Berlín y los libros

Puesto que ya dediqué una entrada a la British Library en estas mismas páginas, no quería concluir el resumen de mi viaje "veraniego" sin un par de referencias más: la primera deidicada al asunto de los libros en Berlín y la que dedicaré para acabar a la "Casa del Libro" que pude visitar en el Matadero de Madrid. Pero vayamos por partes, que dicen que dijo Jack el Destripador. Hay mucha diferencia entre el Berlín que descubrí en al año 92, donde era raro encontrar gente que hablara otro idioma que no fuera alemán, y el que he descubierto en este viaje: es muy frecuente en cafeterías y restaurantes ser atendido por emigrantes españoles, pero además en tiendas y hoteles se dirigen a uno en inglés, dando por supuesto que es el idioma de curso legal entre los guiris. Item más: en la calle, pedir indicaciones sobre algún monumento o línea de metro en inglés será respondido amablemente en ese idioma y en un nivel que ya quisiéramos los españolitos de a pie. Sin embargo museos y bibliotecas mantienen, como es lógico, el uso del alemán, casi en en exclusiva para cartelas, o catálogos. No he podido visitar ninguna biblioteca de referencia para hacerme una idea del grado de organización de las mismas y del tipo de servicio que prestan. Ello sí me fue posible en Suecia en junio pasado o en Holanda hace dos veranos (véanse las entradas correspondientes en este blog). Sin embargo desde la superficie de la ciudad, sí que hay cosas que llaman la atención.


Por ejemplo una tiendecita en la zona de Mitte que exponía estas curiosidades/rarezas en su escaparate: toda una colección de libros de títulos cla´sicos, con cubiertas atractivas y bien encuadernados, a pesar de que su formato no llegara al in octavo. Me recordaban a la vieja colección "Pulga" de los tiempos de mi niñez. Bien cosidos, con tapas duras y con ilustraciones ad hoc. Como no deja de ser una curiosidad turística, paso a comentar algo que es más raro por estos pagos: la combinación de librería de venta al público, que comparte espacio y servicios con una estupenda cafetería en la quepor supuesto hay zona wi-fi, se pueden hojear/ojear los ejemplares de mesas y anaqueles y todo ello desde una de las mesas que hay ante una vidriera que da a la calle para aprovechar la poca luz invernal que se filtra entre la lluvia. No sé si por ser finde, pero estaba abarrotada. ¿Se imaginan los improbables lectores de esta entrada, a gente joven pasando la mañana del domingo en una librería? Sci-Fi, que decimos los ingleses. Como se puede ver está clasificada por géneros y es de libre acceso. Sólo he visto algo parecido en Barcelona.



















Para cinéfilos de pro que quisieran alimentar su mitología fílmica, se puede visitar la librería donde se rodaron algunas escenas de La vida de los otros, en plena Karl Marx Allé. Esta sí que no la pude vistar en su interior, pues al ser domingo estaba cerrada. Me quedé con las ganas, claro, pero sólo con la imponente fachada uno puede dedicarse a imaginar su interior. La lluvia y el frío ayudaban a la fantasía a situarse en tiempos más oscuros en los que las paredes oían, como decía el clásico de nuestro teatro áureo.


Ni intenté adentrarme en la biblioteca de la Universidad Humboldt, la más antigua de la ciudad y una de las de mayor prestigio en su sección científica. Situada en Unter den Linden, de obligado paso hacia la Puerta de Brandemburgo, organiza exposiciones temporales monográficas y simposios y conferencias, como la que tenía lugar al pasar yo por allí.. Ante su fachada vendía libros de segunda mano un señor malencarado y de malos modos, que parecía querer espantar no sólo a los curiosos, sino a posibles clientes. No sé tampoco si la Nacional nuestra se atrevería con reclamos en su puerta, como los que muestra la fotografía que dejo a continuación y que no tomé yo. Por no hablar de su fastuoso y modernísimo interior.


Y no quiero acabar estas apresuradas líneas sin mencionar el hecho de que una biblioteca municipal alemana lleve por nombre "Pablo Neruda" y que tenga una fachada con un diseño tan estilizado y elegante. Cosas de los del norte, se me dirá, y que a mí me producen una tremenda envidia. No quiero imaginar cómo serán las bibliotecas y archivos que acompañan a los museos que visité, ni lo que atesora el dedicado a la historia alemana, que ha ampliado recientemente el aquitecto icónico de origen chino Pei, que no ha querido dejar sin su "pirámide" a Berlín, aunque no alcance a la belleza de la que construyó para el Louvre, pero sí mantenga el trazado claro de líneas rectas y curvas que admiré en la West Wing del Museo de Washington. Albergaba en ese momento una exposición sobre la homosexualidad con infinidad de cuadros, libros, fotos, objetos alusivos que habrán salido de sus fondos. Ahora ha sido sustituida por otra más importante por lo que puede tener de traumático para muchos alemanes que les recuerden su psado: se trata de dibujos realizados por presos de los campos de concentración lo que los carga de mayor dramatismo. Imagino que muchas habrán salido de sus fondos, de donde se deduce que estas instituciones son un medio imprescindible para preservar la memoria de la colectividad a la que pertenecen.

















































La tan traída y llevada "memoria histórica" parece más cuidada en otros sitios a pesar de las ronchas que lógicamente pueda levantar. Termino agradeciendo a todos aquellos que visitan este blog tan "sofisticado", y que a pesar de serlo alcanza en esta semana de enero un cuarto de millón de vistas. Si alguien me lo puede explicar, lo agradecería, porque a mí se me escapan las razones. 

José Manuel Mora.

Comentarios