordis Triebel, nacida también diez años antes de la caída del muro, en Berlín Este, es un rostro desconocido en nuestras carteleras. Alguna vez he dicho que ello suele resdundar, al menos para mí, en una mayor credibilidad. La entrega a su papel fue reconocida con el premio a la mejor actriz de 2013 en su país. De hecho tiene una panoplia de registros variada, que van desde algún momento de comedia, a aguantar un primer plano de una emoción contenidísima. La verdad es que la señra está espectacular. El niño me ha molestado más por culpa del doblaje, ese que hace que todos los niños de todas las películas hablen con el mismo tonillo repelente. El modo en que mira la máquina expendedora mediante monedas, o la forma de jugar lo retratan bien.  No quiero avanzar elementos que enriquecen la intriga, para no estropear su visionado.




Dada la sequía estival, esta peli me parece de lo más recomendable para estas tardes de calor insufrible. El cine tenía media entrada de gente joven de mi edad, tal vez aquella que puede entender el horror del que huía la protagonista. Creo que quienes vayan a verla no se arrepentirán.

José Manuel Mora.









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