Mia madre, de Nanni Moretti

 La mamma

Hay películas que uno se resiste a ir a ver por haber leído la sinopsis o algún comentario que advierte de lo dura que puede llegar a ser la historia. Me ha pasado recientemente con El hijo de Saúl, de Nemes. No sé si en otro momento. Algo parecido me temía con la que paso a comentar, pero fue mi hermano quien me dijo que se podía ver, porque no era especialmente lacrimógena. Había otra razón para que acudiera esta tarde al cine: su director. Y éramos cinco. Debe de ser cosa del día del espectador.


Moretti es un cineasta muy personal. Lo sigo desde casi los inicios de su carrera. Caro diario (1993) me resultó de una curiosa sinceridad. Es esa una de las características del director, el que su cine sea en muchos casos autorreferencial. La stanza del figlio (2001) trataba uno de los temas más espinosos que hay: la pérdida de un hijo; un hecho tan traumático y antinatural, que ni siquiera existe la palabra para denominar a quien se le muere un descendiente, da igual que se niño o ya mayor. Los padres siempre lo viven como una trasgresión de la ley natural. Habemus Papam (2011) no me resultó tan redonda, pero la interpretación de M. Piccoli era tan grande que acabé encantado. En ésta, Mia madre, (menos mal que no han traducido el título), el director habla de la pérdida de la madre por persona interpuesta. Su alter ego en la pantalla, una mujer, directora de cine como él, que debe ejercer simultáneamente el papel de hija, el de madre de una adolescente, el de gestora de una película cuyo peso recae casi exclusivamente sobre ella dado su modo de dirigir, el de esposa separada... Demasiado peso... Y sin embargo la vemos atender a todos los frentes procurando controlar la angustia, la rabia, la desesperación, atendiendo a la hija con la mala conciencia de quien no dedica todo el tiempo necesario... Cosa similar a lo que le sucede con su madre, lo que se hace evidente ante la actitud del hermano, que ha dejado su trabajo para acompañarla todo lo que sea necesario.

 
Quienes ya hemos pasado por ese trance sabemos los parches emocionales que hay que poner para poder estar junto a quien sabemos que se va definitivamente, al tiempo que nos desgarra verla partir. En ese caso el trabajo puede ser una buena coartada, a pesar de saber que no estamos donde debemos estar. Las pesadillas en medio de la noche, la casa vacía que anticipa la ausencia definitiva, los lapsus de la madre que la dejan tan descolocada. Todo se convierte en un dolor oscuro e íntimo. No hay por parte de Moretti, también guionista, un intento de manipular los sentimientos de los espectadores. Uno sabe lo que va a suceder y se va preparando para ello. Es cierto que las escenas de hospital removerán a más de uno, pero no hay un dramatismo exacerbado. Recuerdo cómo lloré en Amarcord, con los momentos finales de la madre del protagonista. Mi madre me acompañaba y fue su último film. Ella también lloró intuyendo lo que se avecinaba ineluctablemente. Juega además el director con trasposiciones temporales para situar mejor al personaje. Son pequeños flash-back que podrían considerarse incluso fruto del caos emocional o del duermevela. Sabremos luego, en uno de los momentos para mí más emotivos, que la madre fue profesora de instituto y que la imagen que de ella conservan algunos de sus alumnos fue una referencia en sus vidas. 


Margherita Buy, a quien no creo haber visto antes (aunque la wiki me recuerda que aparecía junto a Piccoli, y también en Manuale d'amore) hace el papel de directora con hondura y veracidad en la mirada, lo mismo que le sucede al propio Moretti, a quien le gusta actuar y autodirigirse. Lo hace con una contención que no he podido apreciar del todo por culpa de la ausencia de la V.O. Todos los demás están ajustados, aunque quien rompe con la pana es John Turturro, a quien por cierto han colocado un doblaje penoso. Su histrionismo es capaz de sacar de quicio a la directora y al espectador. Bien es verdad que, aunque no fuera más que por la secuencia del baile en la fiesta, ya se le puede perdonar todo lo demás. Combina la extravagancia con "ausencias" que en ese trabajo suelen costar caras, o con alguna reflexión acertada sobre la naturaleza del trabajo de actor. Probablemente no sea el mejor filme de Moretti, pero creo que merece la pena su visionado para recordar a quien se fue, o para valorar a quien todavía está.

José Manuel Mora.



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