Steve Jobs, de Danny Boyle

 Decencia e inteligencia

No siempre se acierta. Esta vez fue mi hermano, que ha visto mucho cine, quien me animó a ir a ver este biopic. Tal vez no debería de haberle hecho caso, puesto que no siempre me parecen semblanzas acertadas y además me dan miedo las pelis con el lema "basada en hechos reales". Sin embargo había otros motivos que me han hecho acercarme a una sala que, por ser día del espectador y en un centro comercial, estaba más concurrida de lo que suelen cuando voy en lunes o martes. Steve Jobs es el título del film de hoy, y como no tenía demasiada información sobre el sujeto, salvo que era inmensamente rico y que fue el creador de la empresa de "la manzana" desde lo hondo de un garage californiano (la mitología suele llegar antes que los datos fehacientes), saber algo más del tipo podía ser otro aliciente.


Su director, Danny Boyle, casi de la misma edad que el biografiado, 56 años, se dio a conocer con el estreno de Trainspotting (1996) y su escándalo consiguiente, no sólo por el tema de las drogas que trataba la cinta, sino por el modo de llevarlo a la panatalla, tan sincopado y alucinante. Volví a ver otra suya, Slumdog Millionaire (2008) y, a pesar de de los numerosos oscars que obtuvo, a mí me pareció una peli tramposa, entre otras razones por lo aparatoso del asunto y su puesta en escena, cosa que le volvió a suceder en el montaje y realización de la ceremonia de las Olimpiadas de 2012. Tiene en ésta, sin embargo, un buen guionista que lo resplada, Aaron Sorkin, que había demostrado buen pulso al escribir Algunos hombres buenos (1992), La guerra de Charlie Wilson (2007), donde ponía al descubierto los turbios manejos de Washington en el inicio de la guerra de Afganistan. El guionista se ha basado a su vez en una biografía de W. Isaacson, con lo que supongo que lo que se cuenta debe de estar bsatante documentado. Y la opción para filmar parece haber sido tres momentos culminantes en la vida del informático, tres presentaciones de tres de sus productos punteros: 1984, 1988, y 1998. 


Lamento ser un lego en materia de ordenadores. El que tengo ya me da suficientes problemas, que mi amigo Javi me suele resolver. Así que todo el metalenguaje que se maneja en la peli: ranuras, cerrado, sistema operativo..., son términos que alcanzo vagamente a desentrañar. Esto, junto a las peleas entre el creador y su antiguo ayudante, o el jefe de la empresa que empezó a comercializar sus productos, podían haber hecho que me quedara fuera. Los self made men forman parte de la mitología estadounidense y tampoco son santos de mi devoción. Sin embargo el guionista y el director parecen haber escogido esos tres momentos por lo que tienen de tensión, al producirse en momentos previos a salir a escenarios frente a una platea abarrotada de gente, los futuros consumidores del nuevo producto informático. Los problemas que suelen surgir a última hora se ven acrecentados porque, como dice el protagonista, "parece que antes de cada presentación me rodeo de borrachos empeñados en decirme lo que piensan de mí" (sic). A lo que hay que añadir el conflicto que le plantea al inventor la no aceptación de su hija, lo que viene producido por el rechazo que tanto sus padres biológicos, como los adoptantes, experimentaron hacia él. No hay hagiografía a la hora de presentar al tipo, más bien se nos ofrece con todas sus miserias humanas, a pesar de que como le dice su antiguo colaborador "decencia e inteligencia" no son componentes binarios, sino que deberían poder aparecer simultáneamente, lo que no sucede con Jobs. El director se rinde, no sé si porque en realidad fue así, a un happy end, que se suele requerir en Hollywood.


El magnetismo de Michael Fassbender al incorporar al personaje forma parte del atractivo de la peli. Se mantiene ante la cámara prácticamente en todo momento, a veces duplicado en espejos que parecen querer ponerlo ante su propia imagen. Lamento no haberla visto en V.O. porque me he perdido su voz. Dejo por eso el tráiler subtitulado. Además de los espejos, hay otro personaje que lo hace situarse ante sí mismo, ante sus miserias y ante la posibilidad de obrar correctamente, aunque sea bajo presión. Se trata de su colaboradora, interpretada por la magnífica Kate Winslet, que cada vez saca más partido a sus papeles. Jeff Daniels hace un oponente muy creíble.


 Para concluir, diré que las dos horas de duración se me han pasado rápido, pero que los amantes del cine de acción debieran abstenerse; es esta cinta demasiado dialógica, tanto que podría haber sido un buen texto teatral. No hace falta decir que la ambientación, las localizaciones de los teatros, la música, con Bob Dylan de estandarte, la fotografía están, como suelen en los productos jolivudenses, perfectamente acabados, tanto como el diseño de los paratitos de Jobs. He de decir que no se me pasó nunca por la cabeza la idea de comprame uno de esos odenadores transparentes, tan guays. Y aquí lo dejo.


José Manuel Mora.



Comentarios